El prehomínido, descubrió que utilizando un palo podía defenderse mejor de los depredadores y cazar animales sin exponerse tanto. Más tarde, como hombre prehistórico, inventó la lanza con un palo puntiagudo y en algunos casos con una piedra afilada en la punta. Logró que sin acercarse a su presa o al depredador podía matarlo más eficientemente. También la usó para la lucha interclanes, por comida y agua y un mejor espacio para desarrollarse. Podríamos decir que las armas acompañaron la evolución del ser humano y quienes las poseían eran los sobrevivientes de guerras y de hambrunas. Las armas cada vez más sofisticadas, evolucionaron con nosotros y dieron supremacía a quienes las poseían, permitiendo conquistas y ocupaciones durante toda nuestra breve y sangrienta historia. No hay mucha diferencia entre las flechas y los misiles. Solo que las primeras mataban a algunos hombres o animales y los misiles tienen la capacidad de transportar bombas nucleares de varios kilotones capaces de desaparecer a toda una población. Hemos llegado al momento bisagra de eliminar las armas, antes de que ellas nos eliminen a nosotros. Nos hemos desarrollado a tal punto que ya no las necesitamos y quienes las usan, son retrógrados que nos pueden llevar a la extinción. Son ellas o nosotros. Son ellos los criminales o la humanidad que puede dar un gran paso en su evolución y dejar miedos ancestrales para integrar en la diversidad con tolerancia y sabiduría. Este es el momento.
Esteban Tortarolo