Esa mezcla de alegrías y tristezas, cuando se acercan las fiestas, creo que a todos nos pasa... cuando somos niños, contamos los días para que las fiestas lleguen lo más rápido posible. ¿Por qué? Porque se podía armar el arbolito, el pesebre para el niño Jesús, recibir regalos y jugar con los cohetes. Ser niño es muy simple, es todo sencillo, se puede ser feliz con poco y con mucho, no hay relación en eso. Pero a medida que crecemos nos vamos dando cuenta del significado de las fiestas, de tomar conciencia, de esas miradas tristes, por los lugares vacíos que antes, con la mirada de niño, solo eran sillas que sobraban. Y hoy son lágrimas en el alma. Lágrimas que se deslizan y se funden entre los abrazos de nuestros seres queridos, y aunque muchas veces lloremos, al instante contamos con la fuerza de otros brazos que te ciñen y se suman. Entonces, como todo lo negativo en este mundo, ante el amor se desvanece y continuamos; la vida sigue, con nuevas metas, proyectos y esperanza. Y vemos a los niños jugar con los cohetes y nos contagian de nuevo esa alegría, y están felices porque al otro día seguro el Niñito Dios les dejó algo. Y como cristianos estamos felices porque renovamos el contrato, porque nacieron nuevamente la fe, la esperanza y el amor. Y si bien somos consciente de todo lo ganado y lo perdido durante el año, esperamos uno nuevo, con nuevas fuerzas, con ganas de pelearle y conseguir lo que nos propusimos y tal vez no alcanzamos, o de alcanzar otro objetivo más grande todavía. Para estas fiestas les deseo, las mejores bendiciones para sus vidas y sus familias. Que el Señor llene de alegría, paz y felicidad cada hogar, a pesar de las pruebas -todos las tenemos- solo debemos pedir fortaleza. Sé que vivimos días tremendos, de una angustia e inseguridad total; que todos,nos sentimos vulnerados e impotentes ante tanto daño, pero no permitamos que eso destruya el espíritu de Navidad, que no nos prive de hacer lo que queríamos, de compartir con el que es menos dichoso, de cobijar al que no ha tenido con quién pasar la Nochebuena. Entre todos podemos cambiar la tristeza en alegría, el lamento en baile. Nunca nos olvidemos que una hermosa flor está formada por pequeños pétalos. Y que somos hijos del creador de los cielos y la tierra, ´y si Dios es con nosotros, ¿quién puede en contra? Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.
Elisa Angélica Pombo