¿Cuáles son los principales obstáculos y desafíos que encuentra el emprendedor en el contexto económico actual de la Argentina? Indudablemente una primera respuesta pasa por el financiamiento. Una idea, para que corporice, requiere no sólo de un esfuerzo financiero para llevarlo a la práctica, sino también una estructura que la sostenga en el tiempo. Como dice Lisa Ocampo, directora ejecutiva de Emprear Creando Futuro, una organización que fomenta el espíritu emprendedor, a lo largo de los primeros tres años un emprendimiento debe corroborar tres cuestiones: que su producto sea muy deseable en el mercado, que sea factible de producirlo en escala y comercializarlo por distintos canales y que tenga un modelo de negocio que lo pueda hacer crecer y, a medida que pasa el tiempo, pensar en la segmentación, para que esa solución llegue al público que la demanda.
Según la consultora, la estructura del emprendimiento debe sustentarse, además, en la conformación de un equipo que afiance la idea. “Un emprendedor está permanentemente desafiado a crear una empresa sustentable y rentable y que cada uno de sus integrantes aporten valor, ya sea como fundadores o accionistas”, indica Ocampo en una charla con LA GACETA. Esto no implica tampoco que contenga a los potenciales inversores como también a los empleados, a medida que vaya creciendo la iniciativa.
En el contexto actual de la Argentina las dificultades están relacionadas con el financiamiento. Sin embargo, señala la directora ejecutiva de Emprear, las nuevas tecnologías y la Inteligencia Artificial pueden integrarse al negocio, con el uso del blockchain, del manejo de los algoritmos de las redes y de los canales de venta online, que posibilitarán la escalabilidad del proyecto y ampliará la posibilidad de que aparezcan capitalistas, interesados en el emprendimiento. “Es claro que para los emprendedores, el acceso al crédito está prácticamente vedado, ni hablar de la adquisición de bienes de capital o de contratación de personal, pero mejorando por ejemplo el packaging o el diseño puede modificar la perspectiva”, puntualiza.
Como sucede con las pequeñas y medianas empresas (PyME), en la Argentina siete de cada 10 emprendimientos tienden a fracasar porque cierran o mueren en los primeros tres años. Pero, a diferencia de las PyME, los emprendimientos suelen ser más creativos, versátiles y hasta flexibles en la manera de captar la atención del mercado.
“Para potenciarse y convertirse en una empresa, ese emprendimiento tiene que destellar una visión hacia dónde va, con un poder de persuasión de sus mentores para posicionarse en el mercado y, por lo tanto, potenciar la comunicación”, detalla la consultora. Esto implica, en otras palabras, convertirse en buenos ejecutores de las ideas que se defienden, con objetivos definidos y que se cumplen al pie de la letra y definir los roles dentro del proyecto. La siguiente etapa será, entonces, afianzar el networking, esa red de contactos que los pone cara a cara con los potenciales ángeles capitalistas.
“Las tres F”
Uno de los esquemas que más se ponen en práctica a la hora de hacer negocios a través de un emprendimiento es el financiamiento de “las tres F”: Friends, Family & Fools. ¿Qué es esto? Ocampo explica que el primer apoyo financiero parte de los amigos, que pueden hacer una colecta y, así, alumbrar la pequeña empresa. La segunda vía de financiamiento es la familia, que observa cómo le pone corazón a un proyecto para concretarlo. Y la tercera vía son aquellos a los que se denominan “tontos o locos”, porque son capaces de poner dinero en un proyecto que, en el peor de los casos, no conocen de qué se tratan pero que tienen la corazonada de que funcionará. Así se sustenta, por ejemplo, las startups o empresas emergentes.
Este tipo de financiamiento puede ser fundamental para el inicio de un emprendimiento. Por un lado, si se trata de amigos, es usual de que estén dispuestos a “hacer una vaquita” para que uno de ellos progrese o, en definitiva, intente corporizar su idea. Ninguno de ellos le exigirá la devolución inmediata del capital colocado. En otras palabras, se trata de una inversión emocional, la de los afectos. Claro que el esquema de las “tres F” también implican ciertos riesgos, como por ejemplo, la reacción de algunos de los aportantes, que querrá recuperar el dinero invertido o que, en definitiva, trate de participar en las decisiones de la incipiente empresa, si es que no se establecieron los roles dentro de la organización.
La directora ejecutiva de Emprear, en tanto, considera que un factor distintivo de aquellos que potencian ideas disruptivas pasa por la forma en que exponen el proyecto y establecen las metas que quieren lograr a determinado plazo.
“Mark Zuckerbeg, Elon Musk o hasta Marcos Galperin pudieron construir sus empresas a lo largo de 10 años o más porque sabían hasta dónde querían llegar con Facebook, Tesla o Mercado Libre. A aquellos que confiaban en sus proyectos, a los inversores, a los potenciales socios y hasta a los empleados les contaban la película para atrás, sobre cómo va a llegar al futuro”, describe Ocampo. “Eso es tener visión y luego responder con los hechos para demostrar, paso a paso, cómo hacer para que ese futuro ocurra, imaginándolo”, acota. “Un emprendedor, en suma, debe tener esa ambición y esa visión para saber dónde quiere estar dentro de una década”, expresa la directora ejecutiva de Emprear. En la mayoría de los casos requiere de un acompañamiento por parte de otros que ya alcanzaron sus metas, de mentorías para inspirar nuevas ideas y una capacitación permanente para descubrir nuevas formas de hacer negocios. “Un emprendedor pone la cara y sale de la oficina, porque debe vender su idea en base a una narrativa que comunique que esa idea es una solución”, finaliza.