Así es el proyecto que explora 13.000 años de actividad humana en Tucumán

Así es el proyecto que explora 13.000 años de actividad humana en Tucumán

PARTE DEL EQUIPO. Los científicos realizan el trabajo de campo en Amaicha del Valle, camino a Santa María. FOTOS GENTILEZA DEL CIEH PARTE DEL EQUIPO. Los científicos realizan el trabajo de campo en Amaicha del Valle, camino a Santa María. FOTOS GENTILEZA DEL CIEH

Lo lleva adelante el Centro de Investigaciones en Ecología Histórica, dependiente de la UNT. Dolor y desilusión por la mención de Adorni.

Guillermo Monti
Por Guillermo Monti 24 Noviembre 2024

Es una llovizna fina la que cae sobre Horco Molle, de esas que refrescan en lugar de incomodar, mientras Carlos Baied recibe a LA GACETA en la entrada de una de las “cúpulas”. Así se conoce al complejo de edificios que albergan institutos de investigación de la UNT, algunos de doble dependencia con Conicet. El encuentro será en uno de los espacios del primer piso, donde aguarda parte del equipo del Centro de Investigaciones en Ecología Histórica (CIEH). En el camino se suma Carolina Somonte. Nunca imaginó la dupla de doctores en Arqueología que el país hablaría de ellos. O mejor dicho, del título del proyecto que llevan adelante. Y no por las razones adecuadas.

Durante una conferencia de prensa, el vocero presidencial Manuel Adorni se refirió a un presunto malgasto de los dineros público en proyectos de investigación. Citó entonces este del CIEH titulado “Hacia la deconstrucción de palimpsestos en el sector oriental del Valle de Santa María” y se preguntó cuál podía ser su valor para la sociedad. Somonte lo sintetizó con velocidad y contundencia: es un trabajo con impacto identitario, educativo, histórico y turístico.

¿Cuál era la intención del Gobierno con este mensaje? ¿Fue la palabra deconstrucción la que le hizo ruido a Adorni? ¿O palimpsesto? El vocero no brindó ninguna precisión, pero lo que recibió fue una inmediata reacción de todo el arco científico nacional y provincial en respuesta a lo que se consideró un ataque directo a los investigadores.

“Nos sentimos mal, muy mal. Fue una desilusión -enfatiza Somonte-. La primera sensación es el dolor, fundamentalmente por la incomprensión de la tarea que hacemos. No tener ni siquiera la delicadeza de indagar acerca de qué se trata este proyecto que tanto desagrada en su título. Eso por un lado; pero al mismo tiempo es una gran oportunidad para hablar de lo que no se quiere hablar y es qué hacen los científicos sociales”.

“Así como Adorni les explicó a todos los ciudadanos en qué malgastan el dinero, es nuestra obligación explicarle a la misma sociedad por qué no se está malgastando el dinero y cuál es nuestro aporte desde las ciencias sociales”, recalca.

En detalle

La investigación se lleva a cabo en Amaicha del Valle, en un sitio de aproximadamente 600 hectáreas en la zona del río Las Salinas, camino a Santa María. Durante 13.000 años se registró allí actividad humana y ese legado es el que está bajo análisis.

Por lo general, los restos arqueológicos van apareciendo en capas a medida que se hace una excavación. Cuanto más profundo se cava, más antiguo suele ser el hallazgo. La particularidad de este sitio es que todos esos vestigios están mezclados y sobre la superficie. Pocas figuras son tan apropiadas para definir esta situación como la de palimpsesto (ver nota aparte). Para el equipo, el desafío -uno de ellos- es deconstruir ese registro de 13.000 años para ordenarlo y entenderlo a fondo. Así se explica el título de la investigación, ese que tanto parece haberle costado a Adorni. De allí en más, los que hablan son Somonte y Baied.

- Hablando justamente del impacto de la investigación, ¿por dónde pasa principalmente?

- Primero tenemos que hablar de toda la gente que estudia el pasado en general. Creo que es importante acompañar los procesos de construcción identitaria con información, en este caso de la comunidad de Amaicha del Valle y a partir de ahí del Noroeste en general como parte de toda nuestra historia. También tiene un impacto a nivel educativo, porque genera conocimientos que pueden ser utilizados a nivel primario, secundario y terciario. Esto no tiene debate, el conocimiento es socialmente útil. Desde otro punto de vista, al impacto social se lo puede ver como un insumo para el turismo. El conocimiento arqueológico permite hacer un uso responsable del patrimonio.

- ¿En qué instancia del proyecto se encuentran?

- Estamos transitando el segundo año, pero con fondos recién otorgados correspondientes al primero, un primer desembolso de poco más de 700.000 pesos. El proyecto es de la convocatoria de 2021 y fue aprobado en febrero de 2022, pero el primer subsidio lo tuvimos recién en julio del año pasado. O sea que es un proyecto presupuestado en 2021 y con leves actualizaciones, que nunca llegan a adecuarse a lo que hoy salen las cosas. Por ejemplo, tenemos presupuestada una computadora y hoy no podemos comprar ni el cable. Esa es la realidad, entonces un proyecto pactado para ser de cuatro años no va a demandar menos de seis. Si no me equivoco la actualización es entre el 2 y el 3% anual. Al mismo tiempo que pasan esas cosas no se modifican las exigencias y anualmente hay que brindar un informe con los resultados.

- ¿Cuál es el origen de estas investigaciones?

- Se trata del último proyecto en la continuidad de una serie que desde 2007 venimos desarrollando sobre sitios arqueológicos que tienen la mayor cantidad de información sobre la superficie. Es decir, no son sitios en los que se encuentran importantes cantidades de vestigios arqueológicos en estratos (N. de la R.: en capas). Tienen la característica de una ocupación temporal profunda superior a los 13.000 años, entonces esa superposición de elementos nos permite decir que fueron espacios recurrentemente utilizados a lo largo del tiempo y hasta momentos actuales.

- ¿Por qué el lugar? ¿Esto se da sólo en Tucumán?

- No es sólo Amaicha; hay sectores de Catamarca con un paisaje de geoformas originalmente vinculadas a la ladera de las cumbres Calchaquíes, de las sierras del Aconquija o de algún cordón montañoso, que por algunas circunstancias se desprendieron y quedaron como mesetas aisladas. Son espacios propicios para lo que estamos trabajando porque tienen pendientes prácticamente nulas, que permiten la preservación del registro arqueológico.

- ¿Qué tipo de vestigios se encuentran?

- Sobre esos sitios hay mucho material lítico, es decir material de piedra. Hay artefactos, soportes con arte rupestre grabado, estructuras arqueológicas de distintas formas. Algunas son lineales; otras son monticulares; otras tienen forma como de herradura de distintas dimensiones.

ARTEFACTO HECHO EN ROCA. Se observan las superficies de lascado. ARTEFACTO HECHO EN ROCA. Se observan las superficies de lascado.

- ¿Qué efecto produjo el paso de todos esos grupos humanos?

- Tener muchas ocupaciones con todo tipo de materialidades provoca que los vestigios estén superpuestos y mezclados. Para describir esa múltiple presencia de eventos de ocupación y de transformación del paisaje, producto no sólo de la actividad humana sino también de los procesos naturales que operan sobre los vestigios, es que tomamos la idea del palimpsesto. Como esa hoja de un libro antiguo que tiene notas hechas en distintos momentos.

- ¿Cómo se realiza el trabajo?

- El desafío es buscar indicadores que permitan demostrar que todo lo que está en esa superficie no es producto del transporte, sino de un redepósito de materiales arqueológicos. Indicadores que permitan decir que todo lo que está ahí, aunque esté mezclado, fue producto de la actividad humana que se llevó a cabo en ese lugar.

- ¿Y cómo se logra?

- Uno de los indicadores que se usan por excelencia para tratar esta clase de problemáticas es la presencia de una pátina llamada barniz de las rocas o barniz del desierto. Esa pátina es lo que predomina como tipo de materia prima del trabajo biológico. El barniz afecta sólo a las rocas, pero para que se forme y se desarrolle debe haber ciertas condiciones de estabilidad. No estamos diciendo que en estos sitios se den situaciones como en las ruinas de Pompeya, donde todo quedó tal cual, pero sí hay ciertos indicadores -el barniz es uno de ellos- que nos permiten hablar de cierta estabilidad geomorfológica en el paisaje.

- ¿Y a partir de allí?

- Ese barniz nos permitió -porque ya tenemos 15 dataciones- brindar una cronología sobre todos estos materiales. Y nos sirvió para estar convencidos de que el material que está en superficie es producto de la actividad trópica y no natural. Además, logramos ordenar de manera relativa y brindar la cronología que son esos 13.000 años de los que estamos hablando.

El factor humano

- ¿Qué sabemos de los grupos que transitaron por allí a lo largo del tiempo?

- Pensamos que la gente que habitó ese sector de lo que hoy conocemos como la provincia de Tucumán, independientemente de dónde estuviera su campamento base o su cueva, no sólo concurrió a esos espacios para confeccionar herramientas de piedra. Muchos de los instrumentos hechos en esos talleres estuvieron vinculados a la explotación de recursos naturales que tuvieron continuidad en el tiempo; por ejemplo hay evidencia que indica la existencia de importantes algarrobales. Pensamos que probablemente esos bosques, más allá de que haya habido momentos de mayor reducción o expansión, fueron un recurso sumamente valioso.

- ¿Cómo es el trabajo de campo en estos casos?

- Entre las líneas de investigación prestamos atención a talleres de confección de herramientas de piedra. Esas herramientas se hacen a través de tallas, que es una actividad de reducción de la roca donde se va buscando hacer los filos. Esa actividad va generando basuritas, cositas que pueden volver a reunirse como si encastraran las piezas del rompecabezas. Eso está hablando de que, a pesar del tiempo que pasó, que en el presente se junten esas piezas quiere decir que no hubo tanta dinámica; que la pieza no terminó dispersa.

ARTE RUPESTRE. Se aprecia en las rocas. Lo investiga Silvina Adris. ARTE RUPESTRE. Se aprecia en las rocas. Lo investiga Silvina Adris.

- ¿Y cómo se puede avanzar?

- Ya podemos afinar un poco más la puntería de la funcionalidad de estos sitios. La intención del proyecto apunta no solamente al trabajo de la cuestión de superficie, sino también intentar algunas excavaciones que quizás nos permitan correlacionar o encontrar algo de material por debajo de la superficie.

Protagonistas

“Hacia la deconstrucción de palimpsestos en el sector oriental del Valle de Santa María”

El equipo pertenece al Centro de Investigaciones en Ecología Histórica (CIEH), dependiente de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo (UNT). Lo integran los doctores Carolina Somonte y Carlos Baied, las arqueólogas Silvina Adris -quien trabaja sobre arte rupestre-; Celeste Briones -se ocupa del análisis de imágenes basadas en objetos (OBIA, siglas en inglés de Object-Based Image Analysis); y Flavia Germano -investiga las modificaciones que se generan sobre los materiales por el uso de los artefactos críticos-. A ellos se suma un grupo de estudiantes.

EL SITIO ARQUEOLÓGICO. Se encuentra en la zona del río Las Salinas. EL SITIO ARQUEOLÓGICO. Se encuentra en la zona del río Las Salinas.

¿Qué es un palimpsesto?

La palabra proviene del griego y alude a un manuscrito en el que se detectan rastros de una escritura previa, borrados para permitir la reutilización de los antiguos papiros. Por medio de distintas técnicas los especialistas pueden recuperar lo que originalmente estaba escrito debajo. Hay muchos palimpsestos famosos, en los que se descubrieron textos de la antigüedad clásica. El concepto se emplea en distintas ciencias, como la arqueología, la geología y la arquitectura.

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