Las medidas económicas impulsadas por Javier Milei sorprenden por lo rotundas cuando la sabiduría convencional hubiera apostado por el gradualismo debido a la necesidad de negociación de un PEN en minoría legislativa. ¿Cómo fue posible? Por lo mismo por lo que ganó la presidencia: el rechazo a las estructuras partidarias entonces vigentes más el desastre económico y político heredado. Claro que ayudaron la desorientación del PJ, la falta de liderazgo en la UCR y la colaboración del Pro, muchos radicales y miembros de partidos menores. Además, el oficialismo debió ceder algunos proyectos. La imagen es más que lo realizado pero refleja la profundidad sustancial de lo que sí se hizo.
Lo básico, el superávit fiscal. Con él se terminaron los préstamos del BCRA al gobierno, causa de la emisión inflacionaria. Y como el Central ya no esteriliza emisión pidiendo dinero a los bancos comerciales éstos pueden dirigir esos recursos hacia préstamos al sector privado. En paralelo hubo saneamiento de la entidad mediante la asunción por el PEN de la deuda del Banco, como habría sido si hubiera intentado colocar papeles en el mercado en vez de pedirle al BCRA y que luego éste se endeudara para sacar el dinero que le había dado al gobierno. Un sinceramiento de deuda.
De la mano de reformas, nuevos créditos, blanqueos y solución del pasivo que dejó el gobierno anterior por importaciones a las que no se abasteció de los dólares comprometidos (unos 54.000 millones), el mercado de capitales creció. La crítica de siempre: típico favoritismo capitalista por la bicicleta financiera. Claro que hay bicicletas, claro que hay especulación (en toda acción humana la hay) pero a veces este mercado anticipa a la economía “real”. Se trata de costos hundidos. Ya que en lo financiero son menores es más fácil retirarse y los primeros audaces aparecen ahí. Si luego las expectativas se materializan siguen “los ladrillos” en parte desde el flujo financiero generado en la Bolsa.
Algo ya se vio. Las medidas básicas reordenaron la economía. Precios relativos menos distorsionados, inflación reducida, paulatina apertura del comercio exterior, se reflejaron en aumentos mensuales desestacionalizados del Estimador Mensual de Actividad Económica, del uso de la capacidad industrial instalada y de las ventas y la producción por Pymes. La Bolsa crece, sí. La economía real también. Junto a ellas la toma de mano de obra (poco) y los salarios reales. Es temprano para celebrarlo pero por ahora luce como salida de la recesión.
A futuro también ayudará el RIGI, que hoy atraería más a los interesados en sectores que hubieran crecido con o sin Milei. Para el resto habrá que esperar los resultados de las elecciones de octubre como señal de la probabilidad de que se consolide el rumbo. También que se apruebe algo similar para las Pymes (la diputada Paula Omodeo presentó un proyecto), aunque sería más complicado. Las malas leyes laborales y los malos impuestos locales (como Ingresos Brutos) afectan a todos pero las grandes empresas tienen más espaldas para aguantarlos. Por eso haría falta coordinar más con las provincias iniciativas como la mencionada.
Ahí aparece un punto flojo: no hay presupuesto nacional aprobado para 2025. Tal vez el gobierno crea que le conviene por mayor discrecionalidad en aplicar la recaudación siguiendo la ley de administración financiera, pero cuidado. Institucionalmente no es lo mejor. Un presupuesto representa el acuerdo social sobre el uso de los recursos comunes así como límites al comportamiento de los gobiernos. Dentro de esos límites Presidente y gobernadores planifican su acción. Si no existen, cada paso del gobierno nacional que requiera sanción legislativa o que no se quiera que sea frenado en el Congreso deberá ser negociado en particular con los gobernadores que influyen en diputados y senadores, que con seguridad pedirán obras, alivios financieros o medidas equivalentes que repercutan en votos. Conseguir mayorías o el tercio bloqueador de insistencias contra vetos puede resultar más caro que teniendo un presupuesto. Bajo esas condiciones es imposible pensar en planes generales de obras públicas, importantes para el crecimiento sostenido que reduzca desigualdades regionales.
Otro punto clave que tendrá evaluación electoral es la pobreza. Se habría reducido la medida por ingresos, una línea muy sensible a la inflación. Por lo tanto las variaciones de precios pueden poner a millones de personas por encima o por debajo sin que haya cambiado sustancialmente su situación. Al menos la AUH está ahora en 93.279 pesos cuando fue de 20.661 pesos en diciembre de 2023. Creció 106 por ciento en poder de compra. Pero el cambio estructural llegará con la educación y la inversión. O sea, el alivio real y extendido es trabajo de muy largo plazo.
De todos modos, hay riesgos. Un dólar cada vez más barato ayuda con el IPC (no con la inflación) pero complica las actividades internas; hasta Milei lo admitió en una entrevista. Esto ya se vio antes, podría advertir alguien. Dólar barato, estabilidad de precios, mejora de ingresos, reactivación económica y luego la divisa se vuelve en contra, como los flujos financieros. Pero hay diferencias. La principal es el superávit fiscal. Además de la ausencia de emisión inflacionaria tampoco hay exceso de pesos que hagan peligrar las reservas del BCRA. Y como recordó el economista tucumano Juan Pablo Nicolini, la historia argentina muestra que déficits crónicos implican crisis recurrentes y que los mejores períodos de crecimiento coinciden con cuentas públicas responsables.
¿Se podrá avanzar en 2025 hacia un orden económico sólido que sostenga el desarrollo? Es año electoral y habrá mayor discusión pues aunque los partidos no terminen de reorganizarse las urnas darán un eje de trabajo. En ese contexto se destaca el desafío de la devaluación del real brasileño, que complica bajar aquí el ritmo de revaluación del dólar aunque una menor inflación ayudaría al valor real del peso así como menores costos internos de producción, tales los tributarios, burocráticos y de juicios laborales. Que sea posible debatirlos con seriedad no puede asegurarse.