La grieta no ha desaparecido. Se adaptó a los nuevos tiempos. Pese a las diferencias, el jueves por la noche, en el Hilton de Santiago del Estero, los gobernadores de nueve provincias y un vicegobernador del Norte Grande compartieron una cena, menos estructurada de lo que marca el protocolo. El bloque regional no es el mismo que el del año pasado. Por un lado, con el peronismo fuera del poder, la mayoría de los mandatarios tuvo que adaptarse a la nueva realidad, con un presidente economista y libertario como Javier Milei, que le recortó fondos a todos los distritos, los discrecionales y los no discrecionales, en particular los vinculados con la obra pública.
Once meses después del cambio de gobierno, pocos se atreven a cuestionar las políticas de Milei. Algunos como el tucumano Osvaldo Jaldo, el catamarqueño Raúl Jalil, el salteño Gustavo Sáenz (a Santiago del Estero envió a su vice, Antonio Marocco) o el misionero Hugo Passallacqua, se adaptaron al cambio y profesan la fe dialoguista que le abre las puertas de la Casa Rosada. Otros como el local Gerardo Zamora, el formoseño Gildo Insfrán y hasta el riojano Ricardo Quintela, se ubicaron en la vereda del frente al Presidente, pero bajan los decibeles cada vez que se presenta una convocatoria institucional.
“Nadie está dispuesto a tirar del mantel. Hoy es más negocio estar dentro de la postura dialoguista y ver qué pasa”, dijo uno de los asistentes al promediar la cena. El discurso que Milei pronunció el miércoles en la celebración del centenario de la Cámara Argentina del Comercio (CAC) caló hondo en tierras santiagueñas. "Hace 10 meses que venimos haciendo el ajuste y la imagen no cae. Bajó, pero hoy ya tenemos la imagen de antes de que llegáramos al poder ¿Se dan cuenta de que funciona?", desafió el Presidente. Como si esto fuera poco, recordó una charla con su antecesor, el justicialista Alberto Fernández, cuando le invitó a recorrer, por primera vez, la Quinta de Olivos. “No, no soy el nuevo nuevo dueño, soy el nuevo inquilino, con cuatro años y opción a ocho", le dijo entonces Milei a su antecesor en el cargo. Varios gobernadores creyeron que al libertario no le iría bien en la gestión. Más aún, se sorprendieron ante el optimismo que el propio Milei había irradiado ante los empresarios y que hoy, en Santiago del Estero, el canciller Gerardo Whertein reiteró: la recesión ha terminado y la Argentina volvió a crecer. A eso lo sustentó con indicadores macroeconómicos. De allí que la unidad Invest del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) haya desembarcado en el Norte Grande, pero para financiar proyectos privados, no emprendimientos públicos. Eso corre por cuerdas separadas y con anuencia del Palacio de Hacienda.
Los matices ideológicos se terminan cuando las grandes discusiones con la Nación se encienden. Dos cuestiones centrales han dejado en claro los gobernadores que seguirán demandando a la Casa Rosada: más recursos frescos coparticipables de lo que está previsto en el proyecto de Presupuesto 2025 y no claudicar en las gestiones para recuperar la obra pública.
La conclusión entre los gobernadores fue que no sólo cambió el signo político en la conducción institucional de la Argentina, sino también la flecha, las de las variables macroeconómicas que dejan de ser negativas y que comienzan a elevarse como signos de recuperación de un país en crisis.