La década del 50 fue un tiempo de oro para las historietas argentinas, con editoriales que disputaban los lectores con sus aventuras dibujadas semanales protagonizadas por soldados de la Segunda Guerra Mundial, mafiosos, cowboys, enamorados y gauchos en fortines de las pampas argentinas, enlistados en la Conquista del Desierto para enfrentar a indios que resistían su avance. En ese universo se destacó hace siete décadas “El cabo Savino”, el personaje creado por Carlos Casalla y que se presentó el 1 de abril de 1954 en el vespertino La Razón. Aunque luego se mudó al diario Democracia, a las revistas Puño Fuerte y Puño Fuerte Extra, de Editorial Láinez; hasta recalar en la prestigiosa Editorial Columba, encargada de El Tony, D’artagnan y Fantasía y terminar sus días en las páginas del diario Río Negro.
Las aventuras de este protagonista durarían hasta 1994, lo que lo transformó en una de las series de mayor perdurabilidad de la historia con 2.500 tiras. Sus narraciones (con guiones del propio Casalla al inicio, y luego con los aportes de Julio Álvarez Cao, Chacho Varela y Jorge Claudio Morhain) transcurrían en la inmensidad de la nada, la espera del combate con un enemigo astuto, la lucha sangrienta y sin cuartel, la falta de sentido de muchas cosas que le pasaban, la decisión como militar de cumplir con su deber y la conciencia de que no se sabía bien por qué se peleaba.
“El milico está ahí -escribió Casalla para presentar a Savino, que al principio iba a tener la B larga en su apellido-, frente al indio con el que son medio primo hermanos, y que además ninguno se va a quedar con nada de lo que conquiste. Entonces con ese panorama yo hice un soldado que tenía un poquito de mando cuando llevaba tres soldados, pero que cuando llegaba el sargento ya tenía que obedecer; y que además se equivocaba”.
La popularidad lograda pasó a la pantalla en 1985, cuando Canal 10 marcó un hito en la televisión del interior del país: por primera vez, se hizo una miniserie filmada íntegramente en una provincia, por el impulso del cineasta César Coco Caram, que logró su propósito con los limitados recursos técnicos y económicos de ese momento, con una sola cámara y el camión de exteriores, en medio del entusiasmo del regreso de la democracia. Para los cuatro episodios grabados se usaron locaciones en Las Termas de Río Hondo, con elenco y técnicos locales, durante 40 días de filmación tras años de preparación.
El estreno de la producción fue el 9 de julio de ese año, en el canal universitario, y luego llegó a ATC dentro del programa “Historias de la Argentina Secreta”. La repercusión fue inmediata y esta noche, a modo de homenaje, desde las 20 y en la sala Hynes O’Connor del Ente Cultural (San Martín 251), se proyectarán dos capítulos -de 30 minutos cada uno- de la miniserie con entrada libre y gratuita.
Savino fue interpretado por Alberto el Negro Benegas, secundado por Ernesto Chehade (como el Teniente Bermúdez), Rolo Andrada (Carancho Montiel), Nelson González y Rubén Ávila, entre otros, mientras que en el equipo técnico estuvieron junto a Caram, Ricardo Ruiz, Juan Manca y José Alfredo Tapia.
Calidad
En 2011, durante el Julio Cultural Universitario en un homenaje a su padre, Fernando Caram destacó la calidad alcanzada en la miniserie. “Cuando se estrenó ‘El cabo Savino’, hubo un reconocimiento nacional porque tenía calidad de cine; se valoró mucho porque sólo se hacían esa clase de producciones en Buenos Aires. Fue hecha con mucho esfuerzo”, sostuvo.
Juan Sasturain, entrevistó a Casalla (quien estudió con Lino Eneas Spilimbergo, de recordado paso por la UNT) en el programa “Continuará...” por Canal Encuentro. La idea confesa del guionista y dibujante era presentar a “alguien que sea un poco más que soldado pero menos que sargento, que no tenga mucho mando de tropa; quería mostrar la historia del hombre que estuvo allí en ese momento, de la vida que llevaron”. Así, el veterano de la Guerra de la Triple Alianza se cuestiona su lugar en la contienda y el sentido de pertenencia y propiedad de los indios de las tierras que estaban perdiendo.