Sebreli, “la bestia negra” de la academia

Sebreli, “la bestia negra” de la academia

Una buena puerta de entrada a la obra del gran ensayista argentino.

COMBATIVO. En el libro, Sebreli defiende ideas atacando las contrarias COMBATIVO. En el libro, Sebreli defiende ideas atacando las contrarias
10 Noviembre 2024

ENSAYO

EL INCANSABLE POLEMISTA 

CARLOS CÁMPORA

(Biblos – Buenos Aires)

Con El incansable polemista la academia se acerca a Sebreli en son de paz. Lo hace con moderados sesenta años de retraso. Cuando irrumpió como una tromba Buenos Aires, vida cotidiana y alienación, en 1964, egresaba al mismo tiempo la primera camada de alumnos de la carrera de sociología de la UBA, bajo el influjo de un gran intelectual y exiliado antifascista italiano: Gino Germani. En los bares la gente leía y comentaba el ensayo de Sebreli, que tenía solo treinta y tres años, y se multiplicaban las ediciones. Tal era el boom que Sebreli empezó a dar múltiples entrevistas y llegó a juntar dinero para comprarse un departamento con las regalías que produjo el libro.

Entre los sociólogos profesionales que acababan de graduarse cundió un sordo recelo. No podían entender que alguien que no usaba estadísticas, que citaba sus fuentes con despreocupación, cuyas herramientas de trabajo eran solo los “desechos y trivialidades” de la realidad (un paseo improvisado por un barrio, un programa de radio en el que una actriz imitaba a una “cogotuda”, la escucha de personas en cafés, la lectura de un libro de Bernardo Kordon), súbitamente se convirtiera en un impactante bestseller. Es la escandalosa distancia que media entre un correcto profesional y un genio.

Eliseo Verón, uno de los discípulos de Gino Germani, escribió una crítica incendiaria en el semanario Marcha de Montevideo, lo que impulsó una réplica de Sebreli y luego un artículo de Oscar Massota, amigo de Sebreli que, sin embargo, para granjearse las simpatías del mundo universitario, terció en la controversia a favor de Verón. Muchos años después, un mediodía que almorzábamos con Sebreli en el restorán La Dorita de Palermo, Verón estaba en la mesa de al lado. Lo invité a acercarse, pero como Bartleby el escribiente, el personaje de Melville, me contestó: “Preferiría no hacerlo”.

Carlos Cámpora proviene del campo académico, por lo cual su libro tiene un doble valor. Constituye una forma de asomarse al mundo sebreliano y una fecunda invitación para que otros lo hagan; hay un plus: es el intento de conciliación o diálogo entre esas dos órbitas, la academia y el ensayismo, que se mantuvieron abroqueladas, en tensión durante una larguísima temporada. Es verdad que El incansable polemista mantiene los tics del paper académico, como utilizar la primera persona del plural para referirse a la autoría unipersonal, o avalar sus afirmaciones (siempre muy cautelosas) con largas citas textuales, que operan como prueba pero también como incómodo ripio. Sin embargo, lo relevante es que Cámpora se ha tomado el trabajo de estudiar a Sebreli en profundidad y ese emprendimiento no merece el desdén.

Con un lenguaje legible, con amabilidad, sin caer en prescindibles vanidades, Cámpora eligió algunos artículos publicados en Sur, Contorno y Centro y seis libros de la vasta producción de Sebreli. Un recorte bastante representativo en cuanto a épocas y temáticas. Se torna más o menos visible el intento de rastrear filiaciones intelectuales en el itinerario sebreliano. Podríamos decir que Cámpora advierte tres capas: Marx y Sartre (en Buenos Aires, vida cotidiana y alienación), Marcuse (en Mar del Plata, el ocio represivo) y Habermas (en la obra más tardía). Nadie podría decir que ese trayecto es incorrecto, aunque tal vez algunos lo reputarían incompleto. Lo que unificaría estas membranas es el estilo combativo: defiende ideas atacando las contrarias. La refriega. En este eje asoma, asordinado, Hegel, que tal vez es su anclaje más decisivo. Este libro, sin duda útil para los que recién abordan la obra del mayor ensayista argentino, entraña un nuevo hito en el triunfo simbólico de Sebreli.

© LA GACETA

MARCELO GIOFFRE.

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