El 12 de diciembre de 2023 el municipio clausuró la Biblioteca Alberdi y, por consiguiente, el Teatro de la Paz, cuya sala está integrada al edificio. Pocos días antes se había prendido fuego el Mercado Persia, lo que disparó las alarmas y las inspecciones en la capital. Durante ese registro la Alberdi no pasó el filtro: la intendencia le reclamaba la incorporación de un sistema contra incendios que la institución no estaba en condiciones de adquirir.
Pasó casi un año y la situación no ha cambiado; al contrario, distintos factores la empeoraron. Un cartel amarillo pegado en el frente de la sede informa que la clausura forma parte de un operativo en fachadas, edificaciones y obras en construcción que se encuentran en riesgo. La recorrida por el interior del más que centenario solar ubicado en 9 de Julio 162 da cuenta de este preocupante estado de cosas. El deterioro en todos los aspectos es más que evidente.
La Alberdi tiene problemas en distintos frentes. Uno es interno y tiene que ver con la composición de la directiva, ya que se trata de una asociación civil sin fines de lucro y por allí pasan las decisiones. El presidente, Pedro Ruarte, se repone de una delicada intervención quirúrgica y desde hace meses no está disponible, mientras que hace poco falleció el tesorero y encargado del teatro, Sebastián Olarte. El corrimiento de cargos es un trámite ante la Dirección de Personas Jurídicas que no ha sido completado.
“Con nosotros no presentaron ningún papel ni tuvieron un contacto formal, así que en este momento la Alberdi no integra el Sistema Provincial de Bibliotecas”, informó Ricardo Arbeloa, encargado del área en la Dirección de Letras del Ente Cultural (el listado completo se consigna aparte). Por el mismo motivo no están recibiendo subsidios de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip). En cuanto a las ayudas que proporciona el Instituto Nacional del Teatro (INT), Roberto Toledo -representante en Tucumán- explicó que todo está detenido desde el fallecimiento de Olarte.
Una chance frustrada
Lo llamativo es que poco antes de la clausura la propia directiva de la Alberdi había solicitado formalmente -por nota- que el Ente Cultural se hiciera cargo del local, ante la imposibilidad de afrontar los costos que demandaba el mantenimiento. El convenio estaba listo para regir desde enero de este año, pero la iniciativa quedó en la nada. El propio Ruarte envió otra nota que especificaba: “solicito el aplazamiento temporal de las actuaciones (se refiere al alquiler) hasta tanto nuestra institución proceda a dar cumplimiento con la requisitoria municipal y en consecuencia proceder al levantamiento de la clausura”. Lo “temporal” se transformó en permanente.
Valeria, hija de Sebastián Olarte, no forma parte de la directiva pero colabora con la entidad y brindó algunos detalles acerca de la situación de la biblioteca. “No se puede levantar la clausura porque carecemos de fondos para pagar las multas que impusieron y para afrontar las reformas edilicias que la Municipalidad reclama. Si alguien quiere acercarse a colaborar desinteresadamente será bienvenido”, indicó. Agregó que están trabajando internamente para acomodar la situación de la directiva y que el anhelo es que en enero/febrero el centro cultural esté en condiciones de reabrir.
Lo que sobran son rumores acerca de potenciales interesados en hacerse cargo de la Alberdi, una propiedad por demás apetecible, vecina de la Casa Histórica y apropiada para toda clase de iniciativas culturales y comerciales. Por ahora, lo único que funciona es el negocio que vende empanadas en la puerta.