Las pérdidas sin fin de la tragedia de Valencia

Las pérdidas sin fin de la tragedia de Valencia

BARRO. Los bomberos trabajan entre las ruinas. BARRO. Los bomberos trabajan entre las ruinas.
04 Noviembre 2024

ALFAFAR, España.- Sumergidos hasta la cintura, varios bomberos revuelven el agua oscura en la que flotan maderas, palos y residuos. Buscan posibles víctimas en este túnel entre dos localidades, ahora destruidas, cerca de la ciudad española de Valencia, donde una ola de barro se llevó todo.

“Los sótanos están todos inundados, yo entiendo que ahora cuando empiecen a sacar el agua van a salir bastantes fallecidos”, explica Javier López sacudiéndose las manos manchadas de barro.

Él se dio la vuelta a tiempo cuando vio entrar una “catarata” de agua en el túnel que queda al lado de su casa, cuya planta inferior está ahora arrasada.

Minutos antes, un compañero le había dicho que la vecina Benetúser, donde tiene su empresa, se estaba inundando. “La empresa, la oficina, la nave, los vehículos, los coches que teníamos aquí en la calle, está todo perdido”, cuenta abatido.

Varios amigos le ayudan a sacar el barro de la parte baja de su casa, donde una línea marrón, a más de un metro de altura en la pared de su cocina testimonia hasta dónde llegó el agua en la tarde del martes. “Estamos todos en shock”, reconoce sobre el estado de esta poblada zona del área metropolitana de la tercera ciudad de España.

Unas calles más allá, junto a la iglesia de la vecina Sedaví, otro camión de bomberos trata de drenar el agua que anega un garaje de dos pisos de los que no se sabe si todos pudieron salir.

“Nos vino una ola como de cuatro o cinco palmos (cerca de un metro), que luego se incrementó porque llevaba mucha fuerza. Los coches que venían se montaban unos encima de otros”, describe Paquita, una vecina de 76 años que vio todo desde su balcón.

Quiere pensar que todo el mundo consiguió sacar los autos del estacionamiento, de donde los vehículos huían “en estampida”, pero varios días después de la tragedia quedan muchas incertidumbres en Valencia. “Hay gente que lo ha perdido todo y encima está buscando familiares”, indica con la voz entrecortada. Además, ahora hay temor de que, entre al barro y los charcos, se incuben bacterias nocivas para los que quedaron.

Pese al incesante trabajo de residentes y voluntarios, las huellas del desastre aparecen a cada paso. Una mujer irrumpe en gritos en mitad de la calle y los vecinos corren a asistirla. Acaba de ver cómo la riada ha destrozado su negocio.

Tramos inaccesibles

Pirámides de coches cortan el paso en algunas calles, con tramos inaccesibles. En otras, los objetos inservibles por el barro se apilan entre las veredas, mientras los vecinos siguen sacando fango sin cesar.

“Gracias a la gente que ha venido a ayudarnos, a todos, porque por parte de las autoridades, nadie”, lamenta con la voz vibrante de indignación Estrella Cáceres, de 66 años.

La actividad es frenética en la planta baja de la que ha sido su casa desde hace 40 años. Amigos y familiares vacían habitaciones inservibles y tratan de rescatar recuerdos de esta vivienda en la que Estrella estaba con sus nietos cuando le sorprendió la riada. Se refugiaron en la segunda planta y por eso se salvaron.

Al fondo de la casa, su marido Manuel trata de limpiar la parte trasera, donde el agua casi alcanzó el metro y medio de altura. Sabe bien lo que hace, fue bombero durante 33 años y ahora le ha tocado estar del otro lado de la tragedia.

“Esto va a tardar meses, porque el coche no lo podemos sacar y hasta que no venga la UME y retire todo, no podemos sacar nada”, dice, en referencia al cuerpo militar de rescate.

Frente a la única farmacia que queda abierta en Alfafar, decenas de vecinos hacen fila. Desde aquí la vida cotidiana todavía se ve muy lejos y los vecinos de esta zona arrasada no saben cuándo dejarán de contar pérdidas.

“Yo sé de gente muerta y desaparecida, mucha”, dice Charo de la Rosa, mientras aguarda para comprar medicamentos para sus padres.

“Son vecinos, son gente que quieres, que te has criado con ellos (...) Gente a la que no vas a volver a ver, y la muerte tan difícil que han tenido, y tan cruel, se hubiera podido evitar”, lamenta esta trabajadora de hostelería. “Nos han dejado solos”.

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