La dos veces ex mandataria Cristina Fernández de Kirchner calificó de “burro” al presidente, Javier Milei, tras la eliminación de su jubilación de privilegio. Más allá del conflicto que llevó a la exmandataria a emplear ese término, analicemos su significado. Generalmente, se llama “burro” a alguien ignorante, inculto o incapaz. Pero, ¿es adecuado aplicar este calificativo al hombre que llegó a la presidencia gracias a sus convicciones y vocación, sin aparato político y con apenas un puñado de leales? Milei no solo alcanzó la presidencia enarbolando la inédita bandera del ajuste, sino que, en menos de un año, cumplió con las principales promesas de su campaña. Además, se ha convertido en una figura admirada internacionalmente por su originalidad y eficacia política. Como si esto fuera poco, mantiene prácticamente el mismo nivel de apoyo ciudadano que al inicio de su mandato. En contraste, al evaluar los dos mandatos de Cristina Fernández, así como su reciente gestión como vicepresidenta, el panorama es radicalmente diferente. La decadencia económica, la inflación descontrolada y el aumento de la pobreza marcaron su administración. Es importante señalar que gran parte de su recorrido político se dio bajo el paraguas del peronismo y con el respaldo de los gremios. Si realmente fuese tan inteligente como parece creer, le habría resultado mucho más sencillo alcanzar al menos una fracción de lo que el actual presidente ha logrado, enfrentando innumerables obstáculos. Así las cosas, si tuviera que elegir, no tengo la menor duda: me quedo con el “burro”.
Jorge Ballario