

La familia Tesuri es un ejemplo de cómo el deporte puede ser un legado compartido y una pasión que une. Los cinco hermanos de esta historia crecieron frente al corsódromo José Luis Gestro, en el corazón de Gualeguaychú. Sin embargo, todos evitaron los flashes del carnaval y se volcaron a su amor por la actividad física, con esfuerzo y disciplina, que desde su niñez se convirtieron en sus valores fundamentales y en un estilo de vida.
Desde María Luz, una atleta profesional que compite por Argentina, hasta Bárbara y Renzo, quienes hoy son las caras visibles del fútbol, cada uno ha recorrido su propio camino, dejando huellas en el mundo del deporte.
Bárbara Tesuri, la más joven de los cinco hermanos, recuerda con nostalgia los comienzos de la familia en el atletismo. “Desde los ocho años, todos mis hermanos y yo estuvimos ligados al deporte. Empezamos con atletismo porque mi papá no dejaba que mi hermano Renzo jugara al fútbol. Él decía que se iba a aburrir, que le podía pasar lo mismo que a mi hermano mayor, quien jugó un tiempo pero luego dejó. A mí no me dejaba jugar porque era mujer”, cuenta Bárbara.

En ese momento, en las calles de Gualeguaychú, comenzó a gestarse el futuro de los Tesuri bajo las órdenes del “profe” Zapata, como recuerda “Barby”. “Nos divertíamos mucho. Era un momento para compartir y disfrutar en familia, aunque con el tiempo cada uno fue tomando su propio camino”, explica la jugadora de Tigre, en la tercera categoría del fútbol argentino.
La diversidad de carreras dentro de la familia Tesuri es notable y confirma lo expresado por Bárbara. María Luz es atleta profesional de fondo y medio fondo, y representa a Argentina en competencias internacionales desde su residencia en España. Armando fue jugador de fútbol en Gualeguaychú antes de dedicarse a su actual profesión como maquinista. Jesica es profesora de Educación Física, una carrera que también eligió Bárbara. Renzo es futbolista profesional y actualmente juega en Atlético. Bárbara se desempeña como defensora en el equipo femenino de Tigre y combina el fútbol con su labor como docente.
Aunque el atletismo fue el primer amor, tanto Bárbara (26) como Renzo (28) siempre tuvieron interés por el fútbol, pero su contexto no les permitió explorar ese sueño hasta la adolescencia. “Yo recién a los 14 o 15 años empecé a jugar al fútbol, pero no en clubes, sino con amigas. Fue mucho después que decidí probar suerte en un equipo formal. Mi hermana Jesica fue quien me impulsó, llevándome a las pruebas en Tigre. Ella decía que se iba a probar, pero al final me engañó, porque también llevaba mi ropa para que yo me probara. Al final, quedé yo”.
Desde 2021, Bárbara forma parte del equipo femenino de Tigre, donde juega como lateral izquierda. Aunque el club le brinda apoyo logístico, como ropa y cobertura de viajes, la realidad económica del fútbol femenino en categorías menores es desafiante. “Todavía no podemos vivir del fútbol. Muchas de nosotras trabajamos además de jugar. En mi caso, ejerzo como profesora de Educación Física en un colegio privado”, explicó la defensora.
El fútbol también se convirtió en un puente que une aún más a Bárbara con su hermano Renzo, quien ha construido una carrera profesional destacada, con pasos por clubes como Godoy Cruz, Ferro y Atlético Tucumán. Bárbara lo define como un jugador incansable. “Siempre le digo que es insoportable en la cancha, porque lo ves en un lado y cinco segundos después está en el otro. Es admirable cómo lucha cada pelota”. Según Bárbara, en los picados familiares, Renzo sigue destacándose, aunque sospecha que a veces da ventaja. “Hace poco jugamos un tres contra tres y le ganamos por uno. Él dice que no dio ventaja, pero yo no estoy tan segura”, comenta entre risas.
Justamente en ese contexto familiar se dio la foto que se viralizó en las redes sociales, en la que se veía a Renzo posando con la camiseta de Tigre, mientras los “Matadores” fantaseaban con la llegada del volante ofensivo. En Tucumán, los hinchas del “Decano” quedaron alertas. Todo fue aclarado por el propio jugador, quien agradeció públicamente a “Barby” por haberle regalado la camiseta de Tigre.
Más allá de las bromas, el vínculo entre los dos está marcado por el apoyo mutuo. Bárbara explica que, cuando las cosas no van bien en la cancha, siempre están ahí para animarse. “Cuando no logramos el ascenso con Tigre, él me escribió para decirme que no me preocupara, que esas cosas pasan. Es lindo tener ese respaldo, lo mismo pasa cuando a él en Atlético no le salen las cosas bien”, relata la jugadora.
Aunque la familia no suele hablar mucho sobre sus logros deportivos, Bárbara está segura de que sus padres están orgullosos. “Ellos siempre nos apoyaron, incluso cuando el fútbol no era una opción popular para las mujeres. Mi papá, que al principio era más estricto con Renzo, ahora está feliz de vernos cumplir nuestros sueños”.
La humildad es un rasgo que define a Renzo y que Bárbara admira profundamente. “Es muy querido en todos los clubes donde jugó, no solo por cómo juega, sino por cómo es como persona. Siempre se esfuerza y da lo mejor, y eso se nota tanto en la cancha como fuera de ella”.
Bárbara es optimista respecto al crecimiento del fútbol femenino en Argentina, aunque reconoce que aún hay mucho por hacer. “Es un sueño pensar que, algún día, podremos equipararnos al fútbol masculino en términos económicos. Hoy en día, la mayoría de las jugadoras trabajamos además de jugar, porque no podemos vivir de esto. Sin embargo, ver que las hinchadas empiezan a apoyarnos, que ya no solo son familiares en las tribunas, es un paso adelante”. En ese sentido, para Bárbara, el cambio en la sociedad ha sido clave. “Antes, que una chica jugara al fútbol era mal visto. Hoy, los padres apoyan a sus hijas y entienden que pueden tener los mismos sueños que los varones. Eso es lo que está haciendo la diferencia”, remarcó.
La historia de los Tesuri es una prueba de que el deporte no solo forma atletas, sino también seres humanos comprometidos, humildes y apasionados. Desde el atletismo hasta el fútbol, cada uno de los hermanos está dejando su marca, pero lo que más los define es el vínculo inquebrantable que los une. “Somos una familia que siempre se apoyó en todo. Eso es lo que nos mantiene fuertes, dentro y fuera de la cancha”, concluye Bárbara.