Desde pedir las vacaciones por adelantado hasta dejar a su hijo en casa, los sacrificios para ver a San Martín de Tucumán en la final

Desde pedir las vacaciones por adelantado hasta dejar a su hijo en casa, los sacrificios para ver a San Martín de Tucumán en la final

Con el permiso de sus jefes y el apoyo de sus familias, estos tucumanos viajaron a Rosario para alentar al equipo en el partido más importante de la temporada.

TODO POR EL SANTO. Facundo Acevedo (con camiseta de San Martín) posa junto a Carolina Mamani, su esposo Juan Cazorla, y dos de sus hijos Mateo y Bautista. TODO POR EL "SANTO". Facundo Acevedo (con camiseta de San Martín) posa junto a Carolina Mamani, su esposo Juan Cazorla, y dos de sus hijos Mateo y Bautista. Foto de Diego Aráoz/LA GACETA.

El sueño de llegar a Rosario para alentar a San Martín de Tucumán en su final contra Aldosivi no fue fácil, pero la pasión lo hizo posible. Cada kilómetro recorrido, cada peso invertido, y cada sacrificio realizado son para estos hinchas el combustible que alimenta un amor incondicional. Bajo el cielo de Rosario y un viento que no daba tregua, se sintieron recompensados al tocar la arena del balneario La Florida y mirar hacia el río Paraná, pensando que todo ese esfuerzo les daba algo tan preciado como un día de sol en el paraíso: la oportunidad de ver a su equipo en el partido más importante de la temporada.

“Llegar aquí fue una locura. Dejamos todo: el trabajo, la familia, hasta pedimos préstamos. Pero por San Martín, uno lo deja todo siempre”, reveló Facundo Acevedo, aún incrédulo de que estuviera realmente allí. Él, como muchos hinchas, debió sortear obstáculos enormes para no perderse la final contra el “Tiburón”. “Pedí mis vacaciones para venir a alentar, y no me las querían dar al principio. Le dije a mi jefe que vendría igual, y al final accedió. Un saludo a Ramón, mi supervisor, que me hizo el aguante para cumplir este sueño”, explicó con una sonrisa el fanático de 27 años, sin ocultar su alivio.

A su lado,  su amiga y compañera de viaje Carolina Mamani asintió, compartiendo una historia que también hablaba de sacrificio. “Dejé a mi bebé de once meses en Tucumán. Mi abuela se enojó, decía que cómo iba a dejar a los ‘chiquitos’, pero este es un momento único. Yo sabía que no podía perderme esta final”, dijo “Caro”, que llegó a Santa Fe con su esposo Juan Cazorla, y dos de sus hijos Mateo (15) y Bautista (5).

Así, mientras disfrutaban de un poco de sol, recordaban que cada uno había hecho su parte para estar en ese lugar, incluso con todo en contra. Claro; a medida que planificaban el viaje, surgían más desafíos.

Al principio, el partido se iba a jugar en Córdoba, y el hermano de Carolina, José, había reservado una casa allí. Pero, cuando se confirmó Rosario como sede, tuvieron que cambiar rápidamente. “Mi hermano es un genio organizando”, dijo con orgullo Mamani, que continúo con el relato. “Tenía reservas en Córdoba y Rosario, sin señas, pero podía cancelarlas hasta último momento. Cuando confirmaron que sería en Rosario, cancelamos Córdoba y nos quedamos aquí, cerca de la cancha. Todo salió perfecto”, dijo Carolina, aliviada y agradecida de cómo cada pieza se había alineado para poder acompañar a San Martín.

Con la organización lista, este grupo de amigos y familiares lograron encontrar una casa cómoda para alojarse, aspecto que les permitió disfrutar sin preocupaciones. “Pagamos aproximadamente $150.000 por persona para estar desde el jueves hasta el lunes, con la comida y la entrada incluidas”, comentó Facundo. “Cuando uno se organiza bien, hasta puede disfrutar un poco de estos momentos previos. Y venir con amigos y familia es algo único. Es un viaje que quedará para siempre”, agregó Acevedo, con cierta expectativa por lo que sucederá en la final.

MOMENTO DE RELAJACIÓN. La familia de tucumanos camina rumbo al balneario La Florida. MOMENTO DE RELAJACIÓN. La familia de tucumanos camina rumbo al balneario La Florida. Foto de Diego Aráoz/LA GACETA.

El sentimiento por San Martín de Tucumán y una ¿premonición de cara a la final?

“San Martín es familia”, fue la descripción elegida por el club para un posteo sobre la ofrenda floral por conmemorarse el 115 aniversario y esa frase encaja a la perfección con la historia de estos fanáticos.

El sentimiento de unidad se sentía en cada palabra, en cada sonrisa. Facundo recordó, con voz quebrada, el legado de su padre, Gustavo, quien lo llevaba a la cancha desde que era un niño. “Este partido se lo quiero dedicar a él. Falleció hace unos años, pero sé que está con nosotros de alguna forma. Nos hizo hinchas de San Martín y sé que estaría orgulloso de vernos aquí, viviendo esta experiencia”, dijo “Facu”, mientras sus amigos y Carolina asentían en silencio, respetando ese momento de emoción, que se aumentó en cuestión de segundos.

¿Qué significa San Martín en sus vidas?  “Lo es todo, es una locura. Todavía no puedo creer que estemos aquí. Cada vez que miro un video del equipo, se me pone la piel de gallina”, contó Carolina.

Para ellos, este partido va mucho más allá del fútbol; es una oportunidad de vivir lo que realmente aman, sin importar los costos. “Viajamos con fe, con la esperanza de que el equipo nos dé una alegría. El otro día mi hermano encontró un libro en la casa que decía ‘Fedele’, y sentimos que era una señal. Esta final es nuestra, y esperamos que el ‘enano’ nos dé esa felicidad que soñamos”, agregó Facundo, con una fe inquebrantable de que el delantero les brindara ese tan ansiado ascenso.

“Venir a ver a San Martín no es solo un viaje, es vivir la pasión, el amor por estos colores, y estar aquí es algo que jamás olvidaré. Dejar la rutina, los problemas, y encontrarnos todos, amigos y familia, alentando al equipo, es un privilegio”, concluyó Carolina, que sueña con cruzar la puerta del “Gigante de Arroyito” y retornar a la provincia con el premio mayor.

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