Horas convulsionadas se viven en San Martín de Tucumán, tras la eliminación del Reducido por el segundo ascenso. El equipo, que era dirigido por Diego Flores, contaba con ventaja deportiva en las semifinales, pero desaprovechó la oportunidad de clasificar a una nueva final ante su gente en La Ciudadela. El rendimiento en cancha no estuvo a la altura de las expectativas y el gol de Luis Silba no solo significó la derrota del "Santo" y clasificación de Gimnasia de Mendoza, sino también el adiós al sueño de regresar a la élite del fútbol argentino, una meta que parecía al alcance tras un año lleno de ilusión.
La eliminación desató una oleada de críticas entre los hinchas, quienes buscaron responsables de este nuevo traspié. Los planteos tácticos de Flores, especialmente en partidos decisivos, fueron puestos bajo la lupa, así como el nivel mostrado por los jugadores en momentos cruciales. La frustración de los fanáticos también alcanzó a la comisión directiva, a la que se señala por una supuesta falta de acierto en el armado del plantel.
Pasados unos días del doloroso desenlace, el debate se centra en identificar al verdadero responsable de este fracaso deportivo. ¿Fueron los errores del entrenador los que inclinaron la balanza en contra? ¿O el nivel de compromiso y desempeño de los jugadores no estuvo a la altura de la exigencia?