Carlos Mazón, presidente de Valencia y uno de los mandatarios regionales de mayor rasgo conservador en España, admitió que cometieron errores en la gestión de las riadas que dejaron 216 muertos en esa región. No obstante, sostuvo que no renunciará y mantuvo las críticas al Gobierno central.
“No voy a negar fallos”, dijo Mazón al comparecer en las Cortes valencianas -el Poder Legislatuvo-. Su gestión en las horas previas y posteriores a las inundaciones le valieron críticas y dieron pie a un cruce de reproches con el Gobierno del socialista Pedro Sánchez.
“Como presidente quiero pedir disculpas a quienes sintieron que la ayuda no llegaba o no era bastante”, enfatizó, mientras a las puertas de las Cortes se manifestaba un centenar de personas gritando: “¡asesino!”, “¡mentiroso!” y “¡Mazón, dimisión!”.
Pero el dirigente rechazó dimitir alegando que Valencia afronta una nueva etapa: la de la reconstrucción. Y añadió: “si no soy capaz de liderar la recuperación que necesita Valencia, voy a asumir las consecuencias políticas personalmente, no optando a la reelección en 2027”.
“Es legítimo preguntarse si en general el sistema respondió como creíamos que debía responder y, para esto último, señoras y señores diputados, sí tengo la primera respuesta: no lo hizo”, afirmó el presidente valenciano.
“La información que se tiene ese día es fragmentada, inexacta y tardía”, recalcó, aludiendo a organismos que dependen del Gobierno central, principalmente el que vigila el caudal del río Júcar.
En detalle
“Nuestros sistemas de detección y alerta tienen grietas”, sentenció, apuntando a la Confederación Hidrográfica del Júcar, de la que dijo que se sumió en un apagón informativo de dos horas mientras crecía la inundación.
Además de los 216 muertos en Valencia, las riadas dejaron otros siete fallecidos en la vecina región de Castilla-La Mancha y uno en Andalucía. Las competencias en la gestión de catástrofes corresponden en España a las administraciones regionales, pero el Gobierno central puede poner medios e incluso asumir la gestión en un caso extremo.
De ahí provienen las acusaciones que la oposición formula contra el Gobierno central, del que se sugiere que se sentó a ver cómo naufragaba el Ejecutivo conservador valenciano por meros cálculos políticos.
Mazón reprochó a Sánchez y a sus ministros por “parapetarse tras una trinchera de interpretaciones competenciales normativas, para no hacer autocrítica sobre su gestión o su falta de ella. Creo que se trata de que todos asumamos la responsabilidad de que llegue lo que necesitamos”.
Contundentes
“Le pedimos al Partido Popular (al que pertenece el dirigente valenciano) que destituya a Mazón y convoque elecciones anticipadas en 2025, cuando se haya recuperado la normalidad”, enfatizó Diana Morant, secretaria general del Partido Socialista valenciano, que responde a Sánchez.
“No está preparado para seguir”, respondió al discurso de Mazón el diputado valenciano de izquierda radical Joan Baldoví, calificando al presidente de ser un “insolvente ético, moral y político”.
El sábado, más de 100.000 personas se manifestaron en las calles de Valencia contra la gestión de las autoridades. Nadie olvida que el 3 de noviembre los vecinos habían recibido arrojando bolas de barro y lanzando gritos a Sánchez, a Mazón y a los reyes Felipe VI y Letizia.
En el caso de Mazón, se le reprocha haber estado desaparecido durante varias horas críticas el día del desastre a partir del mediodía, cuando ya empezaba a llover y el comité de emergencia le esperaba.
Mazón admitió finalmente que había estado almorzando con una periodista para ofrecerle un cargo, un almuerzo al que no se refirió explícitamente durante la sesión de las Cortes.
Pese a que existe la posibilidad de avisar por celular a toda la población que se ponga a resguardo, no se hizo, y la máxima responsable de emergencias de la región, Salomé Pradas, llegó a admitir que ignoraba que existiese esa posibilidad.
Cuando finalmente los teléfonos de los valencianos empezaron a emitir el pitido estridente de la alarma, muchos de ellos tenían ya el agua al cuello y las víctimas mortales empezaban a contarse por decenas. Mazón y su gabinete seguían brillando por su ausencia.