De una forma similar a cómo funcionan los músculos, la memoria es una capacidad que se debe "entrenar" para que gane resistencia. Existe una serie de comportamientos, hábitos y ejercicios que previenen las enfermedades neurodegenerativas como el Azlheimer y que ayudan a que determinadas áreas cumplan mejor sus funciones.
Diferentes estudios arrojaron como resultado que practicar esta actividad permite mejorar aspectos específicos del procesamiento cerebral. Las áreas que se potencian son las relacionadas a la reflexión, los recuerdos personales, la conciecia y la recordación.
Detectar si una persona empieza a transitar un proceso de deterioro neurocognitivo puede no resultar fácil. Los cambios pueden ser lentos y graduales y hasta confundirse con síntomas "comunes", como sucede con los olvidos. Sin embargo, hay que prestar atención si estos se vuelven sistemáticos, porque los olvidos -al igual que otros comportamientos- no deberían ser interpretados como algo común.
El hábito que estimula el cerebro y la memoria
Existen pequeños hábitos saludables que pueden ayudar a prevenir la falta de memoria, como el ejercicio físico, la alimentación variada y aprender nuevas habilidades. Pero eso no es todo. Una investigación neurocientífica presentada por el Mauritshuis de La Haya reveló que una de las maneras de prevenir el deterioro cognitivo está asociada a la observación de obras de arte.
Al hacerlo, el cerebro se activa de una forma distinta, más "poderosa y positiva" y esto se potencia si se trata de una pintura real y no de una copia. Observar en el museo la pintura original La Joven de la Perla, de Johannes Vermeer, sigue un patrón de bucle, produce una reacción emocional diez veces más fuerte que ver una reproducción de la misma, y activa fuertemente la precuña, la parte del cerebro involucrada en la memoria, la reflexión y los recuerdos personales.
Para el estudio se usaron Autorretrato y Lección de Anatomía, de Rembrandt; Visita a Delft, de Vermeer; La Violinista, de Van Honthorst y La Joven de la Perla. Según indicaron los investigadores, todas las pinturas "mostraron en su forma real una necesidad de ser apreciadas mucho mayor que las mismas en reproducción".
Esto indicaría que la observación del arte provoca una reacción emocional interna "poderosa", según describen; algo en lo que también influyen factores como la ambientación que lo rodea, el marco de la pintura y la iluminación.