Osvaldo Jaldo no lo dudó demasiado. Apenas Javier Milei venció en el balotaje supo que debía arroparse en las frazadas libertarias. Se había hecho cargo de la provincia con el descubierto del Banco Macro utilizado y con una pesada deuda por el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial. El kirchnerismo, que tan bien había tratado a su antecesor, Juan Manzur, no estaba en condiciones de tenderle una mano y, aunque pudiera, tampoco lo hubieran hecho porque jamás hubo feeling. Así las cosas, el Gobernador tomó una decisión osada: ofrendó a la Casa Rosada la primera prueba de amor pública.
Fue en enero, cuando la improvisada gestión libertaria pretendió imponer de atropello en el Congreso el tratamiento del primer proyecto de Ley Bases. Aquella ampulosa iniciativa no prosperó en una primera instancia, pero sí sirvió para que el tucumano se posicionara de otra manera en el escenario nacional.
Jaldo rompió con Unión por la Patria y llevó tres diputados (Agustín Fernández, Elia Fernández de Mansilla y Gladys Medina). La determinación le valió las primeras grandes críticas desde el peronismo nacional y provincial. Jaldo quedó en boca de todos por su acercamiento, manifiesto, a La Libertad Avanza.
A pesar de eso, no se corrió un milímetro en este tiempo. El mandatario adujo siempre que dejó de lado cuestiones partidarias e ideológicas ante la severidad de la crisis nacional y provincial. Al poco tiempo, antes de que finalizara febrero, Jaldo se convirtió en el primer gobernador al que la Nación le refinanció la deuda del Fondo Fiduciario. Esa medida fue, en efecto, el primer gran desahogo de “El Comisario” y el puntapié para perfilar una gestión provincial con su impronta.
“¿Hasta cuándo vamos a ser furgón de cola de lo que deciden en Capital Federal? Tucumán ha tomado la decisión de tener sus representantes y tratar los temas de Tucumán personalmente con nuestros representantes y no entre un grupo de 100 legisladores que respeto mucho, pero no comparto porque de alguna manera los tucumanos somos los más interesados en defender los temas que competen a Tucumán”, había planteado el Gobernador en aquel verano convulsionado.
En efecto, la realidad para el tucumano cambió y la dinámica de la relación con el poder central también. El arribo de Guillermo Francos a la Jefatura de Gabinete fue otro elemento que jugó a favor del tranqueño. De repente, las puertas de la Casa Rosada se abrían con facilidad. En el medio, los reproches internos se mantenían. El 1 de marzo, ante la Legislatura, Jaldo pronunció el discurso menos peronista que podría brindar un gobernador peronista. Prometió reformar el sistema electoral para terminar con el mareo de los acoples y avanzar en leyes de transparencia activa, como el Acceso a la Información Pública.
Con un gobierno férreo y una conducción unipersonal, ajustó cuentas, desairó al justicialismo y cooptó a la oposición. Eliminó aquel programa de Reconversión Laboral que había diseñado Manzur para cobijar dirigentes y sumó extrapartidarios a su gabinete. Jaldo entiende que haberse acercado a Milei le permitió de alguna manera domesticar a una mayoría manzurista que en un principio le podía hacer más difíciles las cosas en el primer tramo de la gestión. También, que le sirvió para posicionarse en la primera fila cuando comiencen a verse los beneficios del ajuste económico de las políticas libertarias, en caso de que los haya.
Fiel a su estilo, arriesgó con decisiones intrépidas. Apostó todo a la lucha contra la inseguridad y el narcomenudeo, le dio poder a la Policía y al final recibió elogios del Gobierno nacional por la reducción de los índices delictivos. Envalentonado, hasta buscó erradicar las peleas entre estudiantes del nivel secundario con un decreto de dudosa constitucionalidad. La jugada, cuestionada en su momento, le dio resultados.
Pese al recorte en la obra pública a nivel nacional, pudo avanzar con los proyectos en infraestructura carcelaria (inauguró los penales de Benjamín Paz y de Delfín Gallo) y con la repavimentación de un tramo de la ruta 307. En paralelo, ante la caída del proyecto de construcción de 3.000 casas en Manantial Sur mediante el Procrear II, tomó la decisión de provincializar la iniciativa. Cierra el año, además, con expectativas concretas de que en el primer trimestre de 2025 se remodele y amplíe el aeropuerto Benjamín Matienzo y que comience la construcción de un nuevo acueducto en Vipos.
Su estilo le valió algunos encontronazos y diferencias con el vicegobernador, Miguel Acevedo, y con la intendenta Rossana Chahla, pero que no pasaron de las chicanas y los mensajes encriptados. De hecho, los tres cierran 2024 transmitiendo un mensaje de unidad. Entre los anuncios inconclusos, por cierto, sobresale el de la reforma política. Por lo pronto, la Casa de Gobierno envió a la Legislatura un proyecto de ley de acceso a la información pública y otro de Ficha Limpia, que aún no fueron abordados por la Cámara. Sin embargo, está demasiado trabada la discusión respecto del régimen electoral.
En algún momento, el propio Jaldo habló de la necesidad de reformar la Constitución provincial. El vicegobernador tomó la posta y se subió a la idea. Sin embargo, con el correr de las semanas esa posibilidad se fue descartando. Hoy, prácticamente todos en el oficialismo dan por caída esa alternativa. De modificar la Carta Magna se pasó a pensar en una limitación a los acoples, en particular por la presión de que regirá la Boleta Única de Papel en los comicios nacionales. Este 2024, no obstante, cierra sin avances en un asunto sumamente sensible para el peronismo.
Lo que se le viene a Jaldo en 2025
El año que comienza encontrará a Jaldo consolidado en el escenario nacional como uno de los gobernadores más leales al presidente Milei. Al punto de que en materia de asistencia social, Tucumán dejará de recurrir a organizaciones sociales para entregar módulos alimentarios sin intermediarios, medida que cuenta con el sello libertario. Pero, al margen de ese romance nacional, las elecciones legislativas de mitad de mandato supondrán para el Gobernador una prueba para su conducción y liderazgo. En particular, por la presencia de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta del PJ nacional. Si bien las voces críticas internas en los últimos meses se aplacaron, permanecen agazapadas. Y los períodos electorales suelen ser una ocasión en la que esas rencillas se exacerban. De cómo termine a la vuelta de 2025 se podrá presagiar cómo seguirá el proyecto de reconversión que diseñó, moldeó y ejecutó el propio Jaldo.