La crisis de Twitter promete un gran cambio para las redes sociales

La crisis de Twitter promete un gran cambio para las redes sociales

La crisis de Twitter promete un gran cambio para las redes sociales

El regreso de Donald Trump al poder desencadenó una crisis entre los usuarios de Twitter. Personalidades de la cultura y medios de comunicación internacionales anunciaron que se retiran de dicha red social por la proliferación de desinformación, contenido violento y ambiente tóxico. Esta oleada no comenzó la última semana, sino después de que el multimillonario Elon Musk se hiciera cargo de la ahora rebautizada X, a mediados de 2022. Musk y Trump parecen ser una fórmula que inquieta en la red de microblogging, que a pesar de no ser la más popular del mundo, aún conserva el estatus de ser el lugar de discusión política en la mayoría de los países.

El editorial de The Guardian, uno de los medios más importantes del planeta, cayó como una bomba. La compañía anunció su retiro de X argumentando que dicha red se había vuelto una plataforma de medios tóxica que expande teorías conspirativas de extrema derecha y el racismo. Además, apuntó contra Musk, quien “no hace nada para frenar estos movimientos”, y que por el contrario, usó su influencia corporativa para dar forma al discurso político. The Guardian se retira con casi 11 millones de seguidores y el mismo camino ha seguido el diario de Barcelona, La Vanguardia, con un editorial en sintonía con su par inglés.

Según un reciente artículo de Forbes, X perdió alrededor del 27% de sus usuarios activos diarios globales en los últimos dos años, aunque los usuarios más “duros” y activos en términos políticos aún la prefieren. El tiempo promedio en la plataforma aumentó un 32% durante el día de las elecciones en comparación con los 30 días previos y las estadísticas de empresas como Similarweb reflejaron que más de 46 millones de personas ingresaron a X el día después de las elecciones, marcando un récord para 2024.

Sin embargo, la red se está convirtiendo en lo que los especialistas llaman “cámara de eco” o “cámara de resonancia mediática”, una metáfora para describir a un espacio cerrado donde el sonido rebota y se amplifica, creando una reverberación constante. Es decir, la red sirve para confirmar prejuicios, opiniones y creencias, creando un entorno donde esas ideas se refuerzan constantemente y se amplifican. Es por eso que al mismo tiempo en el que los usuarios acudían a Twitter para conocer qué decían de la elección, más de 115.000 usuarios en Estados Unidos desactivaron sus cuentas el día posterior.

¿Y a dónde van los usuarios decepcionados? Una red social está llamando la atención en esta supuesta transición. Después de las elecciones, Bluesky experimentó un aumento del 18% en su tráfico, una red creada por el ex-CEO del entonces Twitter, Jack Dorsey, quien ofrece lo que se denomina una “plataforma descentralizada y transparente”. A diferencia de X, una red descentralizada se caracteriza por distribuir el control y la autoridad entre múltiples participantes en lugar de concentrarlos en una sola entidad, o servidor como en el caso de X. Esto significa que la plataforma no opera desde un único lugar controlado por una sola empresa, sino que se basa en una red de servidores interconectados, también conocidos como “instancias”, que se comunican entre sí a través de protocolos específicos, como ActivityPub. Esta estructura permite a los usuarios elegir la instancia que mejor se adapte a sus valores y optar por interactuar con usuarios de instancias específicas.

Mayores controles

Una crisis política puede ser el origen de una nueva forma de pensar la conexión digital. Las plataformas de redes sociales se están adaptando a un mundo en el que los usuarios exigen mayores controles sobre la proliferación de la desinformación y los discursos de odio. Aunque de manera muy residual, BlueSky está ganando terreno al ofrecer una alternativa más abierta que podría darle al usuario mayor control sobre su experiencia en línea.

Otra vez, la competencia entre estas plataformas está impulsando la innovación y llevando a las empresas tecnológicas a replantearse sus estrategias de distribución. Sin embargo, las plataformas descentralizadas aún enfrentan desafíos para escalar y moderar contenido de forma efectiva, justamente porque no centralizan sus algoritmos. Pueden marcar un punto de inflexión verdadero o convertirse en un producto de nicho que solo los especialistas ponderan sus características. Aunque descentralizadas y poco masivas, las nuevas propuestas no dejarán de replicar el efecto de “cámara de eco”, sino que lo reforzarán, porque la ilusión de una discusión global en un solo espacio ya es cosa del pasado.

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