27 Diciembre 2024
Cuando el árbitro marcó el final del duelo decisivo, las lágrimas de felicidad se mezclaron con los abrazos apretados en una de las canchas de Las Cañas. De Taquito FC acababa de conseguir lo que parecía imposible: ganar la “Copa de Oro femenina” del torneo clausura 2024 de manera invicta. Ese logro deportivo fue un triunfo cargado de emociones, unión familiar y esfuerzo compartido.
En 2022, durante una despedida de soltera entre amigas del secundario, nació la idea. Lisa Cabello, una de las invitadas, propuso formar un equipo de fútbol como excusa para poder verse más seguido. De esa manera se gestó el equipo al que pronto se sumaron Alina Masmut (otra de las invitadas de la despedida) y sus hermanas Virginia y Valentina. Sin técnico y con dos semanas para prepararse recurrieron a Gastón Masmut, hermano de Alina, Virginia y Valentina, quien asumió el rol de entrenador.
“No teníamos idea de jugar al fútbol, pero confiamos en Gastón porque sabíamos que nos podía guiar. Esa confianza fue clave”, recuerda Virginia, odontóloga y pieza fundamental del equipo.
En sus primeros torneos, los resultados fueron esquivos: tres finales de plata, pero sin poder lograr el título. Sin embargo, el grupo nunca perdió la fe ni la pasión. “Los campeones son los grupos, no los equipos. Y nosotros formamos un grupo hermoso que siempre creyó que podía lograrlo”, reflexiona el DT.
2023 fue un año de pausa para De Taquito. Alina fue madre y el equipo dejó temporalmente las canchas. Pero 2024 marcó su retorno con un objetivo claro: dejar el corazón en cada partido.
“No hay categorías de edad como si las hay en el masculino. Casi todas tenemos más de 30, muchas somos mamás y jugamos contra chicas de 20 años. Pero lo compensamos con esfuerzo y trabajo en equipo”, explica Alina, quien es la mayor de las hermanas y ejerce su profesión como abogada.
El sacrificio dio resultado: de 15 partidos, De Taquito ganó 14 y empató uno. Valentina, la menor de los cuatro hermanos y estudiante de nutrición, se destacó como segunda goleadora del certamen, mientras que Virginia anotó el gol decisivo en la final.
De Taquito fue un refugio en medio de la rutina diaria. Gastón, además de ser contador y jugador de El Zeta (equipo bicampeón del torneo), considera que su conexión con este grupo fue especial. “Es mi familia; un sentimiento que no tuve con ningún otro equipo. Dirigir a mis hermanas es lo más lindo del mundo. La vida se trata de recuerdos y esta copa nos queda para siempre”, comparte emocionado.
El apoyo familiar también fue clave. Su padre, presente en cada partido, se convirtió en el hincha “número 1” del equipo, y Micaela (novia de Gastón), un pilar fundamental.
En la final, una anécdota quedó grabada en la memoria de todos: sin arquera titular debido a una suspensión, Valentina Rodríguez se calzó los guantes y atajó todo, en un actuación clave para el título. “Dejó de ser sólo un deporte, es nuestro día de encuentro familiar”, confiesa “Valucha”.
“Siempre confié en el potencial de las chicas. Todo este proceso nos unió como equipo y como personas. Fue un sacrificio enorme, pero valió la pena”, añade Virginia.
En un cierre de año perfecto, De Taquito FC se consolidó como un ejemplo de que el deporte puede ser mucho más que una competencia. Hoy para este grupo es un espacio de encuentro, de pasión y de memorias que durarán para siempre.
“Era tan importante para nosotros ganar este campeonato que si hubiese tenido que elegir, habría sacrificado mis trofeos con El Zeta por esta victoria”, concluye Gastón, entre risas, mientras recuerda con orgullo cada momento vivido junto a sus hermanas y el resto del equipo.
Ya con la “Copa de Oro” en sus manos y los corazones repletos de alegría, De Taquito demuestra que la unión y el trabajo en equipo son la fórmula perfecta para alcanzar cualquier meta. (Producción periodística: Sofía Lucena)
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