Por Matías Carnevale para LA GACETA
El año que acaba de terminar, con su amarga realidad social, económica y política, nos dejó una serie de crueldades que no valdría la pena enumerar; por suerte quedan los libros. En una apuesta propia del tango “Uno”, autores y editores —grandes, medianos y pequeños— se empecinaron en seguir publicando obras para la reflexión, el deleite y aun la ira de los lectores. El que sigue es un listado, parcial y subjetivo, de títulos de no-ficción y poesía que llegaron a las bateas en los últimos doce meses.
José Emilio Burucúa (1946) es una de las figuras más importantes del mundo académico argentino. Docente, investigador y ensayista, cuenta con un amplísimo currículum como historiador del arte y las ciencias. En 2024 publicó Civilización. Historia de un concepto, extenso volumen sobre los múltiples significados de una noción atravesada por la filosofía, la docencia, la lengua y las armas, entre otras cosas. Si bien fue publicado en diciembre de 2023, bien valen unas palabras para destacar Senegal & Aurora, epistolario lanzado por la editorial independiente Driblin, a cargo del joven poeta Joaquín George. Senegal reúne las cartas que envió Burucúa en su visita al país africano en 2017 para impartir una serie de clases. Es un libro de viajes, de acuerdo, pero también es una declaración de principios interculturales, matizada por su propia relación de amor hacia su esposa Aurora. Burucúa reflexiona sobre la arquitectura local, el islam, la vida cotidiana en un campus universitario, la naturaleza, la historia, la política y la comida del país, se siente “feliz y seguro en Dakar” y entabla amistad con profesores de la universidad que le revelan un mundo de hospitalidad. “…Lo que más aprendí estos días ha sido que existen millones de semejantes en África para quienes vivir es motivo de alegría y pertenecer a la humanidad es causa de orgullo”, concluye el autor.
Viajes y letras
Andrea Calamari (1968) es investigadora y docente en la Universidad de Rosario, redactora y editora en la revista JotDown y colabora en los medios digitales La Agenda y Seúl. Con Paidós publicó este año Volver para contarlo, una historia literaria del viaje, que a priori no resulta de fácil clasificación. Se trata de una obra que —como bien señala el subtítulo— recorre las múltiples conexiones entre literatura y viaje. “Este libro es una lista”, señala la autora, cuya forma es “el etcétera”, es decir, se guía por la lógica de la añadidura. En las páginas del libro-vehículo, nos vemos transportados a la epopeya del Gilgamesh, al Éxodo bíblico, a los periplos de Ulises. Nos aventuramos con falsos musulmanes —cristianos que quisieron visitar La Meca y debieron camuflarse para hacerlo— y viajamos con Darwin, Hemingway y Joseph Conrad. Leemos elogios a los fenicios y, de tanto en tanto, nos topamos con pasajes cuyo estilo muta, adrede, al de un folleto turístico, tal vez para quitarle solemnidad a los relatos. Los guías de este mapa literario no son todos extranjeros, también hay lugar para los argentinos: Aira, Borges, Sarmiento, Uhart. Calamari observa que toda lista es incompleta y fundamenta su elección de los nombres y títulos citados, pero también realiza un ejercicio interesante al mencionar aquellos autores, hechos y libros que no incluyó. Así, aparecen los espectros de Kerouac, Tomás Moro, H.G. Wells, Francis Bacon, William Burroughs, El Corto Maltés y John Milton, por ejemplo, y uno añadiría (en un catálogo que tiende al infinito) algunos otros como Jan Fairfax, el Che Guevara, Adolfo Bioy Casares y Jack London.
Rock y novelas
En las páginas leídas en 2024 también hubo lugar para la música. Ediciones Continente distribuye en el país Temporada de brujas, el libro del rock gótico, de la inglesa Cathi Unsworth. Publicada por Editorial Contra, la voluminosa enciclopedia comenta la discografía de bandas del mundo angloparlante como Joy Division, Bauhaus, The Cure, Siouxsie & the Banshees, Nick Cave and the Bad Seeds y Killing Joke. La subcultura gótica tuvo su contraparte nacional con grupos como Sobrecarga, Los Pillos e incluso algunos momentos de Don Cornelio y La Zona y el primer disco de Todos Tus Muertos (si no me creen, préstenle el oído a “El Féretro”, Poe en estado puro) o cultores más cercanos en nuestro tiempo como Mellonta Tauta, con pinceladas de un pop etéreo, y Machinic Demiurge, con sonidos industriales e influencia de la Generación Beat norteamericana. Pero el rock gótico es mucho más que sobretodos negros, androginia, cabellos batidos o rostros maquillados: tiene profundas raíces en la literatura y el cine, vínculos que la autora desarrolla con precisión y pasión. Pensemos en, por ejemplo, “Killing an arab”, de The Cure, que deriva de El extranjero de Albert Camus, o “Bela Lugosi is dead”, de Bauhaus, que existe gracias a las muchas interpretaciones que hizo el actor rumano del conde Drácula (valga esta pequeña anécdota: cuando lo estaban velando, los presentes esperaban que se volviera a levantar del ataúd, como lo había hecho decenas de veces). Es la historia completa del rock gótico en inglés, no falta nadie. Puede funcionar muy bien como presente al tío raro que escucha música rara y se viste como Richmond Felicity Avenal, personaje de la serie The IT crowd.
Poesía para Atahualpa
Quisiera cerrar esta reseña múltiple con un libro de poesía publicado por Ediciones del Dock: Poesía completa, de Guillermo Etchebehere. Nacido en Cañuelas, provincia de Buenos Aires, en 1917, fue miembro de la llamada Generación del 40. Poseedor de una fina sensibilidad social, Etchebehere fue musicalizado póstumamente por Atahualpa Yupanqui y elogiado por autores de la talla de Álvaro Yunque. Su bibliografía, recogida en este volumen, se compone de Pulso de la tierra (1940), Jornada del hombre (1943), La semilla del viento (1947) y La lumbre permanente (1956). El libro rescata, además, algunos poemas nunca publicados en libros y una autobiografía breve. Los versos de Etchebehere tienen como trasfondo el mundo rural, del trabajo, de los inmigrantes y de la naturaleza; varios poemas están dedicados a la niñez y al particular universo de las escuelas rurales, con interesantes pinceladas de protoecologismo, como en “El árbol seco”: “—Hombre, tú que me viste subir desde la tierra;/tú, que diste a tu sed frescor de frutos,/que tiraste a mi sombra tu cansancio,/nunca mates un árbol/sin que antes haya sido fruto, sombra/o remanso de alas…”. También encontramos poemas dedicados a los vagabundos, idealizados como santos sufrientes, en “Silencio”, “Versos a la luna grande” o “Para ti, caminante”.
Por más y mejores libros, accesibles para todos, en el año que comienza.
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Matías Carnevale – Periodista y escritor.