Además de ser un emblema para los argentinos, la Casa Rosada es considerada uno de los mejores palacios de gobierno de América y llama la atención de miles de turistas que llegan a Buenos Aires. Lo que pocos conocen es por qué este palacio fue pintado de color rosa y las curiosidades que esconde su historia.
En 1580, Don Juan de Garay fundó por segunda vez la ciudad de Buenos Aires. En el plano catastral de la fundación, en la actual ubicación de la Casa Rosada se construyó el Fuerte, vital para la defensa de los originarios hostiles y los piratas que frecuentemente atacaban el Río de la Plata. La ciudad era tan pobre que no tenía guarnición permanente. Los propios vecinos se reunían en milicias alrededor del Fortín.
En 1895 la Real Fortaleza de San Juan Baltazar de Austria tuvo foso y una muralla de material. En 1776, por la amenaza del avance portugués sobre el Atlántico Sur, se creó el Virreinato del Río de la Plata. El Fuerte pasó a ser residencia del Virrey. Con pocos cambios llegó 1810, cuando el último Virrey -Baltazar Hidalgo de Cisneros- tomó su equipaje y se fue de la ciudad. Durante la Revolución, el Fortín fue sede de las autoridades nacionales y luego provinciales.
Cuando en diciembre de 1829 asumió el Brigadier Juan Manuel de Rosas, recibió los atributos del mando en lo que se decía que era una ruina llena de ratones. Rosas decidió que no gobernaría allí y decidió la construcción de su famosa casa de Palermo. El antiguo fuerte fue abandonado hasta 1862. Bartolomé Mitre -vencedor de Pavón- trasladó a sus ministros al viejo edificio y comenzó una modesta refacción y una necesaria desratización. En 1868 llegó un nuevo inquilino. Domingo Faustino Sarmiento decidió que esa fea edificación no podía ser sede de un gobierno nacional. Pero las arcas del tesoro no daba para mucho más y hubo que esperar hasta 1873 para que se vean los cambios. El principal, la edificación casi total de un nuevo edificio, con jardines en su interior y un extraño color rosado en sus paredes exteriores.
Casa Rosada: las razones del color rosa
Cuando el pueblo de la ciudad de Buenos Aires se preguntaba las razones de ese color se corrió la salomónica explicación que se mezclaron los colores de Federales y Unitarios. Sin embargo, para los historiadores esto no es verdadero. La realidad es prosaica: en aquellos tiempos era bastante común pintar con cal el frente de las casas y no era extraño agregar sangre de buey para lograr mayor impermeabilidad y evitar así la famosa humedad porteña.
En 1874 llegó un nuevo inquilino. Nicolás Avellaneda fue el presidente más jóven de la República. Se encontró con un problema a resolver: la ciudad crecía y se necesitaba un nuevo edificio de correos para reemplazar al de la calle Florida y se empieza a construir uno nuevo al lado mismo de la sede gubernamental. Cuando en 1880 el Presidente Julio Argentino Roca, nuevo morador de la Rosada, se da cuenta que el nuevo edificio vecino no solo es más bello sino también más cómodo decidió unir a ambos y modificar la esquina de Balcarce y Rivadavia para armonizar.
Se contrató al arquitecto italiano Francisco Tamburini, quién encaró la unificación de ambas edificaciones con un hermoso arco que le brindó a la casa un inconfundible aspecto italiano (si se paran frente a la casa y observan detenidamente, notaraán que el edificio no quedó simétrico). Ahora sí, la Casa Rosada adquirió un aspecto muy parecido al actual. Pero debemos esperar hasta 1898 para llegar al aspecto definitivo que tiene en la actualidad.