Hay zonas de Tucumán que funcionan como una enorme colección de inconductas ciudadanas y de deficiencias estructurales. Uno de ellos es el Camino del Perú, especialmente en el tramo que se encuentra entre las avenidas Belgrano-Perón y la ciudad de Tafí Viejo. Colapsos en la circulación, infraestructura deteriorada e insuficiente, un tránsito cada vez más intenso y una enorme presión urbana hacen de esta ruta provincial un espacio que atenta contra el tiempo, la seguridad y la calidad de vida de sus vecinos y transeúntes.
Esta zona del gran San Miguel de Tucumán es un área indefinida, en la que conviven barrios, industrias, fábricas, clubes, fincas y desarrollos inmobiliarios. De a poco ha ido perdiendo su perfil rural para convertirse en una zona urbanizada en la que conviven distintos usos del espacio público, algunos muy diferentes entre sí.
El tránsito es donde mejor se expresa esta caótica diversidad. Sobre la angosta y deteriorada calzada es posible observar camiones de gran porte cargados con limones u otros productos (principalmente, ladrillos huecos), colectivos urbanos, camionetas, autos, un enjambre de motos, carros tirados por caballos, peatones que ocupan las banquinas (que en algunas zonas funcionan como veredas), escolares (hay varios establecimientos públicos y privados a lo largo de su traza) y, en los últimos tiempos, bikers que la recorren como vía ineludible para dirigirse a la Diagonal y al Acceso Norte, donde entrenan. A eso hay que sumar caballos que pastan a pocos metros de la calzada, perros y gallinas que suelen cruzarse delante de los vehículos con una indolencia inclusive llamativa para su condición.
Esta situación se replica durante todo el día, pero se agrava en horarios pico: entre las 7 y las 8; entre las 13 y las 14, y entre las 17 y las 21. Hay momentos en los que ir desde Camino del Perú y Belgrano hasta la Curva de los Vega (donde está la bifurcación que conduce al barrio Congreso y a Lomas de Tafí) puede tomar más de 20 minutos, un tiempo exageradamente largo para la escasa distancia que existe entre ambos puntos.
Si bien no se conocen datos precisos, un buen porcentaje del tránsito que circula por allí está integrado por vehículos que van y vienen entre Tafí VIejo y Yerba Buena, especialmente desde la construcción de Lomas de Tafí, ya que es el recorrido más directo para unir esos dos municipios.
Es por eso que la propuesta de construir una circunvalación que una este sector de la ciudad con la ruta 9 genera expectativas. De acuerdo con lo que vienen manifestando ingenieros y funcionarios en las páginas de LA GACETA, de concretarse, esta obra destrabará los numerosos nudos que complican la circulación en la zona noroeste de la urbe. Especialmente en puntos sensibles como la conexión San José y Villa Carmela con la avenida Perón, en pleno Yerba Buena. Hoy, la calle Fanzolato termina a pocas centenas de metros del Camino del Perú, a la altura de los barrios privados Alto del Cevil 1 y 2. Si este pequeño tramo (contemplado en el proyecto de la Circunvalación) se concretase permitiría descomprimir inmediatamente el trayecto más complicado, que es el que describimos en los primeros párrafos de este texto.
Si se la piensa de manera global, se trata sin dudas de una obra ambiciosa, pero que les podría mejorar la calidad de vida a miles de tucumanos. Sin embargo, atravesamos tiempos en los que la obra pública se encuentra casi paralizada. De todos modos, creemos que, bajo el paraguas de este proyecto, se pueden ir resolviendo problemas puntuales y, de a poco, acercar soluciones a una zona que luce abandonada desde hace muchos años.