“La economía estuvo subordinada a la política todos estos años y ahora es la primera vez que la política está subordinada a la economía”
Acaba de publicar 60 años de casta, libro de memorias en el que repasa su trayectoria periodística con anécdotas e interpretaciones del último medio siglo largo de nuestra historia, desde la visión de uno de los más lúcidos y claros analistas de nuestra realidad. “Fueron los jóvenes quienes dijeron ‘vamos a hacer otra cosa’”, dice a propósito del nuevo ciclo que inauguró la presidencia de Milei.
Por Flavio Mogetta
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
El caso del periodista Osvaldo “Bebo” Granados es bastante particular. Formado como profesor de Letras hizo carrera en el universo del periodista gráfico, radial y televisivo desde su personal manera de analizar, procesar y comunicar la información económica: con sencillez y claridad. Sin embargo, en sus comienzos lejos estaba para él la posibilidad de explicar la economía de un país como la Argentina.
“A comienzos de los ’70, en el despacho del secretario de redacción del diario La Prensa en la Avenida de Mayo, Juan José Navarro Lahitte me dice: ‘desde el lunes próximo usted va a ir a trabajar al Ministerio de Economía’. Yo me niego y me resisto y él me dice ‘no se lo estoy preguntando, va a tener que ir’. Y tiempo después me explicó: ‘sabe por qué lo mandé a economía, porque usted escribe claro y yo necesitaba alguien que escribiera economía para la gente porque hoy (en aquel momento) los economistas escriben para otros economistas y la gente la mayoría de las cosas no entienden lo que quieren decir’”, comenta “Bebo” Granados a LA GACETA Literaria sobre esa decisión que modificó su desarrollo profesional para siempre.
Aquel momento y otros tantos de su vida profesional como personal forman parte de 60 años de casta, editado por Ariel. Un libro que nació durante la pandemia por Covid19 cuando “tenía que trabajar desde casa y a veces tenía que trabajar para la radio por zoom” y se reencontró con viejos amigos “de aquella época”, que le comenzaron a insistir que con todo lo que había vivido tenía que escribirlo. “Dale, ponete a escribir, no seas vago. Anotá todo lo que te acordás y después le vas agregando cosas”, me decían. Así que empecé a anotar varias cosas y me empezó a gustar. Escribí, escribí y escribí y el libro termina con una reflexión sobre lo que está pasando ahora”.
El libro puede leerse en tres dimensiones: la realidad económica-política de la argentina en los últimos 60 años, las transformaciones dentro del oficio de periodista y la esfera privada a partir del vínculo con amigos y sobre todo con Chachi, su mujer. De hecho, 60 años de casta comienza cuando siendo presidente de la agencia Télam en 1974 recibió un balazo en plena redacción en una de sus piernas y cómo su mujer Lidia Elsa Malagón le salvó posteriormente su vida. Por eso “como dijo Cecilia Absatz que descubrió algunas cosas respecto al libro y escribió el prólogo me dijo: ‘En el fondo veo que es un homenaje a Chachi’. Y es merecido porque cuando estaba por partir, cuando era inevitable le dije: ‘yo sin vos no hubiera hecho ni la mitad’. Entonces yo creo que como se lo dije primero en esa frase el libro tenía gran parte de esa frase escribiendo lo que había hecho”.
-El libro también nos muestra cómo era la vida en las redacciones, llenas de bohemia, con largas trasnoches, lazos casi fraternales entre colegas y cómo en los bares o restaurantes de los diarios podían cenar con frecuencia Jorge Luis Borges o Ernesto Sabato, y cómo eso se fue perdiendo.
-Del año ‘60 hacia acá es como si hubiese sido otra cosa diferente. Yo la miro con cierta nostalgia porque la verdad es que fueron momentos lindos, agradables, momentos de compañerismo, de contacto permanente, de hablar, de conocer lo que le pasaba a cada uno en su vida en ese momento, los amoríos del Turco Asís… Por ahí me dicen, ‘lo recordás porque eras joven’. No, lo recuerdo porque siento nostalgia por esa bohemia en la que aprendías de lo que tenías alrededor. No solo de economía. Hablabas con todos. Me gustaba hablar de fútbol con Pagani, sentarme a discutir, era otra cosa, otra vida.
-Mientras recorre su vida y sus pasos dentro del periodismo vamos repasando la historia de la economía de la Argentina en los últimos 60 años.
Enseguida lo marqué, que los ministros de economía que fui conociendo cuando estaba acreditado en el Ministerio de Economía por La Prensa y después por Clarín durante 30 o 40 años, los veía cómo entraban con grandes intenciones y terminaban muy golpeados por la realidad, sin poder hacer ni la mitad de lo que querían porque estaban precipitados por la política. La economía estuvo subordinada a la política todos estos años. Ahora es la primera vez que veo que la política está subordinada a la economía, porque es la primera vez que tenemos un presidente economista.
-El libro termina con una lectura de la Argentina. ¿Qué opinión tiene del presente?
-Es un cambio grande, quizás uno de los más importantes que vi. Un cambio en la conducta, en la forma de pensar, cuando se hablaba de distribuir, todo el mundo hablaba de reducir planes sociales, ayudas, subsidios, etc y ahora la gente te habla del déficit cero, que no se puede gastar más de lo que ingresa… Hay algo que empezó a hacerse carne. Quizá por todo lo que pasó a lo largo de estos años, de tantas décadas, surge algo diferente. Pero surgió a través de los jóvenes que tienen menos de 35 o 40 años. Ellos fueron los que dijeron vamos a hacer otra cosa, como que vieron que durante años pasaba siempre lo mismo y estábamos siempre en el mismo ciclo: remontábamos un poquito, estábamos un poquito en el agua y otra vez volvía la decadencia.
-¿Cómo se puede explicar la relación de los argentinos con el dólar?
-Por la pérdida de fuerza del peso. Cuando fabricás mucho una cosa, cada vez tiene menos valor y necesitas muchos más pesos para comprar algo todos los meses y ya no te alcanza. Entonces decís: “quiero tener un objeto de valor para ahorrar”. Por ejemplo, el Rodrigazo hizo que la gente que tenía plata en el banco perdiera casi todo por la enorme devaluación y se dieron cuenta de algo fundamental, que habían perdido sus ahorros de años y que ya no valía nada el peso y que los tipos que estaban endeudados ganaron. Los que tenían un crédito hipotecario, les costaba más caro pagar el boleto del colectivo para llegar al banco que pagar la cuota del crédito. En cambio los que habían ahorrado en el banco el equivalente para un departamento de dos ambientes, cuanto terminó el Rodrigazo no tenían ni para comprar medio ambiente. Y la gente cuando se dio cuenta de eso después de varios golpes, dijo “no, si voy a ahorrar voy a ahorrar en dólares. En este bolsillo de la derecha voy a poner dólares para ahorrar y en este de la izquierda voy a poner pesos para gastar todos los días”.
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Perfil
Osvaldo Granados nació en 1938. Es profesor de Letras y cursó hasta tercer año en la Facultad de Economía de la UBA. Después de ocupar distintos puestos en diferentes redacciones, terminó consolidando su perfil de periodista económico capaz de explicar con sencillez y claridad cuestiones que tenían poco lugar en las noticias como el comportamiento del dólar o la inflación. Fue uno de los fundadores del diario Ámbito Financiero, pasó por La Prensa, Clarín y Noticias, pero fue en radio y televisión donde generó un espacio para temas económicos que antes de su irrupción casi no existía. Trabajó en Telenoche, Nuevediario y el noticiero de Telefé, y en radios como Mitre, Del Plata y Continental, en la que continúa trabajando. Entre otras distinciones recibió el premio al mejor Periodista Analista del Mercado de Capitales otorgado por Clarín y dos Martín Fierro. Es miembro de la Academia Nacional de Periodismo.