El fútbol no es solo físico, táctica y técnica. En el corazón del Atlético, un proyecto que inició en 2023 está demostrando que la psicología también es esencial para formar jugadores y personas integrales. Anahí Rubio, psicóloga de las divisiones inferiores del club, compartió con nosotros los avances logrados junto a Fernanda Pérez, su compañera en esta iniciativa pionera en los equipos tucumanos. Ambas asumieron la tarea de estructurar el departamento de psicología, especialmente enfocado en la pensión, donde residen jóvenes provenientes de diferentes provincias del país y también del interior tucumano.
“Cuando comenzamos, lo primero que detectamos es que la pensión necesitaba un ordenamiento. No había un reglamento claro ni normas de convivencia establecidas. Nos basamos en modelos de otros clubes, como Huracán, donde tienen una organización ejemplar y empezamos a trabajar el propio. Adaptamos su reglamento a nuestras necesidades, y este año ya hemos hecho modificaciones para ser más específicas en temas como las rutinas diarias, las responsabilidades de los chicos y las sanciones”, explica Rubio. Esta nueva modalidad de trabajo será posible gracias a que a partir de este año todas las divisiones se entrenarán en el mismo horario, por lo que el ordenamiento podrá ir más a fondo.
El proyecto no solo aborda la convivencia en la pensión, sino también aspectos educativos. Una de las grandes problemáticas identificadas fue la falta de seguimiento en las trayectorias escolares de los jóvenes. “Nos encontramos con que muchos chicos no tenían un acompañamiento pedagógico. Algunos incluso faltaban a clases sin que nadie lo notara. Firmamos un convenio con la escuela Urquiza, donde estudian la mayoría, para monitorear su rendimiento y trabajar en conjunto con el director. Esto nos permitió garantizar que los chicos no descuiden su educación, algo fundamental para su formación integral”, relata.
La llegada de Rubio y Pérez al club trajo consigo un enfoque más humano y cercano. “Los chicos valoraron mucho que haya un espacio para ser escuchados. Nuestra figura como psicólogas femeninas en un ambiente predominantemente masculino también generó una apertura distinta. Algunos jugadores se sentían más cómodos hablando con nosotras sobre sus emociones y preocupaciones, algo que quizás no harían con un entrenador”, comenta Anahí.
Este espacio se volvió especialmente relevante hacia fin de año, cuando algunos jóvenes tuvieron que dejar la pensión. “Acompañar ese proceso fue un desafío. Muchos lo vivieron con angustia, sobre todo aquellos que venían de provincias lejanas y cuyas familias no podían sostenerlos económicamente fuera de la pensión. Tratamos de hacerles entender que su carrera no termina porque no estén en la pensión y trabajamos con los entrenadores para que la comunicación sea respetuosa y constructiva, dándoles una devolución clara sobre qué aspectos deben mejorar”, detalla.
Uno de los cambios implementados a partir del 2024 fue la decisión de priorizar a los jugadores más jóvenes. “El club está bajando la edad promedio en las divisiones formativas para enfocarse en chicos con mayor proyección. Esto también implicó un ajuste en la dinámica de la pensión. Además, logramos coordinar que todos los entrenamientos se realicen por la mañana, lo que nos permitió establecer rutinas más organizadas para los chicos, incluyendo horarios específicos para estudio, entrenamiento y descanso”, señaló Rubio.
La psicóloga destacó la importancia de estas rutinas en un contexto donde muchos adolescentes llegan al club sin hábitos claros. “Establecer horarios y normas les da un marco de contención. Al principio puede haber resistencia, pero a largo plazo, los chicos lo valoran. Incluso los más grandes, que vivieron situaciones de desorden en la pensión, reconocen los beneficios de tener reglas claras”, agrega.
Los casos más particulares para Rubio y Pérez tiene que ver con el caso de los jóvenes que firman su primer contrato profesional y se acercan a ese ansiado debut. “Pasar de ser un adolescente anónimo a estar en el centro de la atención mediática es un cambio muy grande. Nos hemos reunido con la familia de varios ayudarlos a manejar esta exposición y también a guiarlos en el uso responsable de las redes sociales. Estos procesos pueden ser abrumadores si no se los acompaña adecuadamente”, comenta.
El desafío, según Rubio, es lograr un equilibrio entre las expectativas que genera un caso exitoso y la necesidad de seguir trabajando con los chicos que están en formación. “Es importante que tanto ellos como sus familias entiendan que el camino es largo y que no todos llegan al mismo tiempo. La presión puede ser muy fuerte, pero nuestro rol es enseñarles a manejarla”, reflexiona.
A pesar de los avances, Rubio reconoce que todavía hay resistencia a incorporar la psicología en el ámbito deportivo, especialmente en las categorías superiores. “En Atlético, somos las únicas psicólogas y trabajamos exclusivamente con las divisiones formativas. En primera división no hay un equipo psicológico, pero seguro muchos trabajan de manera particular. Creo que esto tiene que ver con prejuicios que aún persisten, como la idea de que ir al psicólogo es solo para quien tiene problemas graves. Pero eso está cambiando, y esperamos que en los próximos años haya una apertura mayor”, sostuvo.
En cuanto a su experiencia personal, Rubio admitió que nunca se imaginó trabajando en este ámbito. “Soy psicóloga desde hace once años y siempre trabajé con niños y adolescentes en escuelas o en consultorio, pero nunca en un club deportivo. Esto es completamente diferente. El deporte genera emociones, frustraciones y exigencias muy particulares. Es un aprendizaje constante y un desafío que nos motiva a seguir creciendo”, concluyó la profesional.