La expectativa por el duelo en el que se decidirá el primer ascenso a la Liga Profesional es inmensa. En La Ciudadela no se habla de otra cosa y los fanáticos están armando una caravana a Rosario, para ver la finalísima contra Aldovisi, que promete ser histórica. El amor por los colores va más allá de todo, el hincha deja cualquier cosa de lado para estar junto al equipo de sus amores. Desde vender cualquier cosa, hasta pedir un préstamo; todo sea por no perderse un juego que puede significar el fin de años de sinsabores para San Martín de Tucumán.
Está listo para un viaje inolvidable
Con una lata de gaseosa en la mano y un poco de timidez al hablar, Marcos Piamonte cuenta cómo él y sus amigos organizaron un viaje que va mucho más allá de 90 minutos. “Vamos a ir en el auto de un amigo. Calculamos que con unos $30.000 por cada uno se cubrirán todos los gastos del viaje”, comentó. “No importa si ganamos o perdemos, lo importante es estar ahí. Estos son gustos que hay quedarse en la vida”, aseguró el fanático de 40 años, que trabaja en una droguería.
Un talonario repleto de números y sueños
Vendiendo rifas entre otros hinchas y compañeros de la facultad, Gabriel Rey, un estudiante de Comunicación, hace todo lo posible para cumplir su sueño de estar en Rosario. “La emoción de viajar a la final es muy grande. San Martín es todo para mí y compartir este viaje con mi papá es un sueño”, aseguró el joven de 18 años mientras tachaba números en el talonario que entrega premios como una entrada para el recital de Wos y un pantalón del equipo. “No viví el ascenso anterior y ahora quiero hacerlo”, sentenció.
El “Santo” los fortalece en medio del dolor
Francisco Roberto Raya y su hijo Lautaro se encontraban sacándose fotos en la entrada del estadio, con emoción por el viaje a la final y una profunda nostalgia. Su esposa, y madre, María Laura Arriola, fallecida hace cinco años, siempre fue un pilar en su amor por San Martín. “Si ella estuviera aquí nos estaría apoyando en la decisión”, dijo Francisco. “Compartir esta pasión por el club con él, me dio la posibilidad de acercarme más. Este viaje fortalecerá nuestro vínculo”, reflexionó emocionado.
Recibió el apoyo de su familia para viajar
Pablo Rueda se prepara para hacer un sacrificio significativo para viajar a la final. Su esposa, Florencia Camargo, cuenta que sus hijos Eliseo y Simón también querían acompañar a su padre, pero se quedarán en casa por precaución. “Ellos me preguntan por qué no pueden ir, pero sabíamos que era una oportunidad única para Pablo”, dice Florencia. El viaje implica desafíos económicos y eso es un tema candente. “No alcanza para todos”, dijo Rueda.
Embarazada de seis meses, dirá presente
Pablo Santana, un apasionado por el “Santo” buscará la forma de viajar a la final con su familia. Su esposa Antonela Nieva, embarazada de seis meses, lo apoya junto a su hija Chiara Yasmin, que tiene 11 años. “¿Cómo hacemos para ir a una final con la situación económica actual? Es complicado, pero siempre hay amigos que prestan o ayudan”, comentó Pablo. “Sería muy emocionante que nuestro hijo Santo Martín, que viene en camino, pueda estar vivir este partido. Será una experiencia inolvidable”, agregó Nieva, que fue quien “bautizó” al pequeño por nacer.
Vende accesorios para financiar el viaje
Mara de Mayo, una estudiante de Derecho, encontró una forma creativa de financiar su viaje: vendiendo pulseras hechas a mano. Con tres años de experiencia en su emprendimiento, elabora pulseras, tobilleras y collares, lo que le ayuda a cubrir sus gastos de estudios y sus gustos. Ahora, decidió hacer una campaña en X para promocionar sus pulseras con los colores del club. “Gracias a la gente se viralizó mucho y recibí muchos mensajes de apoyo. Me sorprendió cuando Lautaro Fedele y Nicolás Moreno me compraron pulseras. Estoy emocionada”, dijo.
Venderá su teléfono y sacará un préstamo
Apoyado sobre un motocarro y con una enorme sonrisa, Maximiliano Márquez, de 23 años, cuenta con orgullo el sacrificio que está dispuesto a realizar para ver la final. “Voy a vender el teléfono para poder viajar y, si hace falta, pediré un préstamo”, afirmó decidido. Para él, estar cerca de su equipo es un esfuerzo que vale cada peso. “San Martín es el amor de mi vida. En todo el año falté sólo a dos partidos. Imagínate, es mi cable a tierra, me desconecta de toda la realidad y de algunos problemas”, confesó.
Pagó un tour para evitar el estrés del viaje
Fernando Bulacio, de 43 años, quiere vivir la final de San Martín junto a su hijo Joaquín, de 15 años. Con el entusiasmo de un fanático “Fer” pagó un tour que incluye cena y transporte. “La verdad es que está re complicado por la situación en la que estamos, pero viajar en grupo es lo que más conviene”, dijo consciente de los gastos que implica la travesía. “San Martín es lo más importante, va más allá de lo económico. Mi hijo ya lo vio campeón, pero nunca habíamos llegado a una final”, añadió.
Las vacaciones pueden esperar un año más
César Gerardo Islas se encuentra entusiasmado en la previa de la final y no piensa perdérsela. “La plata no alcanza, pero siempre queda un ‘vueltito’. Para seguir a San Martín hay que hacerse restringirse en otros gastos”, reflexionó, dejando en claro que decidió postergar sus vacaciones con tal de estar en este partido. “Es un sacrificio, pero estoy dispuesto a trabajar doble turno para juntar el dinero. El ‘chanchito’ que tenía guardado para las vacaciones ahora se destina a San Martín. No importa nada”.
Sacó la entrada con un “look” particular
Salió del trabajo sin pensarlo dos veces y se fue directo a buscar su entrada para la gran final. Claudio Manganelli es el ejemplo de la pasión y sacrificio de los hinchas de San Martín. “Tuve suerte porque recién llegué y pagué la cuota. Y bueno, justo me pudieron vender la entrada”, dijo Manganelli. El fanático de 55 años visiblemente emocionado, con su característico piluso (que lleva guardado en la moto) aseguró que vivió de todo con el club. “Siempre voy a estar a su lado”, dijo.