Tiene que haber sido el mejor año para Mondongo, tal vez, con la adquisición de Calavera #5 en Art Basel Miami Beach.
El empresario, dueño del Malba y Malba Puertos (en Escobar), Eduardo Costantini, pagó el jueves por esa pieza U$S 470.000, luego de que meses atrás haya hecho lo mismo con “Manifestación”, también por una cifra de seis dígitos en dólares. Costantini le dijo al diario La Nación que a esa serie la venía buscando desde hace 10 años en Houston.
Dos semanas atrás, el coleccionista Andrés Buhar pagó U$S 1.270.000 por “Argentina (paisajes)”, una instalación de 45 metros lineales distribuidos en 15 paneles de 2x3 metros y la convirtió en la obra argentina más onerosa.
En la galería Barro también expone la tucumana Lucrecia Lionti; en la Tomás Redrado Art, Mariana Ferrari y Sandro Pereira en The White Lodge.
Un móvil de Julio Le Parc, similar al que se encuentra en el Palacio Libertad, fue vendido por una galería brasileña a € 400.000.
La feria Art Basel cerró una nueva edición en el sur de Florida con una asistencia de más de 75.000 personas, un reflejo de su retorno “con todo su esplendor” caracterizada por una “sólida demanda y ventas excepcionales”, según dijo la organización a la agencia EFE.
“Con más de 280 galerías de todo el mundo y una multitud de coleccionistas, curadores y artistas, la feria ha cumplido su promesa de ser el espacio para las grandes transacciones y el debate de las tendencias artísticas más relevantes. Pero en los pasillos del Centro de Convenciones de Miami Beach también se ha percibido una pregunta que excede esa promesa: ¿están las megaferias de arte, como Basel, en su apogeo, o enfrentan un futuro incierto?”, se pregunta el galerista argentino Lucas Kokogian.