Es cierto que los partidos se ganan con goles, pero Darío Sand merece un reconocimiento especial. En este torneo, no sólo fue el pilar defensivo del equipo de Diego Flores, sino también el artífice de momentos claves que le permitieron a San Martín de Tucumán soñar con el ascenso.
Con 28 vallas invictas en 42 partidos, un récord histórico de 1.114 minutos sin recibir goles y actuaciones determinantes en los partidos más difíciles, se consolidó como una figura indiscutible.
“Siempre trato de estar concentrado para cuando me toque intervenir y ayudar al equipo”, dijo el “1”, que brilló en el duelo de ida de las semifinales del Reducido contra Gimnasia de Mendoza.
En un partido en el que San Martín sufrió por largos tramos del juego, respondió con solvencia. Primero realizó una doble tapada ante Luis Silba y Jeremías Rodríguez Puch (aun cuando la jugada fue invalidada por offside) y luego, en el tiempo adicionado, detuvo un cabezazo y una definición a quemarropa de Aaron Spetale. Así aseguró un empate que mantiene vivas las aspiraciones del “Santo” por clasificar a otra final. “Quizás me quedo con la del cabezazo y el rebote en el área chica”, reflexionó.
No obstante, la importancia de Sand no se limita al Reducido. Durante la etapa regular se había destacado contra San Martín de San Juan, Agropecuario, All Boys (los dos partidos), Tristán Suárez, Patronato (también en ambos juegos), Racing de Córdoba (en Nueva Italia y en La Ciudadela), Alvarado, Gimnasia de Jujuy, San Miguel y Chaco For Ever.
“Hubo algunos partidos en los que me exigieron más, pero el equipo defensivamente estuvo muy bien. Por eso somos los que menos goles en contra recibimos en el torneo”, destacó el arquero que estuvo a un minuto de igualar el récord absoluto de imbatibilidad del fútbol argentino.
Por culpa de un gol en contra de Iván Molinas, en la caída contra Gimnasia de Jujuy, alcanzó los 1.114 minutos, y quedó a uno de la marca de Alejandro Otamendi (1.115 minutos en la Primera C de 1994).
Lejos de realizar una crítica sobre sus compañeros, Sand explicó que fue figura en varios partidos debido al rendimiento del adversario. “Los rivales también juegan. Soy parte del equipo y trato de hacer lo que me toca”, destacó.
Darío Sand y el orgullo de ser capitán de San Martín de Tucumán
Su humildad y compromiso lo convirtieron en un capitán ejemplar, rol que lleva con orgullo. Incluso fue el único que habló con la prensa tras la caída en la final contra Aldosivi. “Para mí es muy lindo ser el capitán de este equipo y lo tomo con mucho compromiso. Trato de ayudar en todos los aspectos, pero muchos otros jugadores, en distintos momentos, dieron la cara por el equipo. Es algo distintivo de este grupo. Hay jugadores con mucha experiencia”, expresó.
En el Reducido, Sand fue nuevamente clave. Contra San Telmo, por los cuartos de final, aseguró el resultado en la Isla Maciel; mientras que en Mendoza fue el único que zafó del aplazo. “Venimos jugando muchos partidos importantes y este también lo es. Hay que vivirlo sin regalar nada. Es un pase a la final que tanto queremos”, afirmó sobre la revancha contra el “Lobo” mendocino.
Para ese duelo, San Martín deberá estar atento en todos los sectores de la cancha y así lo entiende el capitán. “Siempre consideré que el club y el equipo están por encima de todos. Si todos aportamos por el bien común, todo se hace más fácil. Todos los jugadores somos parte, en distinta proporción, del buen o del mal momento del equipo”, concluyó el referente del arco “santo”, que espera aportar lo suyo para obtener el ansiado objetivo.