La reciente entrega de premios de LA GACETA a los deportistas destacados de la temporada 2024 reafirmó la saludable costumbre de reconocer el esfuerzo y el talento. Y también ratificó lo ejemplar de la actividad, que supera una a una las dificultades para intentar ser cada día mejor y más competitiva, brindándole a la sociedad espejos que le sirven de motivación. Y en esto de enfrentar escollos y superarlos no solamente están los jóvenes que se multiplican en las más diversas disciplinas, sino también los más experimentados e incluso consagrados, tal el caso de Nicolás Sánchez, el rugbista que resultó ganador del Gacetero de Oro.
Historias de sacrificio; de sueños; de búsquedas personales y grupales; de desafíos ante la falta de apoyo, son las que afloraron en las entrevistas con los protagonistas que pudieron verse en vivo en LG Play. Todo lo comentado al aire, de alguna manera, representa una síntesis de lo que le pasa a los deportistas de Tucumán en particular y al deporte en general.
Si hay algo en lo cual quienes siguen de cerca al deporte están de acuerdo, es que sin al menos una dosis de sacrificio, el éxito no es posible. Y que si este no se consigue, hay que intentarlo una y otra vez poniendo lo mejor de cada uno hasta que esa posibilidad se haga realidad.
Esto ocurre tanto en las disciplinas amateurs como profesionales. Las ediciones de LA GACETA, en papel y en su versión digital, además de lo que se muestra en las plataformas de redes sociales y en la televisión, son una vidriera permanente, todo el año, de cuánto se hace en toda la provincia siguiendo ese objetivo, acompañando en ese camino aunque no todos lleguen a la meta. Como relatores de esta realidad, se entiende perfectamente que cuanto mayor es la adversidad que enfrenta el deportista, mayor es el sacrificio y, por lo tanto, mayor la emoción.
El deporte entendido como una metáfora del deseo humano es un concepto que acunó hace más de un sigloel filósofo español José Ortega y Gasset. En un principio, él entendió el empuje que guiaba al deportista como el de un deseo noble e imparable. Luego siguió su evolución durante más de una década. En un tiempo aun dominado por el amateurismo, sostenía que el deportista da lo mejor a cambio de nada, que hace deporte por el placer de hacerlo o porque quiere, que da su esfuerzo sin buscar recompensa material alguna. En definitiva, Ortega entendía el espíritu deportivo como un paradigma del estado anímico con que el hombre crea, avanza y progresa.
Lógicamente con el paso de los años, el advenimiento del profesionalismo cambió en parte aquel pensamiento. Pero la esencia del concepto se mantiene. Y es en ese punto en el que, ya avanzado el siglo XXI, con sociedades híper conectadas y ávidas de nuevas experiencias, aquello de “un deseo noble e imparable” se mantiene inalterable, más todavía cuando se enfrentan vicisitudes de todo tipo para practicar el deporte en lugares del mundo como Tucumán.
Celebrar a nuestros deportistas es celebrar la vida. Con ellos se esparce un mensaje de paz, unión e inspiración. Con ellos, encontramos de manera permanente un fomento a la comunidad, a la cooperación, a la pertenencia y a la comprensión desde diferentes perspectivas.