Las llamas que consumieron República de Cromañón la noche del 30 de diciembre de 2004, arrasaron con la vida de 194 personas, y provocaron un cimbronazo a nivel nacional que nadie puedo desoír. La política sintió el temblor de esta tragedia. La noche y la cultura también.
“Cromañón fue un antes y un después”, sentenció Hernán Iramaín, uno de los empresarios que abrió sus memorias sobre aquel tiempo en el que se acabó todo lo que se conocía. Para bien en muchos puntos; para amarguras en algunos otros según él mismo definió.
El presidente de Idear (Industria del Entretenimiento Argentino Tucumán), mencionó que los controles que había antes de la tragedia no eran para nada efectivos y de inmediato pasaron a ser más rigurosos.
“Se empezaron a pedir carpetas técnicas, los organismos de control empezaron a intervenir más y se exigía el sistema estable contra incendios, porque cuando estas desgracias ocurren es cuando se activan estos resortes que no funcionaban de la manera adecuada”, explicó.
Así, un mecanismo oxidado se aceitó para evitar otro dolor con la magnitud que dejó Cromañón. No obstante, Iramaín también observó que en ese momento se cometieron abusos contra los empresarios al punto de que habilitar un boliche, por ejemplo, se volvía una tarea casi imposible.
“Lo que pasó en el barrio de Once hizo despertar a las autoridades, que de no controlar nada empezaron a hacerlo en exceso, que es una actitud que suele ocurrir en este país”, consideró y ejemplificó con la ley tope 4 AM, que se aplicó casi un año y medio después tras el crimen de Paulina Lebbos.
Crear conciencia
“Prohibir o clausurar, no significa concientizar. Empiezo por aquí porque así se reaccionó en San Miguel de Tucumán tras los desgraciados sucesos de Cromañón”, reflexionó el empresario cultural Fernando Ríos Kissner.
El aseguró que el inicio del año 2005 llegó con días de confusión en los que autoridades municipales, provinciales y responsables de espacios de esparcimiento (bares, boliches, pub, centros culturales) se atribuían de antemano responsabilidades de una potencial desgracia que afortunadamente, aquí no sucedió.
“De la confusión nada bueno sale, ya que tampoco se logró establecer en ese momento protocolos de emergencia o una capacitación de personal. Todos en ese entonces querían sacarse de encima cualquier posible responsabilidad eventual”, dijo
Otro cambio que notó el emprendedor es que inmediatamente después de Cromañón el mismo público asistente empezó a reclamar espacios seguros. En eso coincidió, Miguel Quintana, un comerciante tucumano de 44 años que al hacer memoria notó que antes de la tragedia nunca había prestado atención a las salidas de emergencia en los lugares a los que iba a divertirse con amigos.
“Tenía 24 años y recuerdo que estaba sentado en el living de mis abuelos cuando llegaron a los noticieros las primeras imágenes de Cromañón. En la próxima salida, la mayoría de mis acompañantes miró cuántas puertas disponibles había para salir en caso de emergencia”, comentó.
Ese impacto para Ríos Kissner con el tiempo se hizo más laxo. “Por eso hoy en recuerdo de aquella desgracias son necesarias campañas de prevención, capacitación obligatoria del personal y protocolos claros”, analizó.
Y siguió: “Se debe trabajar en el control de los aforamientos de cada espacio, tema del cual no se habla nunca en Tucumán. ¿Vamos mejorando? Sí, muchísimo. ¿Nos falta mucho? También”.
Otro dolor
Domingo Amaya era intendente de San Miguel de Tucumán en diciembre de 2004, por lo que fue uno de los políticos que debió tomar decisiones para que en nuestra provincia no sucediera nada parecido.
“Yo no tuve la necesidad de modificar mi forma de trabajo porque a mis funcionarios siempre les recordaba la tragedia de la puerta 12, un hecho que sucedió muchos años atrás”, aseveró el actual presidente del Ente de Turismo.
Al hablarle a sus trabajadores de la tragedia que tuvo lugar en el estadio de River Plate en 1968, en la que murieron aplastadas más de 70 personas, con un promedio de edad de 19 años, y resultaron heridas más de 200, él buscaba que nadie sea descuidado a la hora de los controles que realizaban, porque consideraba que un error podía ser fatal.
“Les pedí que no cedan, porque era la única forma de nunca más revivir una tragedia de estas características”, añadió Amaya también consciente de que el costo político de un suceso de estas características era tremendo.
Luego de Cromañón, en la capital del país, el jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra fue destituido tras un juicio político, al ser considerado uno de los responsables de esta catástrofe que dejó más de 1.400 heridos. El peronismo tampoco volvió a ganar ese distrito desde aquel momento.
“Yo creo que ese dolor que vivimos hace 20 años y que traspasó Buenos Aires porque nos ha marcado como país, sí nos hizo aprender y reflexionar para que esta desgracia evitable no vuelva a ocurrir”, remarcó Amaya.
Responsabilidades
En Cromañón hubo condenas y consecuencias para quienes estuvieron involucrados. El empresario Javier Farhat, consideró importante destacar que las responsabilidades son muchas y compartidas, ya que alcanzan a los organizadores de eventos como, la política y también a la sociedad.
“Nosotros como organizadores hemos tomado conciencia de que un evento multitudinario lo tenemos que hacer con todos los recaudos necesarios para que no suceda una tragedia semejante”- observó - “cada noche que termina sin problemas, para mí o mis colegas, es un alivio que se logra con mucho sacrificio y dedicación”.
Farhat subrayó que nadie quiere un nuevo Cromañón y que aprender esa lección, desafortunadamente constó vidas.
Iramaín, sumó a esta punto y contó que en la actualidad todo se acomodó y se volvió más estandarizado. “Cuando se quiere habilitar un local, se te presenta una serie de requisitos con los cuales se deben cumplir y que ya no son ilógicos”, argumentó.
“Sí hemos aprendido, estos nos ha enseñado como empresarios a tener en cuenta todos los detalles para tener una diversión más sana, más segura”, detalló.
“Que la gente que salga a disfrutar de la noche pueda, no solo permanecer en el lugar que escojan sin inconvenientes, sino después regresar a su hogar sano y salvo es el objetivo, porque eso también forma parte de la responsabilidad empresarial”, finalizó.