05 Enero 2025
Abrís el placard e inmediatamente una pila interminable cae sobre tu cabeza. El exceso de ropa deja cada vez menos espacio en tu armario y te proponés liberar un poco de lugar. Pero en la tarea cada prenda te convence de quedarse en los estantes y una vez más el ropero vuelve a llenarse. Desde la psicología, ¿por qué a algunas personas les cuesta tanto deshacerse de la ropa que no usa?
Desde la famosa “silla” que se convierte en un rascacielos de ropa pendiente hasta las bolsas que guardan prendas nuevas, para algunas personas liberarse de los artículos que no utilizan es todo un desafío. Desde la psicología, tener un armario repleto de prendas abandonadas puede revelar aspectos emocionales como el apego al pasado o la inseguridad al futuro.
El significado de guardar ropa que no usamos en el armario, según la psicología
Conservar y acumular objetos, incluyendo la ropa se asocia con cierto significado emocional que no necesariamente es consciente. Según el medio italiano Forum Agricoltura Sociale, hay varias causas posibles, arraigadas en la psicología de los individuos, que los pueden llevar a conservar ropa que ya no se usa, en lugar de donarla o venderla.
Nostalgia por el pasado
A pesar de que la ropa se acumula y las señales de necesidad limpieza se hacen cada vez más notorias, algunas personas no pueden deshacerse de lo que ya no usan. Una de las razones, según la psicología es una nostalgia por el pasado. Por ejemplo, se relaciona el hecho de guardar ropa en una talla que ya no sirve con un deseo de volver a una época pasada que se percibe como mejor.
Este comportamiento puede representar una dificultad para afrontar el presente y abandonar una imagen idealizada de uno mismo ligada a esas épocas anteriores. Casi una cápsula del tiempo, de cierta manera autodestructiva, que mantiene a las personas atadas a recuerdos o aspiraciones que se hayan abandonado, bien por fuerza de circunstancias o simplemente por haber perdido interés en ellas.
Miedo al cambio
Emma Kenny, psicóloga, presentadora de televisión, escritora y comentarista británica, explica que el apego excesivo a las posesiones materiales es a menudo una manifestación de un deseo de mantener viva una conexión con acontecimientos significativos. Por tanto, deshacerse de esa ropa en desuso puede representar un acto simbólico de pérdida de una parte, quizás idealizada, de uno mismo.
El no poder desprendernos de la ropa puede ser un indicativo de algún nivel de miedo al cambio y un rechazo a la idea de que las etapas se acaban y dan paso a otras nuevas y diferentes. Esta idea es conflictiva para mucha gente, ya que supone aceptar la incertidumbre intrínseca de lo nuevo desconocido y del “yo” fluctuante, que no dejará de cambiar hasta que deje de ser del todo. Por tanto, el deshacerse de las pertenencias, aunque no se usen, se convierte en un proceso desafiante que se puede acabar procrastinando o aplazando indefinidamente.
Procrastinación o compulsión
Esa procrastinación es otra de las causas que se relacionan con la acumulación. Posponer el orden o la limpieza puede ser una forma de evasión. En lugar de afrontar esas realidades “difíciles” asociadas al fin de fases y al dejar ir, como el hecho de que ya no se utilizarán ciertas prendas u objetos, se opta por ignorar su existencia y cargarle el peso al yo de un futuro por definir.
También puede estar relacionado con el hábito de comprar ropa de forma compulsiva que, aun siendo nueva, nunca se llega a vestir. Esta dinámica en particular puede tener que ver con los mecanismos de recompensa del cerebro, ya que refleja el intento de llenar posibles vacíos emocionales con la gratificación inmediata que puede ofrecer la compra de algo nuevo.
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