Por Jorge Olmos Sgrosso y Federico Diego van Mameren 30 Diciembre 2024
Muchos de ustedes eran niños cuando uno de los dos canales tucumanos comenzó a transmitir el programa. El “Cordobés” era un compañero del secundario que siempre tenía la posta. Parecía que Córdoba adelantaba. Solía advertirnos que había un ciclo espectacular, que había que verlo porque nos íbamos a morir de risa. No le creíamos mucho. ¿Por qué siempre los cordobeses tenían las cosas antes que los tucumanos? Una mezcla de desconfianza con varias cucharadas de envidia nos hacía esquivar el botón -no todos tenían control remoto- de encendido del televisor, a las 19, por aquel 1979.
Una tarde, habíamos terminado de hacer unos deberes de matemáticas y el “cordobés” nos ganó por cansancio. Me animo a decir que él tiró del botón y prendió el televisor. Era la hora señalada y “El Chavo” empezaba con su típica musiquita.
Nos rendimos. Fue un camino de ida.
Chistes cortos. Salidas inesperadas. Sorpresas tras sorpresas hacían que nos desternillemos de risa. “El Chavo”, entre tierno e inocente, se fue metiendo en nuestras vidas.
Al año siguiente de haberle tenido que dar la razón al “cordobés” aterrizó un avión de Aerolíneas Argentinas en el aeropuerto Benjamín Matienzo, y de él bajó Roberto Gómez Bolaños con sus compañeros de vecindad. El 4 de diciembre de 1980 actuaron en la cancha de Atlético Tucumán. Allí presentaron los típicos sketches y una clase especial que dio el profesor “Jirafales. Y para cerrar el show apareció el súper héroe: “El Chapulín Colorado”.
Al día siguiente El Chavo fue al Hospital de Niños tal cual lo registra la imagen que rescató Jorge Olmos Sgrosso del Archivo de LA GACETA. Niños de entonces, cincuentones de hoy, vivieron momentos inolvidables junto a quien se convirtió en un ídolo. En la foto se ve a El Chavo haciendo su típico gesto acompañado de la expresión “eso, eso, eso” a los niños, que por entonces estaban en el hospital hipnotizados porque el actor había salido de la pantalla y estaba frente a ellos.
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