Bases de funcionamiento para el liberalismo en Tucumán

Bases de funcionamiento para el liberalismo en Tucumán

Bases de funcionamiento para el liberalismo en Tucumán
Hace 2 Hs

Javier Habib - Profesor de Derecho Privado (UNT-USPT)

Para que el liberalismo funcione entre nosotros, los tucumanos, no hay que hablar de “libertad”. La libertad es un valor fundamental pero vacío (te dice: hacé lo que quieras sin molestar). Para que podamos vivir en libertad (sin molestarnos los unos a los otros), lo que los tucumanos debemos hacer es aprender sobre virtudes, como la laboriosidad, la excelencia, la civilidad, etc.

Me explico con tres tesis.

1. Pragmatismo. A mi manera de ver las cosas, no existe la mejor teoría política para todos los mundos posibles. Las teorías políticas funcionan, según la sociedad. Así, el liberalismo puede funcionar para la sociedad X, pero no para la sociedad Y. Existen condiciones (sociales, económicas, tecnológicas) de funcionamiento para las ideas. A mi juicio, hoy, en Argentina, las ideas del liberalismo parecen adecuadas. ¿Por que? Porque ninguna de sus alternativas funcionaron. Desde 1916, con distintos grados de intensidad, el socialismo viene siendo predicado y ensayado. La idea puede ser bonita, y funcionar en otros planos. Pero acá, por la razón que sea (para mí, se trata de la corrupción endémica) no funciona. Entonces se impone probar con el liberalismo; una teoría política que suena y que, evidentemente, el pueblo vota.

2. Liberalismo. La segunda tesis tiene que ver con el proyecto del liberalismo. A mi juicio (en esto sigo una tradición que se remonta a Immanuel Kant) el proyecto del liberalismo está constituido por dos elementos. El primero es jurídico. Prescribe que los individuos pueden auto-determinarse pero dentro de sus límites. El mejor ejemplo para ilustrar esta idea —compleja— es el de la propiedad inmobiliaria. Dentro de mi casa yo hago lo que quiero; fuera de mi casa debo respetar.

Esta narrativa de una vida circunscripta a límites ha sido reproducida en diversos ámbitos legales: soy libre de contratar (con la aceptación del otro), soy libre de circular y comerciar (sin dañar a los demás), soy libre de opinar (sin injuriar o calumniar), etc.

Pero este elemento jurídico o estructural del liberalismo está complementado por un segundo elemento ético y, por tanto, no-coactivo. Se trata de la moral del individuo que está dentro de su casa sin molestar a nadie y que tiene la posibilidad de elegir estudiar, o ponerse a jugar a los videos. Nadie lo obliga a una cosa o a la otra. Él solo decide qué hacer con su tiempo. En los años de auge del liberalismo —el siglo XIX— se asumía una suerte de pro-actividad individual. El individuo decimonónico es uno que produce grandes inventos (desde la máquina de vapor a la bombilla eléctrica), explora territorios desconocidos (América), lo sabe todo (la Enciclopedia) y desarrolla empresas. Se asume que los individuos queremos hacer, descubrir, desarrollar; pulsamos adelante, buscamos el progreso. En Inglaterra, esto fue conocido como la “moral victoriana”. Alberdi constantemente la describe en sus Bases y discursos.

En resumen, con su elemento jurídico, el liberalismo establece la estructura normativa que permite que cada uno haga lo que quiera con lo suyo. Pero para que el liberalismo funcione, es necesaria una particular substancia ética. La mayoría de los individuos deben tener internalizada una glorificada fuerza emprendedora.

3. Construir las bases del liberalismo. En la actualidad, el gobierno nacional (Poder Ejecutivo y Legislativo) progresa hacia una liberalización total del derecho. Estamos reinstaurando el liberalismo en su faceta jurídica, o estructural. Aquí viene mi tercera tesis, que apunta hacia las bases fácticas que condicionan el funcionamiento del liberalismo. Es fundamental, y urgente, que el gobierno provincial —porque el art. 5 de la Constitución Nacional le atribuye competencia en esto— se encargue de rediseñar las políticas educativas, en términos de una educación dirigida a la construcción de un ser humano pujante, de una mujer capaz.

Este no es un problema nuevo. El contexto social de Sarmiento también era uno de atraso y pobreza. Junto a Alberdi celebraron una de las discusiones públicas más fructíferas de la historia nacional —la discusión acerca de cómo afrontar la misión educativa del Estado. Creo que Tucumán se debe un debate público, desinteresado y serio sobre la materia. A mi juicio, nuestra educación no debe estar centrada tanto en la información (quién fue Urquiza y cómo venció a Rosas) sino más bien en enseñar capacidades (desde cómo usufructuar de la tecnología, a cómo desarrollar un negocio, u oficios) y virtudes (como la laboriosidad y la self-reliance, que dice: “dependemos de nosotros mismos”).

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