Por las páginas de “Urdimbre de luz y canto”, la poesía y el paisaje se van haciendo música. Ritmos y melodías que se leen gracias a la delicada pericia desplegada por Mario Melnik en este libro, continuador de “Palabrara” (1999), “De sentido en sentido” (2008), “Un latido en la voz del viento” (2014) e “Invención del horizonte” (2020). “He tratado de recorrer diferentes registros para dar cuenta de hechos y vivencias que deseo compartir”, destaca el escritor concepcionense.
Así lo certifica Soledad Martínez Zuccardi en el prólogo, cuando invita a los lectores a hacer un alto en el trajín diario para habitar el luminoso universo poético que el autor ha urdido en este libro. La publicación forma parte de la colección Huella, del sello Puerta Roja, y propone un cuidado trabajo de edición, con ilustraciones de Zaida Kassab. Ambas formaron parte de la presentación, realizada en el Centro Cultural Rougés. Poco antes Melnik habló con LA GACETA sobre este flamante paso en su sentir literario.
- ¿Cuándo y cómo se dio el proceso de escritura de los poemas que nutren este libro?
- Se dio durante estos últimos tres años. En 2020 había presentado un libro durante la pandemia (“Invención del horizonte”) y luego de un tiempo sentí que era momento de encarar un nuevo proyecto. Había cierto tipo de vivencias que deseaba expresar con la poesía. En particular deseaba lograr una fuerte conexión con la música.
- Los poemas están agrupados en tres capítulos. ¿Cuál es el sello distintivo de cada uno de estos bloques?
- El primer bloque está emparentado con la vivencia de ese mundo que son nuestros bosques y yungas, con ese juego de la luz que hace danzar el sentimiento y las sombras de los árboles. Y es que la presencia del árbol impregna mucho de mi poesía. El segundo bloque trata de mediar entre el primero y último bloque, como un interludio. Y se abre paso entre lo cotidiano, la memoria, lo volátil, las presencias y la escucha de sus voces. El último bloque representa más acabadamente esa buscada inmersión en lo musical.
- Justamente ese capítulo está ligado con el folclore. Hablame de las temáticas elegidas y de las dedicatorias. ¿Qué te llevó a abordarlo?
- Se trata de obras y autores que me han acompañado a lo largo de la vida. Contribuyeron a mi madurez como persona y como artista. Me abrieron camino en la búsqueda de una sintonía cultural para entrever y nutrirme de lo profundo americano.
- ¿Cómo fue el trabajo con el equipo de Puerta Roja? ¿Qué le aportó la editorial al libro?
- Zaida Kassab y Daniel Ocaranza, los editores de Puerta Roja, vienen marcando con tenacidad y profesionalismo un hacer que se refleja en las voces publicadas y en la calidad del libro como producto cultural. Ellos llevan y promueven esas publicaciones a distintos lugares del país. Sus puntos de vista representaron una sólida contribución para mí y destaco también lo que fue su acompañamiento a lo largo del proceso editorial. Sentí que formábamos parte de un mismo equipo.
- Vivimos tiempos complejos, en lo social, lo político y lo económico. ¿Qué puede aportar la poesía en situaciones como esta?
- La poesía, como todas las demás artes, nos hace recordar que bajo las grandes contradicciones y diferencias corre ese río profundo del sentir humano que no se agota, que nos hace iguales ante la esperanza, el esfuerzo mancomunado, en la urgencia con que a veces habitamos la belleza de la realidad.
- ¿Dónde pensás que encaja “Urdimbre de luz y canto” dentro de tu proyecto de escritura?
- Es un mojón importante. Traté de recorrer diferentes registros para dar cuenta de hechos y vivencias que deseo compartir a manera de un aporte. Quisiera que quienes lean este libro lo sientan así.
- Pasaron alrededor de 40 años desde los tiempos de tu pertenencia a Joetuc (Jóvenes Escritores Tucumanos). ¿Cuál crees que es el legado de aquel movimiento?
- La Joetuc fue un colector de muchas aspiraciones que surgieron como una eclosión con el regreso de la democracia. Se decía entonces, y con razón, que la dictadura había cortado un vínculo cultural importante con el pasado. Por eso a muchos de los que ahí estuvimos nos inspiró el ejemplo y el hacer de La Carpa. Y fue así como la Joetuc nos dio cabida a muchos y nos ayudó a posicionarnos en nuestra vocación literaria. Recordando esa hermosa efervescencia da gusto ver al día de hoy cuántos de aquel entonces seguimos andando y apostando por reflejar nuestro acervo cultural.