Cuatro jóvenes estadounidenses cuentan cómo viven los comicios más polarizados de la historia

Cuatro jóvenes estadounidenses cuentan cómo viven los comicios más polarizados de la historia

Los entrevistados coincidieron en que existe un clima de intolerancia hacia el disenso. El 5 de noviembre se sabrá quién dirigirá el Gobierno de EE.UU. por los próximos cuatro años.

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01 Noviembre 2024

El panorama electoral de los Estados Unidos atraviesa una polarización sin precedentes. En cuatro días se definirá quien será el próximo presidente: si Donald Trump, del Partido Republicano, o Kamala Harris, del Demócrata. En esta coyuntura, jóvenes estadounidenses afirman que se viven momentos de mucha tensión, donde las diferencias políticas han trascendido el debate de ideas para convertirse en una verdadera trinchera social.

Para comprender esta realidad, LA GACETA dialogó durante una entrevista virtual con cuatro jóvenes de los EE.UU. de diferentes orientaciones políticas: dos republicanos y dos demócratas. El objetivo de la producción fue tratar de comprender los matices de una generación dividida. En un sistema electoral donde el voto no es obligatorio, estos testimonios revelan mucho más que preferencias ideológicas.

PROTESTAS. Jóvenes estadounidenses en una protesta anti-Trump en 2020./ASPEN SCHUYLER PROTESTAS. Jóvenes estadounidenses en una protesta anti-Trump en 2020./ASPEN SCHUYLER

“Esta es la elección más importante de nuestras vidas”

Steven Reicht, de 29 años y copropietario de un negocio familiar de calefacción, ya votó por Trump -en los comicios estadounidenses se puede sufragar antes de la jornada de cierre de las mesas- y definió esta elección como “la más importante de todas las que haya vivido”. Según él, la creciente brecha entre demócratas y republicanos en temas como la inmigración, la economía y la identidad de género de Estados Unidos le da a esta elección un peso especial. “Antes, aunque había diferencias, en muchos temas los dos partidos lograban coincidir. Ahora siento que estamos cada vez más alejados, y eso afecta directamente la calidad de vida de todos”, comentó.

Steven, republicano, aseguró que no desperdiciaría nunca el derecho a votar. Para él, este es un derecho humano que protege los principios de libertad económica y de oportunidades que le permitieron a su negocio familiar de inmigrantes prosperar. “No quiero que Estados Unidos pierda esa libertad, esa posibilidad de que una persona común y corriente pueda abrir su negocio, y lograr algo”, añadió.

La experiencia de Steven lo llevó a entender que era preferible no hablar sobre política. “Una vez, cuando mis compañeros de habitación vieron la bandera que colgué en casa en apoyo a Trump, uno de ellos se enojó. Rasgó la bandera y empezó a decirme que yo apoyaba el racismo. Para él, esa bandera era un símbolo de odio”, contó Steven. A partir de ese momento, evitó el tema en su entorno cercano. Según su criterio, se arriesgaba a perder amistades por expresar sus opiniones.

Steven dijo que siente que los grandes medios de comunicación no son imparciales y que muchas plataformas muestran una narrativa sesgada contra Trump. “Es como si los medios más importantes, como CBS y ABC, repitieran la misma idea de que Trump es malo, como si fuera la única opción válida y esperaran que todos pensemos igual”, explicó. Esta parcialidad en la cobertura, considera Steven, hace que cada vez más personas sean influenciadas sin cuestionarse otras versiones de la historia.

“El odio es un negocio rentable”

Robert Ramos, de 21 años y dueño de una agencia de marketing digital en Texas, también apoyaría a Trump, aunque con menos convicción. A diferencia de Steven, Robert no planea votar. Según él, “los candidatos prometen cosas que saben que no pueden cumplir, y al final, no importa quién gane, los problemas de fondo no se solucionan”. Su postura es clara: la elección es, en el mejor de los casos, una “decisión entre el mal menor”.

A pesar de su inclinación hacia Trump, Robert consideró que “él y Harris se dedican a presentar soluciones superficiales, sin profundizar en lo que realmente le hace falta al país”. Robert explicó que su escepticismo hacia la política viene de ver cómo los temas realmente importantes, como la educación y la economía, quedan relegados mientras los candidatos se enfocan en promesas difusas. “A ninguno le importa lo suficiente resolver los problemas, solo quieren vender ideas”, dijo. Para él, la política estadounidense ha caído en una “competencia de gritos” en la que gana el partido que “logra ser más ruidoso, no quien tiene la razón”.

Para Robert, el sistema de odio en la política se ha convertido en una estrategia de venta que ambos partidos explotan. “Volviendo a la época de Obama, no recuerdo que los estadounidenses estén saltándose a la yugular unos a otros como sucede hoy en día”, expresó. “Ambos candidatos fueron atrapados mintiendo vilmente y sus partidos barren esto debajo de la alfombra”, dijo. Y agregó: “los influencers políticos y los grandes medios viven de sembrar el odio en la sociedad, así es como generan ganancias”.

A pesar de su trabajo independiente, tiene amigos que enfrentaron problemas laborales por expresar sus posturas políticas. “Conozco gente que perdió trabajos o amistades porque otros no toleran sus opiniones”, relató. Este ambiente lo llevó a mantenerse más neutral. “Considero que es un riesgo innecesario opinar de política en mi entorno, prefiero mantener un perfil bajo y evitar confrontaciones”, explicó Robert.

“Me siento ansiosa y asustada: hay que usar la voz para proteger los derechos”

Olivia Cuoco, de 22 años y estudiante de una maestría en trabajo social, observa las elecciones desde una postura completamente diferente. Expresó que como miembro de la comunidad LGBTQ+ e hija de padres latinos, se inclina por Kamala Harris. “Me siento muy ansiosa con la situación actual, es aterrorizante vivir en un país tan dividido”, observó. Para ella, no participar en las elecciones es una actitud que no comprende. “Si no votás, después no podés quejarte del estado del país. Cada persona tiene una voz, y hay que usarla, sobre todo cuando se trata de nuestros derechos y de nuestras libertades”, analizó.

El apoyo de Olivia hacia Kamala Harris se basa en el compromiso de la candidata con los derechos de las minorías y las comunidades marginadas. “Trump representa a los ricos y poderosos, mientras que Harris viene de abajo, conoce lo que es la clase trabajadora”, dijo. Como joven con una fuerte vocación hacia la justicia social, Olivia ve en Harris una representante de sus valores. “No es sólo votar, es votar por un país que se preocupa por su gente y por la justicia”, afirmó.

“Votar e informarse es un privilegio que pocos pueden aprovechar”

Aspen Schuyler, de 26 años, estudió escritura inglesa, y se especializó en género y raza. También votó en esta elección y reflexionó sobre el privilegio que implica participar de la política en su país. “Poder informarse y tener tiempo para analizar cada propuesta de un candidato es algo que muchos no pueden permitirse. Hay gente que no tiene acceso ni tiempo ni educación para eso”, comentó Aspen.

Aspen explicó que votará por Kamala Harris, ya que percibe a Estados Unidos como un país cada vez más polarizado: “no sólo entre los partidos Republicano y Demócrata, sino también entre raza, género y sexualidad, edad”. Además, destacó la tensión constante entre grupos y subrayó cómo los candidatos reflejan esos polos opuestos: “tenemos a un hombre blanco que se percibe como adinerado, y a una mujer de color, hija de inmigrantes. Están en extremos opuestos del espectro”.

Aspen observó que el individualismo en su país ha transformado los desacuerdos políticos en ataques personales a la identidad de cada uno. “Yo me veo reflejada en Kamala Harris”, mencionó. Y, según su opinión, muchos hombres blancos que apoyan a Trump sienten lo mismo respecto de su candidato. “El individualismo nos ha llevado a pensar sólo en nosotros mismos, y no en las personas que amamos o en quienes necesitan protección cuando consideramos nuestra elección para Presidente”, concluyó.

La joven describió que expresar opiniones políticas en los Estados Unidos es una experiencia riesgosa. “Es peligroso simplemente pertenecer a cierto grupo demográfico y existir en esa realidad cerca de la persona equivocada”, comentó. Relató situaciones difíciles que ha vivido: a una amiga afroamericana, nacida en el país, le han dicho que “vuelva de donde vino”; ella misma ha sido perseguida por hombres en la calle y, en una manifestación política, un oficial le apuntó con un arma y le expresó “si decís una palabra más…”. Para ella, ese policía planteó con claridad el clima amenazante que se percibe en estas elecciones.

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