Cada 2 de noviembre se celebra el Día de los Fieles Difuntos, una fecha en la que personas de todo el mundo recuerdan y homenajean a sus seres queridos que ya fallecieron. Si bien cada familia tiene su propio ritual de conmemoración, algunos importados de México y otros países de Centroamérica comenzaron a cobrar fuerza en Argentina.
Cabe señalar que aunque el segundo día del mes es el que más visitas genera en los cementerios, el 1 de noviembre también fue instaurado como el día para homenajear a los niños fallecidos.
¿Por qué hay personas que llevan comida a los cementerios?
Los altares para homenajear a los fieles difuntos puede realizarse en casa o en el propio cementerio. La tradición indica que se pueden armar pequeñas mesas donde se colocan los platos de comida preferidos de los fallecidos, las bebidas alcohólicas que solían tomar, sus flores, cigarrillos y postres favoritos: todo ello con el fin de agasajarlos.
Por lo general, los alimentos que se eligen suelen ser de color amarillo y naranja, ya que se tiene la creencia de que éstos guían a las almas en su camino de regreso al hogar. También, se les deja agua es para saciar la sed y sal para purificar sus almas.
La mesa de difuntos se dispone el 1 de noviembre, se colocan las comidas, se la deja durante toda la noche y es ahí cuando “las almitas bajan a alimentarse”.
Día de fieles difuntos: la visita a la ciudad de los muertos
Dentro de cada ciudad hay otra: “la ciudad de los muertos”. Cada 1 y 2 de noviembre, éstas se llenan de vida y pierden esa mansa quietud que tienen durante el año.
Flores de todos los colores y materiales, fotos, cartas, velas, juguetes, platos de comida, vasos de vino o mamaderas con leche para los “angelitos”, adornan las necrópolis. Familias enteras desfilan con una dulce lentitud entre los frisos de la muerte, buscando entre los mausoleos custodiados por ángeles de argamasa el lugar donde duermen una siesta eterna sus deudos.
Para algunos, el cementerio es un lugar triste, donde habita la muerte y temen visitarlo para no toparse con ella. Sin embargo, para otros se trata de lugar para compartir, celebrar la vida de los difuntos y enfrentar la propia muerte de una manera distinta.