Pasados cinco meses de la última edición, la casa de Gran Hermano reabrió sus puertas para recibir a 24 renovados participantes. El primer gran evento de la temporada fue una lujosa cena, en la que una ostentosa bandeja de sushi se dispuso en la mesa. Allí, la tucumana Petrona Fabiana Jerez, decidió probar nuevas combinaciones y agregar “wasabi” a su comida, lo que no salió particularmente bien.
Uno de los programas más exitosos de la TV argentina volvió a la pantalla de Telefe, con participantes de edades y profesiones variadas, personalidades más abiertas y otros más introvertidos que se juntaron en la “casa más famosa del país”. Entre ellos se encuentra Petrona, la participante tucumana que ya se postula como una de las favoritas y que en la primera noche protagonizó un peculiar momento con la comida de la cena.
Durante la cena de bienvenida, Petrona probó el wasabi y la devolución no fue de las mejores
Anoche en la cena de presentación, la participante tucumana tuvo un problema con el condimento que se servía en la cena junto al glamuroso plato principal. Entre las charlas de introducción e interrogatorios, Petrona Jerez decidió probar una especia propia de la cocina japonesa, el wasabi.
Quedó registrado en las cámaras cuando la cocinera tomó una importante cantidad del condimento, conocido por su sabor extremadamente picante. Inmediatamente luego de probarlo se llevó la mano a la boca mientras su rostro se trasnfiguró en puro disgusto. Luego intentó aliviar ardor con un poco de aire, pero no tuvo más remedio que levantarse de la mesa, mientras intentaba contener las inevitables arcadas que le provocaba la intensa especie.
Petrona protagonizó otro momento incómodo durante la primera noche en la casa de Gran Hermano
Más tarde, en la primera noche del programa, Petrona vivió otro momento un tanto incómodo. La cocinera tucumana confesó ser sonámbula y eso trajo complicaciones en la convivencia. Sus compañeras aseguraron que se despertó en mitad de la noche y comenzó a golpear todo, mientras que los chicos insistieron en que no puede dormir en su cuarto.
Desde el inicio, la mujer optó por la cama más retirada del cuarto, casi como un intento premonitorio de evitar incidentes. Sin embargo, no fue su sonambulismo lo que detonó las primeras molestias, sino sus ronquidos, que irrumpieron en el silencio nocturno como un tamborileo constante. En un intento por hallar alivio, Delfina de Lellis y Martina Pereyra acudieron al confesionario para pedir tapones para los oídos. Pero Gran Hermano, implacable en su objetivo de fomentar la convivencia, rechazó la solicitud.
“Nos tenemos que acostumbrar”, fue el dictamen implícito. Y así fue como la noche avanzó, aunque el sueño profundo quedó fuera del alcance de varias participantes. La madrugada trajo consigo el verdadero rostro del sonambulismo de Petrona. En algún punto, entre el sueño y la vigilia, se levantó y comenzó a golpear las puertas del armario. El sonido seco y repetitivo rompió el sueño de sus compañeras, quienes, entre sobresaltos y gritos, huyeron del cuarto. “¡Es sonámbula!”, vociferaron mientras abandonaban la habitación.