A un año de la asunción de Javier Milei, bajaron la inflación y el precio del dólar, hubo una recuperación de los ingresos y de la capacidad de consumo. Sin embargo, la situación es dispar: mientras que la clase alta reconquista poder adquisitivo, las clases media y baja viven otra realidad en la que la quita de subsidios en los servicios públicos –y el consecuente aumento en las facturas y en los gastos en transporte– conspira contra el bolsillo.
Así lo confirma el último informe Social Mood de la consultora Moiguer, titulado “Del shock a la estabilización”, que mide la evolución de la economía durante el primer año de la gestión de Javier Milei y su impacto en el humor social.
El trabajo, que reflejó el diario La Nación, consignó que “se estabilizan las variables macroeconómicas y las sensaciones de shock e incertidumbre inicial dan paso a una mirada más positiva respecto de la situación del país”. En números, en el primer trimestre de este año, un 49% de la sociedad percibía la situación del país como positiva, mientras que para un 34% era negativa; en el último trimestre del año, esos porcentajes son de 51% y 30%, respectivamente. Otras conclusiones del estudio es que la expectativa de crisis económica se va descomprimiendo y, mientras en el segundo semestre de 2023, esta llegaba al 74%, en el bimestre octubre-noviembre de este año había caído al 35%.
De acuerdo con ese estudio, el cambio en la percepción social está ligado a la recuperación parcial del poder adquisitivo, aunque aún no logra revertir todo el terreno perdido que provocó la política de shock aplicada entre diciembre de 2023 y enero de 2024. El salario formal privado y público (RIPTE) todavía pierde contra la canasta básica total que mide el Indec. A esto debe sumarse una marcada disparidad en la recuperación de la economía de los hogares según el segmento socioeconómico del que se trate.
Al ser consultados para este trabajo sobre la situación de la economía familiar, el 56% de los encuestados de nivel socioeconómico alto dijo estar de acuerdo con que está mejorando de a poco; porcentaje que cayó al 41% en los segmentos medios y al 32% en los bajos.
Respecto del patrón de consumo de esos sectores, Moiguer los divide en “expansivo”, “compensador”, “retraído” y “restrictivo”. Así, el 53% de la clase alta mostró una conducta expansiva, es decir, no redujo sus gastos cotidianos y realizó algún consumo suntuario (salidas, compra de ropa o de electrodomésticos), mientras que en la clase baja, ese porcentaje fue de apenas 18% y, en cambio, el 54% se declaró restrictivo, es decir, redujo gastos cotidianos y resignó algún consumo suntuario. En cuanto a la clase media, la actitud estuvo más repartida: el 37% dijo haber tenido un consumo expansivo y un 26%, restrictivo.
A la hora de explicar las razones de esta fragmentación, la consultora señala el peso de la canasta de servicios en el salario promedio de los hogares. Así, en base a datos de UBA-Conicet, Moiguer estima que el costo de esa canasta, medido en pesos, aumentó 368% entre diciembre de 2023 y septiembre de 2024, en tanto la incidencia en el ingreso, en el caso de la clase alta, saltó del 1% al 2%; en la clase media, del 6% al 13% y en la clase baja, del 15% al 32%.
El trabajo sintetiza la disparidad con la que las distintos niveles socioeconómicos vivieron este año. La clase alta logró recuperarse: retomó consumos que antes había restringido, como viajes al exterior o compra de marcas caras; la clase media pudo sostenerse, ajustando y compensando consumos propios de ese segmento poblacional y la clase baja se dedicó a sobrevivir, con un deterioro tanto en su nivel de vida como en su esperanza en una mejora en el corto plazo.
La edición correspondiente al IV trimestre de este año del informe Social Mood tomó un universo de 1300 casos mensuales, dentro de una población de 16 a 75 años, en el AMBA y en distintas provincias.