Dengue: la peor epidemia de la historia y la inquietud por lo que vendrá este verano en Tucumán

Dengue: la peor epidemia de la historia y la inquietud por lo que vendrá este verano en Tucumán

Una campaña de vacunación que podría morigerar los contagios, mientras el mosquito avanza por toda la región.

Las campañas de fumigaciones forman parte de la estrategia para frenar al Aedes aegypti.

Los contagios llegaron antes de lo pensado en el año que se va. En febrero ya había más de 300 casos confirmados de dengue. La situación explotó un mes después: las guardias médicas estaban desbordadas, el repelente se volvió un bien escaso y en algunos barrios era imposible encontrar vecinos que no hubieran tenido o estuvieran cursando la enfermedad que transmite el mosquito Aedes aegypti. Los cuadros graves se multiplicaban. Hubo 44 muertes, una cifra inédita, que puso a Tucumán entre las provincias con más fallecidos.

Fue la peor epidemia de dengue de la historia, con 84.123 casos reportados. La mayoría de los decesos fue de personas jóvenes y saludables. ¿Qué tuvo este brote a diferencia de los anteriores? Si bien hay muchos factores, según los expertos fueron claves el clima, la indiferencia ciudadana y las cuestiones socioambientales.

En tanto, son cuatro los aspectos que más influyeron para sumar contagios y que serán determinantes en caso de que esta temporada reaparezca con fuerza la enfermedad.

1) El mosquito avanza. Por el cambio climático y porque encuentra muchos sitios donde reproducirse, el Aedes está cada vez más presente. Sobrevive en meses impensados, por ejemplo durante julio, y en sitios como los Valles Calchaquíes, donde antes no llegaba.

Los biólogos comprobaron una alta resistencia del mosquito a los químicos que se usan para las fumigaciones. Asimismo, ha logrado reproducirse en sitios inimaginables: por ejemplo, en charcos.

El virólogo Adrián Díaz, del Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas, evaluó que el incremento de casos graves y de la cantidad de fallecidos tal vez se debió al aumento explosivo de la circulación viral, más de cinco veces mayor comparada con 2023.

Las causas de este brote, según el experto, se relacionan con el incremento de la temperatura y el aumento en la cantidad de lluvias. Si bien en años anteriores las olas de calor fueron récord, atravesábamos un periodo de sequía importante. Este año hubo más precipitaciones y eso incrementó el  número de criaderos de mosquitos.

2) Dengue y pobreza. La relación entre las condiciones socioeconómicas y la salud es muy estrecha. Un estudio realizado por investigadoras del Conicet demostró cómo en aquellos barrios del Gran San Miguel de Tucumán donde hay más necesidades básicas insatisfechas -carecen de servicios esenciales como el agua, viven cerca de basurales- es más probable enfermarse de dengue.

Susana Lloveras, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, habló sobre cómo influyen la acumulación de residuos, los reservorios urbanos de mosquitos, la falta de provisión adecuada de agua y otras necesidades, y la urbanización desordenada.

3) Serotipos. La doctora Giselle Rodríguez, del Instituto Superior de Entomología (Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la UNT), opinó que la gran cantidad de contagios se debió a la co-circulación de los serotipos DEN-1 y DEN-2. El dengue tiene cuatro serotipos en total. Hasta 2023 el serotipo que solía circular era el 1. Luego ingresó el 2, que encontró a toda la población susceptible a adquirirlo.

Si bien la infección con una de las variantes genera inmunidad permanente al serotipo adquirido, se corre el riesgo de padecer un cuadro grave si un paciente se enferma con un segundo serotipo. Esta es otra de las explicaciones de por qué fue tan grave la última epidemia.

4) Adiós a la estacionalidad. Antes, las epidemias de dengue ocurrían cada cinco o siete años. Ahora tuvimos dos brotes seguidos. Además, en algunas provincias del NEA hubo transmisión sostenida de la enfermedad. En Tucumán el dengue ya no se concentra en el período estival de altas temperaturas, sino que la transmisibilidad puede darse durante meses como julio. También se registraron casos aislados en octubre y en noviembre.  

Según Rodríguez, la desaparición del periodo interepidémico (el tiempo entre epidemias sucesivas) podría estar indicando un proceso de endemicidad. En otras palabras, tendríamos que acostumbrarnos a tener dengue todos los años. Inviernos menos fríos y mosquitos más resistentes a temperaturas bajas son las condiciones ideales para la enfermedad.

Lo que se viene. Los expertos creen que la Argentina se encuentre en la antesala de un brote similar al vivido a comienzos de este año. Ya hay contagios en varias provincias y el traslado de personas, en especial durante las fiestas de fin de año y las vacaciones, suele ser determinante.

¿De qué dependerá lo que pueda ocurrir? Del clima, de la acumulación de basura, de la presencia de recipientes con agua en los hogares. La evolución de una posible epidemia también tiene que ver con el tipo de virus que ingrese, explicó Rodríguez. En Tucumán, la complicación vendría si se transmiten ampliamente el DEN-3 y el DEN-4, a los cuales la mayoría es susceptible.

La vacunación iniciada este año sigue vigente en Tucumán y se amplió. Ahora abarca a la población de entre 10 y 49 años. Esto, según los especialistas, ayudará  a mejorar la prospección, y aunque no evitará las infecciones, sí quitará presión al sistema de salud, teniendo en cuenta que hay quienes ya pronostican que este verano podrían circular los cuatro tipos de dengue en el país. No hay que perder de vista la presión epidemiológica que ejercen los países vecinos, como Brasil y Paraguay, donde ya se ha detectado la presencia de todos los serotipos.

La Provincia adquirió 200.000 dosis de la vacuna, de las cuales se habían colocado 90.000 hasta el 20 de diciembre. Lo curioso es que mientras en las farmacias es casi imposible conseguir la vacuna, en el sistema sanitario sobran dosis. ¿Falta más compromiso por parte de la sociedad? En los operativos que realizan los agentes sanitarios siguen encontrando muchos criaderos de mosquitos, a pesar de que ya sufrimos cinco epidemias desde 2009 y que hemos escuchado hasta el cansancio que el Aedes se reproduce en recipientes que acumulan agua.

La posibilidad de un nuevo brote es una incertidumbre. Sabemos que el dengue promete quedarse en la región por mucho tiempo. Importa la cuestión climática, pero no es menos relevante el cambio cultural que esta enfermedad nos exige: empezar por casa, limpiar, sacar los cacharros acumulados; luego, que las autoridades terminen con los basurales y que las ciudades crezcan de forma ordenada.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios