César Chelala
Columnista invitado
Una consecuencia de la pandemia de covid-19 fue el aumento de los niveles de violencia contra las mujeres de todas las edades. La violencia de género (GBV por Gender-based violence) es una pandemia mundial que afecta la vida de una de cada tres mujeres. La violencia de género puede adoptar muchas formas, incluida la violencia doméstica; la violencia sexual; la trata, y la violencia psicológica y emocional. En muchos países, los matrimonios infantiles forzados y los crímenes de honor son parte de este espectro de violencia.
Debido a sus consecuencias físicas y mentales, la violencia relacionada con el género es un problema de salud pública, adicional a la pandemia de coronavirus. Entre las consecuencias físicas se encuentran lesiones corporales, problemas gastrointestinales, trastornos del sueño y la alimentación, dolor crónico, infecciones de transmisión sexual (ITS), abortos espontáneos y embarazos no deseados. Las consecuencias psicológicas incluyen depresión, baja autoestima, pensamientos suicidas, abuso de alcohol y drogas y trastorno de estrés postraumático.
El costo global de la violencia contra las mujeres se estimó en $ 1,5 billones; una cifra que aumentará a medida que avance la pandemia. Según el American Journal of Emergency Medicine, la cantidad de casos de violencia doméstica aumentó entre un 25 y un 33 % a nivel mundial en 2020 en comparación con 2019. El grupo de las Naciones Unidas, ONU Mujeres, informa que los incidentes de violencia doméstica aumentaron un 300 % en Hubei, China; 25 por ciento en Argentina; 30 por ciento en Chipre; y 50 por ciento en Brasil.
Se hace una distinción entre VBG; violencia doméstica (VD) y violencia contra mujeres y niñas (VAWG por Violence against Women and Girls). VBG es el término más inclusivo y se refiere a cualquier tipo de violencia dirigida a un individuo en función de su género. Según las Naciones Unidas, “tiene sus raíces en la desigualdad de género, el abuso de poder y las normas nocivas”. Aunque la mayoría de las víctimas son mujeres, los hombres y las personas no conformes con su género también experimentan este tipo de violencia.
La violencia doméstica (VD) es el tipo más común de violencia de género. Incluye la violencia de pareja íntima (IPV por Intimate partner violence), que ocurre entre dos personas en una relación íntima, y puede manifestarse como violencia sexual, física, emocional y psicológica. Aunque las mujeres son la gran mayoría de las víctimas de IPV, también puede ocurrir entre los hombres. La VD incluye la violencia contra los niños y los abuelos. La violencia contra las mujeres y las niñas (VAWG) se centra específicamente en la violencia dirigida a las mujeres y las niñas, como en el caso de la mutilación genital femenina.
La violencia doméstica no es, por supuesto, un fenómeno nuevo. Antes de la pandemia, se estima que 243 millones de mujeres y niñas (de 15 a 49 años) en todo el mundo habían sido víctimas de violencia sexual o física durante los 12 meses anteriores, en la mayoría de los casos perpetrada por una pareja íntima. Ese número aumentó significativamente durante los primeros años de la pandemia cuando se instituyeron los aislamientos o bloqueos. Según una encuesta de la ONU concluida en septiembre de 2021, casi 7 de cada 10 mujeres dijeron que la violencia doméstica aumentó en su comunidad desde el comienzo de la pandemia.
La violencia doméstica está muy poco denunciada. Según estimaciones de la ONU, menos del 40 por ciento de las mujeres que sufren abusos físicos en el hogar buscan ayuda. Durante los períodos de encierro, las víctimas pueden estar demasiado asustadas para llamar a la policía por temor a que su abusador pueda escucharlas. ONU Mujeres ha llamado a la violencia contra las mujeres “la pandemia en la sombra”, y António Guterres, el Secretario General de la ONU ha dicho: “La paz no es solo la ausencia de guerra. Muchas mujeres encerradas por COVID19 se enfrentan a la violencia donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares”.
Otras formas de abuso
Además de la violencia directa, otras formas de abuso incluyen vigilancia constante; reglas estrictas de comportamiento; acceso restrictivo o falta de acceso a cuentas financieras y acceso limitado a artículos básicos como alimentos; ropa e instalaciones sanitarias. Todo esto se complica por el aislamiento de familiares y amigos. Como resultado, los refugios para mujeres maltratadas y los sistemas de salud en todo el mundo están ahora al límite.
La liberación de reclusos de las cárceles –que se han convertido en un hervidero de propagación de la pandemia– empeora la situación. Cuando algunos reclusos son liberados, recrean en sus casas las condiciones de violencia que los llevaron a la cárcel. Es por eso que las víctimas deben ser notificadas sobre la liberación de presidiarios y los gobiernos locales deben implementar medidas preventivas y de apoyo cuando sea necesario.
En un momento de gran necesidad, los gobiernos, las ONG y el sector privado deben enfatizar la perspectiva de género en sus respuestas a la covid-19 para garantizar los derechos de las mujeres. Los gobiernos deben aumentar las campañas de concientización pública; considerar las necesidades de las mujeres mayores y las mujeres con discapacidades; aumentar la financiación de las organizaciones de mujeres; garantizar la independencia económica de las mujeres y mejorar las estrategias de comunicación sobre cómo enfrentar mejor la pandemia.
La pandemia de coronavirus ha tenido graves efectos nocivos sobre los derechos y el bienestar de las mujeres. Pero también es una oportunidad de cambio y mejora. Como afirmó Phumzile Mlambo-Ngcuka, exdirectora ejecutiva de ONU Mujeres, “no solo debemos sobrevivir al coronavirus, sino emerger renovadas, con las mujeres como una fuerza poderosa para la recuperación”.