El actual conflicto del islamismo contra Israel y el occidente cristiano difícilmente terminará mientras el mundo musulmán no adopte, de una vez, estilos de visa adecuados a la modernidad y a la libre circulación de ideas. El carácter democrático y pluralista de Israel lo ha convertido, no obstante su pequeñez, en una espina que hiere las dictaduras y teocracias vecinas. Es curioso, por otra parte, que en pleno siglo XXI haya quienes defiendan a ultranza los atentados de Al Qaeda (o del Isis) que asolaron Estados Unidos y Europa y que culminaron en nuestro país con la brutal voladura de la AMIA gestada desde la Triple Frontera por las máximas autoridades iraníes. Resulta inadmisible pues, que en estas circunstancias haya, aún hoy, quienes puedan hablar de “holocaustos” contra la población gazatí y agregar que todo esto sería “equivalente” al asesinato de millones de judíos en la Alemania nazi... Lo cierto es que los muertos por las fuerzas israelíes son, en su mayoría, los propios terroristas de Hamas quienes, a pesar de todo, se ocultan arteramente en sótanos de hospitales, escuelas y viviendas utilizando, cobardemente, a los niños como escudos en vez de protegerlos y ponerlos a resguardo. Nos referiremos, a continuación, al trato dispensado a las mujeres en el Islam y, más precisamente en Irán a partir de la llegada al poder de los ayatolah, los que eliminaron la educación secundaria de las niñas, cerraron las universidades a las mujeres jóvenes, las obligaron a dejar sus trabajos y restringieron su capacidad para salir de sus hogares, amén de tenerlas siempre cubiertas, de pies a cabeza, con el chador y la burkah. De eso no se habla. Ni tampoco de las lapidaciones (muerte por apedreamiento) de miles y miles de mujeres en todo el Islam, un verdadero “holocausto”. Quienes quieran que les guste este estilo de vida, que vayan a vivir allí.
Arturo Garvich
Las Heras 632 – S. M. de Tucumán