Periodismo puro

Te conocí cuando eras más loco que nunca. Era una época en la que transpirabas periodismo a cada segundo.

Te admiraba y me quedaba hasta la Hora 25 para escucharte por radio.

Sé que siempre fuiste periodista y por eso la incomprensión de tantos. Que eras zurdo y ahora no, que estabas de un lado y ahora del otro. Pobres, ignorantes, que nunca entendieron que eras periodista. Imperfecto, apasionado, pasajero de hotel, loco, desordenado, aguerrido, desafiante, desafiliado de las costumbres y por sobre todo soberbio porque siempre confiaste en vos.

Gordo te voy a extrañar aunque siempre estás presente en mi biblioteca. Hace unos meses tuvimos un programa en LA GACETA y busqué tu segundo libro, aquel de “la guerra de las piedras” en la que me enseñaste las primeras palabras de la guerra de medio oriente que sigue igual como en aquellas páginas.

Te seguí en cada locura. Incluso cuando viniste a Tucumán y te sentaste en el Hospital de Niños a hacer tu programa. Sé que en el avión repasaste unos apuntes que un productor tuyo me pidió. También me fui a dormir con la desilusión de no haber conversado contigo. De esas frustraciones tuve varias. Claro, tu tiempo era otro. Me quedé con las ganas del café que siempre quedó frío sobre la mesa.

Jorge: Recuerdo que cuando no sabía como encarar algunas cosas, abría tu ADN y abrevaba en él. Es que coincidir o no con vos, no era lo importante, dijeras lo que fuera siempre estaba seguro de que el manual de periodismo estaba incorporado.

Te fuiste sabiendo que eras distinto y disfrutando de eso. Te reíste de los irracionales que no son capaces de aceptar la libertad. En algún momento fue el desamor, otras el alcohol y algunas otras cosas. Pero el periodismo no se mancha. Vos lo sabías. Tu cuerpo, no. El fue haciéndose cargo de tus pasiones y de tu locura. Hasta hace unos minutos que dijo basta.

El periodismo agradecido por tu sinceridad.

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