Sebastián Carrera confiesa que se acuerda de todos los números de teléfonos fijos de sus amigos de la primaria y de la secundaria. También el de su abuela y el de otros familiares. El emprendedor, de 36 años, se sorprende incluso a sí mismo por cuánto tiempo ha guardado estos datos en la memoria.
Con los celulares no le pasa lo mismo. “Tenés todo en la agenda; no hace falta acordarse. Y si no lo tenés, alguien seguro te lo pasa y listo. Cómo que el celular cumple la función de “machete” para que esa información no ocupe espacio en la cabeza”, reflexiona.
Para él no es broma: “Usamos cada vez menos la memoria en situaciones cotidianas”. “Ni hablar de cosas básicas de matemáticas; ya ni eso podemos resolver”, apunta.
Sofía Racedo confiesa que ella ni siquiera se acuerda su número de teléfono móvil. “Pero cuando era chica era una agenda abierta: todos me preguntaban a mí y yo sabía los teléfonos fijos, los cumpleaños y las direcciones de la mayoría de los chicos del curso”, cuenta la cocinera, que tiene 46 años. “Ahora ya no hace falta. Tenés agenda en el celular y el Facebok que funciona como ayuda memoria para que no te olvides de los cumpleaños”, apunta.
Eran datos esenciales hasta no hace mucho: teníamos que retener muchos teléfonos y direcciones. Ahora todo lo podemos buscar o chequear en nuestro celular. ¿Será que la tecnología transformó nuestra memoria, desafiando nuestra capacidad para recordar información esencial?
El médico neurólogo Federico Pelli Noble señala que todos los adelantos tecnológicos, internet, los celulares, las computadoras, son herramientas muy importantes que nos vinieron a ayudar en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, para el especialista es necesario aprender a usarlos en la justa medida de nuestras necesidades.
“Es cierto que aquello que no se ejercita, se pierde. Para mantener nuestras facultades mentales activas, debemos ejercitarlas constantemente”, señala. Y compara al cerebro con un músculo que necesita ser fortalecido y estimulado de diversas formas: leyendo, escuchando música, viajando, jugando, conversando, socializando y también memorizando.
Facilidades
La facilidad que hoy tenemos de acceder a información ilimitada en cualquier parte, y solo un clic, ha cambiado la forma en que nuestro cerebro procesa y guarda datos.
Este fenómeno, según los expertos, se debe a la “externalización de la memoria”: lo que sucede concretamente es que confiamos en nuestros dispositivos y aplicaciones para almacenar información en lugar de ejercer nuestra propia capacidad cognitiva.
Esto se traduce en una reducción de la capacidad para retener información, ya que nuestro cerebro está entrenado para procesar información rápida y superficialmente.
Belén, que tiene 33 años y ama leer novelas, siente que ahora está mucho más dispersa que hace unos años, cuando en una tarde podía avanzar en decenas de páginas de un libro. Ahora, hay días en los que apenas puede terminar con uno o dos capítulos.
El constante flujo de información en las redes sociales y en internet también impacta en nuestra atención. La psicopedagoga Natalia Jiménez Terán, especialista en Neurociencias, lo ve a diario en su trabajo con chicos y adolescentes: “les cuesta enfocarse y retener cosas nuevas. La memoria es selectiva y hay muchas cuestiones que entran en juego y que se ven afectadas por el uso excesivo de pantallas, como la atención y la concentración”. Todo esto, en el caso de los niños, provoca muchas complicaciones en el aprendizaje, especifica.
Las redes
Un estudio reciente publicado en la revista Frontiers in Public Health analiza el impacto de las redes sociales y la tecnología en la salud mental. La investigación revela que estas plataformas ofrecen tanto beneficios como desventajas. Por un lado, aportan recursos útiles que pueden mejorar el bienestar y facilitar el acceso a información sobre salud mental. Sin embargo, también implican riesgos importantes, en especial en lo que respecta a la atención y la memoria, debido a su uso excesivo.
Efectos: lo que genera el uso excesivo de tecnología
- Menos esfuerzo. Cuando sabemos que la información está disponible en nuestros dispositivos, el cerebro no se esfuerza tanto por memorizarla. Esto se conoce como el “Efecto Google”, según publicó en su sitio web el Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).
- Debilitamiento de la memoria: La falta de práctica en la puede debilitar nuestra capacidad para almacenar información a largo plazo.
- Dependencia: podemos volvernos excesivamente dependientes de la tecnología para recordar información, lo que puede ser problemático si luego no tenemos acceso a nuestros dispositivos.
- Reducción de la capacidad de atención: La constante exposición a notificaciones y estímulos digitales puede dificultar nuestra concentración y afectar la memoria.