Amaicha del Valle ha cimentado su imagen como un lugar con sol durante 360 días en el año, lo cual da la idea de un destino turístico sin par en el que son escasas las posibilidades de que el mal tiempo arruine un paseo o unos días de descanso. Sin embargo, la crisis derivada de la escasez y pureza del agua de estas últimas dos semanas ha puesto de manifiesto un problema que se ha ido acrecentando en estos años. “Urge una solución definitiva a este problema que se presenta justo cuando se avanza en la repavimentación de la ruta 307. Eso va a traer más visitantes en las vacaciones. Y se va a poder trabajar a pleno. Por eso hay que garantizar a esa gente todos los servicios a niveles óptimos”, dijo la propietaria de un restaurante céntrico. Su planteo, que muestra los requerimientos de la emergencia actual, debería ser tomado también como un punto de partida para respuestas estructurales.
Por un lado, la localidad ha ido creciendo en estos tiempos, fenómeno que se acentuó a partir de la pandemia, a tal punto que se estima que hay unos 8.000 residentes pese a que el censo de 2022 daba cuenta de una población de 4.000 personas. Esto implica una mayor demanda de servicios -es el del agua uno de los esenciales-, varios de los cuales deben ser provistos de un modo u otro por la autoridad, ya sea proveyéndolos o bien gestionándolos.
La provisión de agua para consumo es administrada por los centros vecinales de Los Zazos y San Felipe. El servicio del microcentro y zonas aledañas está a cargo de la comuna, que necesita más pozos nuevos, según explicó el delegado comunal. Los existentes son antiguos y obsoletos y la rotura del pozo de la plaza San Martín obligó a medidas de emergencia. Hubo que excavar 16 metros más para obtener algo de líquido, aunque la provisión del pozo está muy disminuida incluso luego estos trabajos, y fue necesario incorporar a la red el pozo que se encontraba sin uso en la escuela Agrotécnica.
La situación fue grave en estas últimas semanas porque la represa de Los Zazos se encuentra en un nivel de almacenamiento mínimo y recibe muy poco líquido de El Infiernillo. Una explicación es que los cerros, por los cambios climáticos, ya casi no se cubren de hielos que antes, con la llegada del calor, aportaban agua a la represa. Las napas se hicieron más profundas y por el agua que llega al pueblo desde el dique es oscura por el sedimento que arrastra.
Además de que la población se encuentra en problemas con la provisión de líquido para beber y las necesidades mínimas, hay una crisis complementaria con respecto al riego. El cacique dijo que “hay poca agua para consumo y casi nada para riego. Se necesita el líquido para los viñedos y las nueces”.
El delegado dijo que la solución es transferir el servicio a la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) a fin de que esta garantice sea la prestación con la perforación de pozos o bien con una estructura de cañerías desde los ríos. Correspondería que se analice una solución estructural para los próximos años, en función del crecimiento de la localidad y de los nuevos requerimientos de la población. No debería faltar el agua en la localidad que ha hecho un lema de turismo su característica de que allí casi casi nunca llueve y reinan los días de sol.