MONTEVIDEO, Uruguay.- Tras 25 años de negociaciones, el acuerdo para un tratado de libre comercio entre la Unión Europea y los países del Mercosur está listo para ver la luz. La presidenta de la Comisión Europea (brazo ejecutivo de la UE), Ursula von der Leyen, dijo que “económicamente, es un acuerdo en el que todos ganan”, una mirada que, por ejemplo, Francia, cuestiona.
¿Qué implica el tratado?
El acuerdo consta de capítulos sobre asociación política, cooperación y un controvertido segmento sobre comercio, que busca eliminar la mayoría de los aranceles entre las zonas.
Creado en 1991, el Mercosur (Mercado común del sur) agrupa a cinco países: Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, que se unió en 2023. Venezuela adhirió en 2012 pero fue suspendida en 2016. El tratado no incluye a Venezuela ni a Bolivia, sino a los cuatro fundadores del bloque.
Los contactos entre la UE y el Mercosur comenzaron en 1999. El acuerdo permitiría a los cuatro países sudamericanos exportar a Europa carne (vacuna y de aves), azúcar, arroz o miel. La UE exportaría vehículos, maquinaria y farmacéutica.
En 2019, los dos bloques anunciaron un acuerdo político, pero países de la UE exigieron que se añadan garantías medioambientales, y la negociación se extendió por otros cinco años, ya que varios capítulos fueron reabiertos.
¿A quién favorece?
De acuerdo con la Comisión Europea, las empresas de los dos bloques pasarían a actuar en un mercado con 279 millones de personas del lado del Mercosur y 450 millones del lado de la UE.
En ese escenario, los países de la UE tienen intereses diversos. España tiene particular interés en las exportaciones de aceite de oliva y vinos, el tiempo que Alemania, por ejemplo, busca un espacio que pueda auxiliar a su alicaída industria automovilística.
Para los sudamericanos, el acuerdo representaría acceso a un mercado que pide alimentos. En 2023, los cuatro países del Mercosur exportaron a la UE carne, soja y maíz por unos 24.000 millones de dólares.
Además, el desafío planteado por la transición climática empuja a Europa a acercarse a la región sudamericana, rica en litio, cobre, hierro y cobalto.
Las crecientes tensiones comerciales con China y la perspectiva de dificultades con Estados Unidos en un futuro próximo también tuvieron un papel en la aproximación de la UE con el bloque del Mercosur.
¿Quién sale perdiendo?
Los granjeros franceses han puesto el grito en el cielo.
El acuerdo prevé cuotas de exportación de 99.000 toneladas de carne vacuna y la supresión de todos los derechos de aduana sobre 60.000 toneladas de carne importada a Europa desde el Mercosur.
La Comisión Europea afirma que esas cuotas representan solo un 1,6% de la producción anual de carne bovina en la UE.
La posición francesa es que el acuerdo expondrá a sus productores agropecuarios una demoledora competencia con rivales que no están sometidos a las mismas exigencias, sobre todo en materia ambiental.
En contrapartida, los cuatro países sudamericanos quieren evitar que sus propias industrias resulten aplastadas por sus equivalentes europeos.
Por esa razón, por ejemplo, Brasil busca proteger su industria automotriz de los efectos del acuerdo.
¿Qué sigue?
El acuerdo anunciado en Montevideo tiene que ser ratificado en la UE, en un proceso complejo, que en parte aún no está plenamente definido.
Según las normas de la UE, el comercio es una atribución de la Comisión, que ahora tendrá que definir si divide el acuerdo y somete el capítulo comercial a un proceso de aprobación más directo.
Normalmente, la ratificación de la UE requiere que 15 Estados miembros que representan el 65% de la población del bloque de 27 naciones la aprueben y luego obtengan la autorización del Parlamento Europeo.
Francia ha dejado claro que continuará en su empeño de bloquear al acuerdo, en una postura que logró la solidaridad de Polonia e Italia.