“Todavía tengo pegada en la habitación de la casa de mis padres la clasificación de la carrera donde un tal Nino Schurter está primero y yo estoy quinto. Una locura”, afirma Darío Gasco. Vale contextualizar el recuerdo que le hizo brillar la mirada al biker durante “Charlas de Café”, el ciclo de entrevistas de LA GACETA: la referencia, con tono de ironía es porque cuando empezó a pedalear no se imaginaba que, en el cronómetro, iba a tener tiempos muy cercanos al mejor ciclista de montaña de la historia.
Schurter, nacido en Suiza en 1986, tiene múltiples títulos mundiales, olímpicos y de la Copa del Mundo. Si no hubiera nacido justo en la misma época que Roger Federer, el mejor tenista de la historia y una de los pocos deportistas que son considerados como el mejor de todos los tiempos, Schurter sería el mejor atleta suizo que se haya conocido.
Haber competido al lado de un ciclista de esa talla y estar a su altura muestra la calidad de la carrera deportiva que Gasco sigue construyendo a los 37 años.
El nacido en Concepción, la “Perla del Sur” tucumana, recuerda ese momento con una mezcla de orgullo y frustración. “Es como muy cruel. Corren 100 tipos y se les da reconocimiento a los tres primeros nada más. A los cinco le tendrían que haber dado; así yo tenía una fotito ahí y ya me quedaba tranquilo. Quedé a tres minutos de él”, dice “Mono”. A pesar del tono bromista se percibe la ambición y la competitividad de Gasco que en ese entonces anhelaba estar aún más cerca del podio.
Apasionado
Desde sus inicios Gasco mostró una pasión inquebrantable. A su dedicación y talento las desparramó por toda competencia: Campeonatos Argentinos, Regionales, una temporada en España participando en las Copas de ese país y las del Mundo, y un Juego Olímpico forman parte de su currículum. “Creo que cuando estén cavando la fosa para enterrarme recién se va terminar mi carrera. Me encanta; amo el deporte, amo entrenarme y todo lo que tenga que ver con la ‘bici’. Ya sea la de ruta o de montaña”, confiesa.
El deseo de compartir su conocimiento y experiencia lo llevó a abrir su propio negocio relacionado con el ciclismo. Desde “El Garage de El Mono” (así se llama su local) puede palpar lo que se vive en la provincia con respecto al mountain bike. “En Tucumán todos quieren ganar, desde el Infantil hasta el Máster. El ambiente es muy competitivo. Por eso creo que también tenemos buen nivel ya que todos se entrenan bastante bien”, afirma.
“Creo que estamos en una etapa en la que sí se ve más compromiso de parte de los chicos. Se lo toman un poco más en serio. Antes los veía muy livianitos. Llegaban a la edad crítica, esa de cuando hay que elegir salir o levantarse temprano, entrenar o salir de fiesta. Ahora sí están un poco más comprometidos”, comenta con optimismo respecto al futuro del ciclismo en nuestra provincia.
Actual campeón del torneo local en especialidad cross country, Gasco vive la rivalidad con pares muy jóvenes y eso, las diferencias generacionales, es un aspecto fundamental para el desarrollo del deporte, según él que también es entrenador. “Hay 15 años de diferencia. Entonces ellos están con que me quieren ganar y yo con que no me quiero dejar ganar. Es una linda rivalidad y sana también”, reflexiona.
Volver a ser el mejor biker de la provincia no le resultó nada fácil. La motivación (al comienzo) no tenía que ver con ganar el título. “Gané la primera fecha bastante bien; la segunda me costó un montón, pero pude. Pensé ‘ya está. Con dos fechas vamos por el campeonato porque ya estoy bastante más avanzado que los demás y eso me motivó a seguirlo. La verdad es que en los últimos años no tenía regularidad en el campeonato por otros compromisos. Dije ‘este año lo sigo, pruebo a ver qué pasa y se dio’”, detalla.
Si 2024 empezó sin planes de ser campeón, la idea de qué pasaría en 2025 si encarara la temporada con otra actitud resulta muy seductora. “Me gustaría ser un poco más ambicioso”, reconoce el hombre de 37 años avalado por su rendimiento. “Nunca dejo de soñar en lo que me gustaría conseguir a pesar de que ya salí campeón tucumano varias veces. Me gusta competir. La dificultad está en acomodarme al nuevo horario laboral y lo que demanda estar al frente de un negocio, pero son todas actividades que me gustan y sé que, a la larga, voy a terminar acomodándome. Las cosas se van a dar como quiero que se den”, dice con confianza.
Está claro que hay “Darío biker” para rato, y de nuevo con ánimos de ser campeón del torneo tucumano, considerado el de más nivel de Argentina.
Anecdotario
Gasco vivió de todo a lo largo de su carrera. Si tiene que elegir anécdotas para contar fuera de los rendimientos en los circuitos, tiene dos bien especiales: una con sello Olímpico y otra con marca Panamericana.
La de los Juegos de Beijing 2008 primero, claro. “Salíamos a pedalear juntos todos los días con Juan Curuchet y Walter Pérez, los que ganan el oro en ciclismo de pista después. Entonces en grupo era fácil. Pero un día ellos se quedaron a descansar en la Villa y yo, en vez de hacer la recta ida y vuelta que hacíamos, me aburrí y terminé haciendo una ele. Un garabato, mejor dicho”, bromeó sobre el episodio. 16 años atrás la situación no fue tan divertida. “Tenía 21 años y de repente estaba perdido en un país en el que ni siquiera podía leer un cartel porque estaba todo en chino”, recuerda.
Ese día el calor extremo era extremo, había mucha humedad y el desgastante pedaleo no era recomendable a pocos días de participar en la carrera olímpica. Fueron tres horas de andar y andar hasta que… “Sale un patrullero”, relata sobre la “salvación” que le llegó desde el cielo. “Me querían explicar cómo volver a la Villa porque yo había sacado la credencial de atleta. ‘Noooo, ustedes me llevan. Me hice entender como pude porque ellos me hablaban en mandarín y yo en tucumano”, le pone fin con más humor a la historia olímpica.
Ahora el turno de la aventura Panamericana, digna de un capítulo novelesco. En 2007, el tucumano había ganado la medalla de bronce en la cita multideportiva que tuvo como sede la ciudad de Río de Janeiro. Si se evaluaran los problemas extra deportivos de cómo ganar una presea, seguramente, el color cambiaría porque ese tercer puesto, por merecimiento, era poco. Días antes de la competencia, a Gasco le habían extraviado su bicicleta durante el traslado desde Europa. Ante esta situación imprevista, tuvo que afrontar la carrera con una bicicleta prestada que no conocía y que tuvo que adaptar en pocas horas a sus características físicas. Mientras se quejaba en el mostrador de la aerolínea (“me mandé un quilombo en British Airways”, contó en una nota de LA GACETA de 2020) gestionaba, o mejor dicho hacía malabarismos para tener una bici que llegó por los contactos que Gasco había generado luego de tanto recorrido deportivo. “El año anterior había estado corriendo para Zenith y un biker del equipo me hizo el contacto con Florencia Gorchs”, explica sobre la resolución de la misión imposible, o casi.
De aquellos años de integrante de la Selección Nacional, Gasco tiene buenos recuerdos, pero como en la mayoría de los deportes amateurs en Argentina el camino, si bien nunca estará allanado del todo, tenía tantos escollos como la senda de algún circuito en el que compitió alguna vez. Su visión crítica es valiosa para que el futuro del mountain bike nacional tenga el pulgar hacia arriba siempre. “Antes decía que sí quería ser dirigente, pero ahora, con el ritmo de vida que llevo, no quiero ninguna actividad más en mi vida. Me gustaría brindar algún asesoramiento o compartir las experiencias que viví. Quizás sirva para que los que compiten ahora, ‘recorten’ el camino”, afirma “Mono”.
Si bien en el aspecto logístico, el ciclista tucumano puede mantenerse en competencia por sus propios medios, no deja de preocuparse por la falta de apoyo que, en ocasiones, no reciben los deportistas de alto rendimiento en nuestro país. “Me tocó muchos años viajar con la Selección. Reconozco que me quejaba de algunas cosas, pero entiendo también que estamos en Argentina y no todo es fácil. Creo que había más acompañamiento antes que ahora”, señala el campeón Panamericano Juvenil de 2005, principal logro que ese año lo hizo ganar el premio LA GACETA al mejor atleta tucumano de la temporada.
Precisamente, sobre ese reconocimiento tiene recuerdos como flashes. Son ocasiones en las que toda la atención se centra en una persona. “Estaba todo de estreno. Tenía una camisa amarilla, como los patitos”, rememora. Precisamente en pocas semanas el galardón será entregado otra vez. “¿A quién no le gusta recibir un premio así?”, retruca con otra pregunta cuando se le consulta si se ve con chances de ser, al menos en su especialidad, el ganador 2024. Y sino, tendrá más oportunidades porque insistió en que de la ‘bici’, se bajará recién cuando sus signos vitales ya no generen ningún registro. “Hasta que me entierren, voy a seguir pedaleando”, concluye el concepcionense.