La vida de un jugador profesional no solo involucra entrenamientos, partidos y viajes, sino también un pilar fundamental que muchas veces permanece en las gradas: la familia. Aunque no han tenido que mudarse fuera de Tucumán, Juan Orellana y Camila Ferreyra, su pareja están listos para el cambio si la carrera del defensor central de San Martín de Tucumán lo requiere. “Por el momento no me pasó de dejar todo para vivir en otro lado, ya que ambos somos tucumanos. Pero si en algún momento llega una propuesta, sin pensarlo dejaría todo”, asegura Camila. La posibilidad de una nueva vida en otro lugar no la intimida; por el contrario, recalca que su compromiso es firme: “Siempre haré todo lo que esté a mi alcance para poder acompañarlo a lo largo de su carrera”.
La vida de la pareja, como la de muchos allegados de los jugadores, se mezcla con la emoción y la expectativa por el trascendental partido del domingo ante Aldosivi en el "Gigante de Arroyito" de Rosario Central. Ferreyra describe este momento futbolístico con claridad: “Los estamos viviendo a flor de piel, con mucha ansiedad, incertidumbre y alegría. Las expectativas son las mejores, siempre con mucha fe”. Los desafíos de cada partido se convierten en una prueba de resiliencia que los une, compartiendo tanto los éxitos como las incertidumbres.
El nerviosismo en las tribunas es una constante para quienes apoyan desde el lado de la familia, y la final ha acentuado esa emoción en cada charla, cada encuentro en casa. “Cada partido se lo vive con mucho nerviosismo, pero muy bien. Desde que se supo que estaban en la final, el tema de conversación en todo momento es ese. Todos estamos muy ansiosos esperando que llegue el día”, cuenta con alegría Camila.