Dormir con calor puede ser de las experiencias más sufridas. Despertarse en medio de la noche empapado por la transpiración y con un deseo desesperado de consumir agua no es lo que se consideraría como un descanso reparador. En el verano de temperaturas acaloradas extremas, conciliar el sueño sin un aire acondicionado en la habitación puede parecer imposible, pero existen algunas estrategias para lograrlo, según la ciencia.
Descansar en medio de temperaturas de más de 30 grados puede ser desesperante, una experiencia a la que nos vemos obligados si no contamos con un equipo de climatización. Allí es cuando el ingenio nos lleva a elaborar todo tipo de artificios para poder descansar plácidamente, mientras que la ciencia aún guarda como pendiente definir concretamente cómo dormir en épocas de calentamiento global y temperaturas extremas.
¿Por qué no podemos dormir con calor?
A pesar de que no exista un manual definitivo proporcionado por la ciencia para dormir en verano, el libro “Guía clínica sobre los desórdenes en el sueño en niños y adolescentes”, destaca algunas conclusiones para un buen descanso. Entre ellas, un debate sobre la temperatura ideal para dormir, que algunos especialistas advierten tiene que ser de unos 18,3°C. Aunque no hay consenso sobre este número, sí existe una certeza fundamental: dormir con calor es objetivamente una mala idea.
Hay investigadores como Malcolm von Schantz, neurocientífico del sueño en la Universidad de Surrey, que cree que la razón es evolutiva: "como especie, somos animales diurnos". Es decir, "hemos evolucionado para dormir durante la noche, cuando hace más frío y se está oscuro". Por eso, los cambios de temperatura nos indican que algo no está funcionando bien: sirven como un 'reloj natural' y nos despertamos.
Comprobado científicamente que el calor afecta nuestro descanso y sin la disponibilidad de un aire acondicionado, encontrar estrategias para dormir en el calor puede ser una prioridad. Un repaso de la literatura científica realizado por un artículo del medio científico Xataka destaca dos grandes temas: los consejos para sustituir el aire acondicionado (es decir, para enfriar o impedir que se caliente el espacio donde dormimos) y las recomendaciones para usar nuestras propia fisiología para ayudarnos a conciliar el sueño.
Estrategias para dormir en el verano: cómo enfriar la habitación sin contar con un aire acondicionado
El primer movimiento es hacer todo lo posible para evitar que la habitación se caliente durante el día e introducirlo en nuestra práctica habitual. Los expertos recomiendan escoger la habitación más aislada del lugar y, si es posible, la más baja también (el calor tiende a subir a las plantas superiores).
Una vez seleccionada, hay que aislarla cerrando ventanas, puertas y persianas durante el día. Cuando cae la noche, la temperatura exterior suele bajar: es el momento de abrirlas y crear una pequeña corriente que refrigerará toda la casa. También nos puede ayudar algún ventilador, especialmente si es programable y podemos activar un apagado automático cuando calculemos que estaremos dormidos.
Además de eso, buscá ropa ligera de cama (las fibras naturales absorben mejor el sudor que las sintéticas) y pijamas de verano (o ningún pijama). Con el calor, el sueño se vuelve fragmentario y es mejor que estemos lo más frescos posibles. Y además de las fibras naturales y la bajada de persianas.
Estrategias para dormir en el verano: cómo aprovechar las virtudes de nuestra fisiología
Como decíamos, el agua puede ser un gran aliado según como la utilicemos. Aquí es donde entra usar nuestra fisiología de forma inteligente: una ducha puede venir bien para mejorar la sensación térmica, aunque también puede hacernos sentir más frío y hace que transpiremos menos. Esto es un problema porque, recordemos, el sudor, como la lengua en los perros, es nuestro principal sistema biológico de refrigeración.
¿Fría o caliente? En este caso, es cuestión de preferencias: las dos opciones parecen razonables, y aunque en principio la ducha fría parece más interesante hay expertos que se inclinan a recomendar una ducha caliente en una cálida noche. La ducha caliente aumenta la humedad del ambiente y cuanta más humedad haya en el ambiente, más difícil será que nuestro sudor se evapore - y que esa evaporación reduzca nuestra temperatura. Por eso, no es mala idea usar deshumidificadores.
También se recomienda no hacer ejercicio de manera demasiado cercana a la hora de acostarse, debido al aumento de temperatura corporal que produce. Así, el ejercicio durante el día o de manera más anticipada al sueño sí es una ayuda porque así contribuye al cansancio y a que no entre el sueño, pero a tiempo para que nos podamos relajar tras esa ducha (sea o no caliente).
La última idea relacionada con el agua es dormir (ligeramente) mojados. Este es un "remedio" que data de los tiempos de los egipcios que usaban esteras o alfombras humedecidas para poder conciliar el sueño en las orillas del Nilo. No es ninguna locura, aunque reconozco que para ello hay que practicar un poco. No es sencillo dormir cómodamente si estás mojado.