Dr. Juan A. González
Consultor de Naciones Unidas
Tucumán no es una provincia minera en cuanto no hay explotaciones de metales de primera categoría (oro, cobre, manganeso, entre otros) según la legislación vigente. Sí existen explotaciones mineras de tercera categoría donde se hallan los áridos en general que se usan en construcciones o sales para la industria y la alimetación. Pero varios tienen expectativas a juzgar por los hechos recientes. Una es la existencia de un cordón montañoso al oeste y su potencial contenido metalífero. Y esto surge de otro hecho fáctico. Si Salta, Jujuy, Catamarca y otras provincias también con cordones montañosos, posean minerales, ¿porque no puede haber en Tucumán metales para explotar? Todo esto magnificado por la creciente explotación del litio en la Puna Argentina, o del cobre en Catamarca, metal éste último que seguirá siendo la estrella hasta que sea reemplazado por otros metales para otra tecnología.
En ese contexto llama la atención los intentos por derogar la ley provincial que prohíbe la actividad minera metalífera en el ámbito de la Provincia de Tucumán, en la modalidad a cielo abierto y la utilización de cianuro y mercurio en los procesos de producción minera. Esta ley (N° 7879), sancionada en el año 2007, sufrió este año dos intentos de derogación. La primera fue en setiembre de 2024 pero fue rechazada por los miembros de la Legislatura tucumana y por presión de grupos ambientalistas. Era un punto considerado necesario para que la provincia se adhiera al llamado Régimen de Incentivo para-Grandes Inversiones (RIGI). Sin embargo, si se habilitó la exploración minera, quedando la explotación sujeta a disposiciones de las leyes ambientales vigentes y que el Poder Ejecutivo.
El segundo intento de derogar la ley 7879 es un proyecto de octubre, y con la firma de tres legisladores locales, se argumenta que la citada ley es un “un obstáculo significativo” para el desarrollo económico de la provincia. Incluso se menciona que con esa ley se “ahuyentan” potenciales inversiones, que podrían generar empleo y fortalecer la economía local.
Nadie discute la necesidad de metales en nuestra vida diaria. Un automóvil o un celular tiene decenas de ellos. Lo que se discute es la capacidad de control del estado (nacional o provincial) para monitorear que las leyes y decretos se cumplan. Lo que se discute es el compromiso ambiental de las empresas, que queda muy bien expresado en las declaraciones de impacto ambiental, pero que en la práctica el cumplimiento deja mucho que desear. El caso de Minera Alumbrera, es un ejemplo de ambas cosas. Y eso que no fue una explotación en Tucumán sino de los residuos contaminantes que “ligamos” por el mineralducto por lo que los gerentes de la empresa fueron procesados. Este es un ejemplo de la minería metalífera que se podría repetir si no trabajamos en verdaderos controles. Un ejercicio interesante sería una evaluación despolitizada sobre que significó la minería metalífera para Catamarca (Santa María, Andalgalá y otras ciudades) en términos sociales y económicos. Los “saldos” en términos monetarios, tal vez sean positivos, pero en términos ambientales, como el uso del agua, por ejemplo, ¿cuál fue el resultado? ¿Cuáles fueron las externalidades como contaminantes en suelos, aguas y aire? ¿¿en cuánto mejoró la calidad de vida de la gente?? ¿Cuánta mano de obra local se utilizó?
Comparaciones
Un solo ejemplo para pensar y valorar. El agua que Minera Alumbrera utilizó en un año, es la que se hubiera podido entregar a 255.500 personas durante 365 días a razón de 300 litros por día. Otra comparación: con ese mismo volumen se podría haber regado casi 4000 hectáreas por año…recalculemos con estos datos el agua utilizada por la empresa en 20 años que es en términos promedio la vida útil de un emprendimiento de este tipo. ¿En el hipotético caso de minería a cielo abierto en Tucumán, estamos decididos a “entregar” esos volúmenes de agua?
La minería, a pesar de lo que se sostiene últimamente en muchos medios y foros técnicos, no parece ser una actividad para encasillarla dentro de las denominadas actividades sustentables, pues precisamente el material de interés se lo agota sin ninguna posibilidad de regeneración o mantención en el tiempo.
“Tucumán debe repensarse” sin duda alguna. Pero este ejercicio deberá hacerse no sólo en términos sociales y económicos sino también en términos ambientales.