La repentina irrupción de Franco Colapinto en la Fórmula 1 generó un entusiasmo conocido por algunos, pero novedoso para otros. En ambos grupos hay soñadores que aspiran a llegar tan lejos como el pilarense, quien ha impulsado un estilo diferente en un deporte siempre atractivo, aunque más popular en los últimos años. Los que conocen el ambiente desde la base de esta categoría, considerada la “Máxima” del automovilismo mundial, son los kartistas y quienes están vinculados a esa modalidad del deporte “tuerca”.
Después de 23 años sin un argentino en la Fórmula 1, el país vuelve a tener un piloto que se ha transformado en una figura global y que genera simpatía entre los seguidores de la competencia. Sin embargo, surge la pregunta: ¿pueden aparecer más “Colapintos” albicelestes? ¿Incluso desde lugares como Tucumán? “Hay que estar en el lugar correcto, en el momento correcto, haciendo la maniobra correcta y que te esté mirando la persona correcta”, explicó Martín Rodríguez. Para llegar a ese instante crucial en la carrera de un piloto de Fórmula 1, antes hay mucho por contar.
Rodríguez es instructor en la única escuela de karting de pista de Tucumán, ubicada en el kartódromo de El Timbó. Junto a su hermano Matías, ambos ex pilotos de Turismo Nacional y otras categorías, enseña a más de 20 niños que, el fin de semana pasado, compitieron en las finales de un torneo de cinco fechas. Entre los alumnos, 15 entrenan en El Timbó, ocho compiten en la provincia, uno en karting de tierra y dos en el Campeonato de Santiago del Estero.
Las razones por las que los pequeños eligen el karting son variadas: la pasión heredada de un familiar, el gusto por la velocidad o su accesibilidad en comparación con otras modalidades del automovilismo. También influyen figuras icónicas como Juan Manuel Fangio, el segundo piloto con más títulos mundiales (cinco), detrás de Michael Schumacher y Lewis Hamilton (siete). Ahora, el nombre de Colapinto se suma a esa lista de inspiraciones.
La emoción y la motivación no solo se perciben en la pista de asfalto, sino también en las de tierra. El Campeonato Provincial Tierrero reunió a 96 pilotos en su ranking anual, con un promedio de 70 participantes por carrera durante seis fechas. “En el karting de tierra hay tres categorías formativas: 110 cc Escuela, 110 cc Junior y 150 B Escuela. La edad de los pilotos sube hasta los 15 años. En estas divisiones, llegamos a tener 20 participantes, incluyendo tres chicas”, señaló Eduardo de la Riestra, integrante de la Comisión Normalizadora de la Federación Tucumana de Automovilismo Deportivo. Aunque los mandatos de esta comisión están vencidos y necesitan renovarse, De la Riestra organiza el certamen tierrero.
De la Riestra tiene dos familiares corriendo: su hijo Valentino y su sobrino Lautaro, quienes compiten en Tucumán y otras provincias. Además, intenta desmitificar la idea de que el automovilismo es un deporte exclusivo para quienes tienen dinero. “Creo que el automovilismo es tan popular como el fútbol, pero hay que sacar de la cabeza de la gente que es solo para ricos”, afirmó el concepcionense.
Aunque muchos podrían discrepar, considerando los costos de un accidente como el que sufrió Colapinto en Las Vegas, donde reparar el FW46 de Williams costó casi un millón de dólares, la visión de De la Riestra tiene fundamento. “Hay que trabajar mucho para quitar esa idea de deporte caro, crear más kartódromos accesibles y formar categorías económicas. Así, más chicos tendrán la oportunidad de elegir el automovilismo como deporte para su vida”, explicó.
En el automovilismo, las competencias de karting son la base de formación para cualquier piloto. “Estamos desarrollando un proyecto para que los pilotos más pequeños reciban un motor, traigan solo su chasis y paguen una inscripción diferenciada o incluso no paguen. Esto permitiría crear un semillero sólido, algo que nuestro automovilismo necesita”, sintetizó De la Riestra.
Para que ese plan funcione, primero se debe apoyar el desarrollo inicial de los pilotos. “Así, los chicos podrán empezar. Después, cada uno seguirá su camino, seguramente con ayuda del Estado, de privados, amigos y familiares. No es fácil, pero creo que todo es posible”, dijo esperanzado.
La propuesta de De la Riestra busca allanar el camino hacia la Fórmula 1 para los jóvenes pilotos tucumanos. Sin embargo, el caso de Colapinto demuestra que el talento y la determinación pueden superar obstáculos, incluso sin un programa estructurado. Como señaló James Vowles, jefe de equipo de Williams, el éxito en el karting es solo el inicio de un largo y exigente proceso.
El jefe de Williams Racing reveló el enorme sacrificio económico que hizo Aníbal Colapinto, padre de Franco, para que su hijo pudiera iniciarse en las competencias automovilísticas. Este esfuerzo fue crucial cuando Franco emigró a Europa para perseguir su sueño y debutar en la Fórmula 4. “Su papá vendió su casa para que compita. En el antiguo campeonato de Fórmula 4 es donde lo vi”, recordó James Vowles, destacando el increíble esfuerzo del padre del piloto, que permitió que un argentino esté actualmente en la “Máxima”.
El británico señaló que este tipo de sacrificios son habituales en el ambiente. “Muchas familias hacen esto, venden todas sus posesiones. Es algo de todos los días”, remarcó. La exigencia del mundo de la Fórmula 1 requiere acertar en la “maniobra, la persona y el lugar correctos”, pero también despojarse de cosas fundamentales.
Lucas Mohamed, retirado de la competencia, ahora asume el rol que su padre tuvo con él. Desde siempre admiró a “Lito” y, tras cada carrera junto a sus hijos Lucas y Salim, jóvenes kartistas que animan el torneo local, lo admira aún más. “Es hermoso desde adentro. Pero ahora que me pongo en el lugar de mi papá, reconozco que dejó su vida por mí. Todo lo que soñó hacer, lo dejó por mí”, reflexionó el subcampeón 2014 del Turismo Nacional Clase 2.
La experiencia de Mohamed coincide con la de Colapinto: para llegar al máximo nivel, se necesitan actitudes como las de Aníbal. Según Mohamed, no son comunes estos gestos. “No todos los padres lo hacen. Hay quienes no quieren dejar de andar en bicicleta por llevar a sus hijos al karting. No está mal, pero para rendir como Colapinto, el factor económico es crucial”.
Sin embargo, Mohamed, ahora dedicado a su taller mecánico familiar, señala otro desafío: la geografía. Para aspirar a la Fórmula 1 es indispensable competir fuera del país. Colapinto se fue a los 14 años, algo que Mohamed no haría. “Por más condiciones que tenga mi hijo, no lo haría”, aseguró. Prefiere compartir con sus hijos otras actividades, aunque mantiene la misma pasión por el karting.
La carrera de Ignacio Asensio ya siente el rigor de la “paliza económica” que enfrenta su familia para que “Chancho” pueda competir y avanzar en las categorías de monoplazas. “Siempre buscamos lo mejor. Aunque la mejor competencia está en Buenos Aires, cuesta el doble que correr en Córdoba”, explicó Óscar, su padre.
Para Óscar, si no fuera por el dinero, formar un piloto de Fórmula 1 desde esta región sería más sencillo. “Si un chico de 12 años tiene habilidad, sacrificio y sabe reponerse, lo único que falta es plata, pero mucha”, afirmó. También destacó el rendimiento nacional de otros kartistas como Lorenzo y Bautista Daz, o Lorenzo Liverani. “Los Daz son tremendos. Ellos viajan, entrenan y compiten en el mismo fin de semana contra chicos casi profesionales”, señaló.
Mario Daz, padre de Lorenzo, expuso las dificultades de los jóvenes pilotos. Lorenzo ya compitió en todas las divisionales de la Rotax Bonaerense, pero reunir el presupuesto es una carrera que solo corre el padre. “Ellos reemplazan la falta de entrenamiento en pista con gimnasio, simuladores y apoyo psicológico. Solo toman contacto con los monoplazas el fin de semana de la carrera porque no tienen kartings propios”, explicó.
“El papá es el principal sponsor”, bromeó Renzo Liverani, padre de Lorenzo, único representante en la RMC Grand National, considerado el torneo más federal de karting. Aunque hay resignación en su voz, la pasión por el automovilismo prevalece. Es tan necesaria como el dinero para cumplir la meta.
El periodista Vicente Machín, especializado en automovilismo, recordó casos como los de Esteban Simonetto y Gonzalo Escalera, quienes compitieron en mundiales de Rotax. “Cualquiera podría haber llegado a la Fórmula 1. Pero la distancia lo hace difícil. A los pilotos de Buenos Aires les cuesta encontrar sponsors. A uno de Tucumán, muchísimo más. Por eso, en algún momento, su carrera se trunca. Pero hay talentos con condiciones, eso lo aseguro”, concluyó.