“Mesa con ruedita” se había sugerido en las redes sociales al hablar del pronóstico para la Nochebuena y Navidad. Es que no se logró un consenso entre poner la mesa dentro de la casa o fuera de ella porque el Servicio Meteorológico anticipaba lluvias intensas para la previa de la medianoche y también para la madrugada. Poco menos de dos horas antes del brindis de las 12, un buen número de tucumanos debió trasladar su mesa para resguardarse de la tormenta que azotó gran parte de la provincia. Pero no fue el caso de todos los tucumanos, porque algunos –a miles de kilómetros, dispersos por latitudes lejanas– debieron resguardarse de otro fenómeno meteorológico: la nieve.
Un grupo de personas con un sweater de lana rojo y verde; botas altas y abrigadas; y de fondo un paisaje blanco cubierto por la nieve. La escena podría describir más de un póster de película navideña, pero para estos tucumanos se trató de una realidad vivida en carne propia. Cinco jóvenes tucumanos contaron cómo es vivir la Nochebuena bajo el manto blanco de hielo cristalizado.
Navidad bajo cero en Copenhague
A las 20 –hora argentina–, Dinamarca llegaba a su medianoche y un grupo de tucumanos en Copenhague, capital del país nórdico, brindaba con empanadas de por medio. Valentín Sobral, de 27 años, formaba parte del grupo. Es la tercera Navidad que pasa fuera de su hogar. En 2021 decidió emigrar para buscar un destino que le diera una calidad de vida diferente y la encontró a más de 11.000 kilómetros. “Este año el invierno está siendo menos duro que los años anteriores, para esta Navidad tuvimos -2 °C de sensación térmica”, cuenta Valentín y explica que el año pasado la temperatura llegó a -12 °C. Si bien el martes no nevó, sí pasó días atrás: la primera nevada del año llegó para dejar su velo blanco sobre Copenhague.
En Dinamarca el inicio de diciembre marca también la apertura de los mercados navideños. “La gente sale a pasear y a tomar Gløgg, un vino caliente con frutos secos y pasas de uvas, ¡muy rico, por cierto!”, cuenta Sobral. “A diferencia de nosotros –dice en un plural en el que todavía se identifica como tucumano–, en Europa no se festeja tanto Nochebuena. Se da más importancia a la cena navideña, las familias suelen pasar todo el día reunidas”. El joven tucumano destaca dos aspectos que le sorprendieron del país escandinavo. En primer lugar, el Boxing Day o Juledag, una segunda Navidad que se repite el 26 de diciembre. Por esta festividad, todos los negocios permanecen cerrados al igual que el 25. En segundo lugar, el armado de los árboles: en Dinamarca no hay arbolitos sintéticos, sino que las familias buscan sus propios pinos reales para llevar dentro de casa y llenar de luces y bolas rojas y brillantes.
Copenhague tiene sus propias reglas gastronómicas para Navidad. Las carnes de pato, ganso y cerdo asado se destacan en los platos principales. También es frecuente tomar Ris à l'amande de postre: una especie de arroz con leche y trocitos de almendra que se sirve con ensalada de cerezas caliente. Pero el grupo que celebró el martes con Valentín Sobral está compuesto en su totalidad por tucumanos y las empanadas los acompañaron en Nochebuena: “Para sentirnos como en casa”.
Esquí, fondue y luces navideñas en Los Alpes
A poco más de 1.200 y 1.500 kilómetros al sur de Copenhague, dos tucumanas disfrutaron su Nochebuena en Francia. Carla Correa y Lourdes Polti, ambas de 29 años, eligieron un destino perfecto para graficar la Navidad en invierno: los Alpes franceses. Correa se encuentra en Huez y viajó hasta allí para aprender a esquiar. “Todavía no encontré un instructor que hable español”, cuenta entre risas. Polti, en cambio, pasó la previa de la Navidad unos kilómetros más al este, en Montalbert. Llegó al pequeño pueblo nevado el invierno pasado para conocer los Alpes.
“La pasamos con amigos que hicimos en el hotel en el que estoy. Pero no es una cena como la que estamos acostumbrados. De hecho, cada uno está en la suya y además se cena a las 19 como muy tarde”, dice Carla Correa. En Montalbert, en cambio, el ambiente fue distinto. “Aquí en Francia hay mucho ambiente navideño, en la montaña igual ¡y la nieve le da el toque más de película!”, cuenta Lourdes Polti, que a las 22.30 –18.30, hora argentina– se reunió con su pareja y un grupo de amigos de Chile, Rumania, Francia y Portugal para cenar. Aunque la experiencia fue distinta para esta joven tucumana, buscó llevarla a lo que más conoce. Después de compartir con el grupo internacional, siguió una fiesta “más argentinizada”.
Aunque para Correa todo es diferente en Huez y a la Navidad le falta “alma y espíritu”, los pinos vestidos con luces de colores y las decoraciones navideñas no faltan en las fotos y paisajes que comparte. Además, el campo blanco y las pistas de patinaje imprimen un diferencial respecto al calor tropical que solía marcar sus fiestas. Por su parte, Polti decidió aprovechar esas pistas para pasar el día de Navidad con la familia de su pareja esquiando.
En los Alpes, el ingrediente preferido es el queso en todas sus variantes. Es un infaltable en las comidas. La raclette, por ejemplo, es pura esencia alpina. Se trata de una presentación de queso fundido más liviana que la fondue, ambas siempre presentes en las festividades francesas. Otra de las recetas de las que disfrutó Polti es la tartiflette, un plato de pastas con queso reblochón que suele acompañarse de una ensalada de hojas verdes con una salsa de mostaza.
Navidad de trabajo al norte de España
Al norte de España, Panticosa –un pequeño pueblo de 800 habitantes– cuenta con un complejo de tres hoteles y restaurantes rodeado por las montañas. Allí, en el límite con Francia, Ana Paula Paolantonio inició su Navidad. La joven de 28 años vive con su esposo en Málaga –en la costa sur de España–, pero juntos aplicaron a diferentes puestos de trabajo en el norte para hacer temporada de invierno y ahorrar. “El martes no nevó, pero el lunes sí y para Navidad amaneció todo cubierto de nieve”, cuenta Paolantonio y destaca que, a pesar de la intensidad de la precipitación helada, aún faltan unas semanas para que lleguen las más fuertes. Las condiciones climáticas de la semana fueron suficientes para que en la Navidad de Panticosa predominara el color blanco en el paisaje exterior.
La Nochebuena, según relata a LA GACETA, fue atípica para la pareja: es el primer año que pasan el 24 trabajando y no reunidos con seres queridos desde que dejaron Argentina. “Pasamos con algunos compañeros luego de terminar la jornada, brindamos, comimos algo y nos fuimos a dormir porque el martes arrancábamos tempranito”, contó. Es que la temporada de invierno empezó hace apenas unos días –el 21 de diciembre– y los turistas empezaron a llegar enseguida. A 10 minutos de Panticosa hay pueblos con pistas de esquí, la principal atracción de la zona para los visitantes.
“En España en general no festejan Navidad como estamos acostumbrados en Argentina. El 24 se juntaron a comer familias y parejas. Terminaron de cenar cerca de las 22.30, hicieron un rato sobremesa, se levantaron y se fueron. No hacen brindis, no hay ‘feliz Navidad’, ni nada”, detalla extrañada una tucumana acostumbrada a recibir el 25 con una familia numerosa. “Para nosotros va a ser el cuarto año que no pasamos las fiestas en Tucumán y se siente muchísimo la diferencia entre estar en tu hogar, en tus costumbres, y estar en otro lado. Quedás sorprendido”, asegura.
Respecto a las comidas, la nieve condiciona la elección de los platos. Un punto en el que Panticosa coincide con la Navidad argentina es el banquete de Nochebuena. La fiesta se aprovecha esencialmente como una oportunidad para reunirse a comer. Más allá de eso, “para ellos es un día más”, detalla Ana Paula. “Al hacer frío hacen mucha comida, muchísimas cosas calientes”, asegura Paolantonio y cuenta que las sopas y los caldos son los platos preferidos para aplacar el frío exterior.
Navidad de película en Alemania
María Elena Gaya y su pareja Facundo están en Alemania desde el 27 de octubre. Pero su viaje fuera de Argentina empezó el año pasado con Francia como primer destino. Si bien el pronóstico anticipaba nieve para Navidad, finalmente la gran helada no llegó. Pero sí lo hizo días antes, por lo que el paisaje de Leipzig, una ciudad de 625.000 habitantes, se vistió de blanco. Para Gaya, la ciudad destaca por su hermosa arquitectura con construcciones de techos a dos aguas que sirven para evitar la acumulación de nieve.
Su Nochebuena empezó en grupo: se reunieron con otros argentinos para compartir la cena y hacerse compañía. En la mesa no faltaron los sanguchitos de miga. Pero, según cuenta Gaya, la bebida típica de Leipzig es el glühwein, un vino caliente para aplacar el frío que se vende en los mercados navideños y que ya forma parte de la tradición de la ciudad.
“Donde estoy hay un mercadito navideño grande y muy hermoso que parece sacado de una película navideña. También decoraron todas las casas y se puede ver mucha gente con ropa y accesorios navideños en el día a día”, detalla María Elena. Como diferencia destaca que la baja temperatura cambia todo. Además, considera que los tucumanos son “más divertidos”. Una sorpresa que se llevó en Alemania fue que los regalos no son llevados –según creen los niños– por Papá Noel, sino por el Niño Jesús. San Nicolás, en cambio, llena los zapatos con caramelos en la madrugada del 6 de diciembre.